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El sitio no estaba particularmente descuidado, pero sí lucía antiguo para la época, y a pesar que no podíamos ver al exterior, por estar todo cubierto de negro, estaba repleto de ventanas.

Pero dentro se iluminaba de luces y cuando salíamos al patio podíamos apreciar el cielo azul. No era un sitio para volverse loco. 

Hyeri me había presentado la mayor parte del recinto, que era sumamente espacioso. Habían tantos niños que se me hacía difícil entender que todos aquí eran huérfanos, no cabía en mi cabeza que todos aquí eran hermanos los unos de los otros.

Hyeri me presentó la habitación compartida entre muchos de una edad similar. Ahí vivían los de diez y once años. Yo estaba en la contigua, donde dormían los que tenían doce y trece años.

Porque Hyeri tenía diez y yo doce, a pesar que medíamos lo mismo.

—Aquí abajo puedes guardar los bocadillos que te robes de la cena, para comerlos durante la noche —gritó mientras buscaba bajo la cama una caja de plástico en donde, efectivamente, había mucha comida.

—¡¿Estás mostrándole nuestro escondite secreto?! —gritó Eunbi, sobresaltándome en mi posición.

Eunbi era la mejor amiga de Hyeri, ambas tenían la misma edad y se trataban como hermanas la una a la otra. Durante los últimos días en que me presentaron el lugar, pudimos forjar una amistad, aunque no éramos solo los tres.

—Chris es uno de nosotros, Bibi —gritó la castaña en reprimenda—, Ziu lo bautizó ayer como parte de nuestro grupo.

Se refirió a una especie de ritual el día anterior en donde me metieron en la tina y me echaron un chorro de agua helada. Fue gracioso, para ellos.

¡Ah! y Christopher era mi nuevo nombre. Según los chicos, venía con mi rostro. Yo lo había aceptado sin más.

Ziu era un chico de mi edad, con el cual compartía la litera.

—Más te vale conseguir mucha comida para todos —me apuntó Eunbi con su pequeño dedo—, estás a cargo de la ''misión comida'' esta noche.

—¿No estaríamos robando comida de otros niños? —pregunté jugando con uno de mis rizos.

—¡No! —respondió Hye colocándose de pie en un salto—, solo tomamos las sobras. Es un arte.

—El arte de comer las sobras —asintió Eunbi inspirada—, ¡de los más grandes!

''Los más grandes'' del internado, como me habían explicado, eran los chicos y chicas de entre 15 y 16 años, más conocidos como la categoría ''Pet'', quienes se encargan de ayudar a los ''Dropet'' para cuidar a los más pequeños, es decir, los ''Kitten'', menores de 10 años. 

—Te refieres a los ''Pet'' o a los ''Dropet'' —pregunté curioso, pues estaban hablando sin más de ''los grandes'', ¿acaso generalizaban?

—¡Obviamente de los Pet! —respondió Eunbi indignada, y es que como es natural, los niños suelen adorar y respetar a los Dropet, como auténticos padres o madres.

Y es que el cuidado de todos los niños de este hogar, está a cargo de los adultos, que forman parte de la categoría ''Dropet'', siempre superando los veinte años. Eran cinco en total, y no hacía falta nadie más para cuidar a todos los niños.

Éramos quince en cada categoría superior a los 10 años (nosotros los Pripet (de entre 12 y 13 años), y los de diez y once años, que se categorizaban con el nombre de ''Proen'').

to do what it takes ☨      bang chanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora