El mar Negro,Odessa (Ucrania)
-Me encanta esto-declaró Lola,dejando de mirar a Sidorio para contemplar el mar helado-.Sabía que elegirías el lugar ideal para nuestra luna de miel.-Hacía tanto frío que las olas se helaban al romper contra la orilla.Era un espectáculo con una magia insólita,una magia magnificada por la intensa luz de la luna y el suave susurro de las olas en la lejanía,dando sus últimos suspiros antes de transmutarse en hielo.
Otra ventisca comenzó a tapar la mesa que los separaba.Lola miró a su esposo y le cogió la mano.
-Qué inteligente eres-dijo.
Sidorio sonrió. En el tiempo dolorosamente largo que llevaba vagando por el mundo,casi podía contar con los dedos de una mano las veces que lo habían llamado inteligente.
Dejó de mirar la resplandeciente cara de su esposa para contemplar el edificio que se erigía detrás de ellos. Una suave luz emanaba por las ventanas del hotel casi desierto. En otro tiempo,el edificio rococó había sido un palacio real y aún conservaba un cierto esplendor épico. Los Lockwood Sidorio eran los únicos huéspedes del hotel y habían elegido las habitaciones utilizadas en una ocasión por Pedro el Grande y su esposa,la emperatriz Catalina.《Qué apropiado》,había dicho Lola mientras arrebataba la llave al recepcionista,que también era el maître.
En ausencia de clientela durante el largo y crudo invierno,el hotel solo tenía el personal mínimo. Aquello importaba poco a los recién casados. Sus necesidades eran muy simples.
El maître se acercó a aquella pareja poco convencional pero infaliblemente generosa,sentada a su mesa al borde de la playa nevada. Aquella noche,la mujer con un curioso tatuaje de un corazón llevaba un abrigo negro que le llegaba hasta los pies;el hombre,un gabán que realzaba su porte ligeramente militar.
-Señor.-El anciano anfitrión se aclaró la garganta y anunció-:Han llegado los músicos. Tal como ha pedido.-Cumplida su misión,se alejó a su paso lento por la nieve.
Lola aplaudió,encantada. Miró tiernamente a su esposo y exclamó:
-¡Músicos!¡Bravo!
-Has dicho que querías música.-Sidorio la miró a los ojos-. Todo lo que mi esposa desea,yo se lo doy.
Lola sonrió.
-¿Todo?
Sidorio le guiño el ojo.
-Ponme a prueba.
-Un barco nuevo-dijo ella,al instante-. Uno como el de Trofie Wrathe. El Tifón.-Se quedó callada y sonrió-. No,como el Tifón no. Quiero el Tifón.
Sidorio parecía divertido.
-¿No te bastó con su mano de oro?
Lola hizo un puchero.
-Ese hijo tan repugnante suyo me lo volvió a robar. Da igual,cumplió su misión.-Sonrió al recordar cómo había utilizado la mano de Trofie como pieza central de su poco ortodoxo ramo de novia.
-Bien-dijo Sidorio-.Te conseguiré el barco.¿Qué más? ¿Algo que pueda conseguirte esta misma noche?
-Bueno-respondió Lola-.Resulta que tengo bastante sed.¿Y tú?
Sidorio asintió y sonrió. Silbó al maître,que seguía alejándose por la nieve para convocar a los músicos. Cuando el silbido atravesó el aire nocturno,el anciano se detuvo,dio media vuelta y comenzó a regresar,con sus raquetas de nieve lentas y no demasiado seguras.
-Tráiganos una botella mágnum de su mejor vino-rugió Sidorio.
El anciano enarcó una despeinada ceja cana cubierta de hielo.
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| Vampiratas 5 : El Imperio de la Noche |
FantasíaNunca los mares estuvieron tan embravecidos:el malvado Sidorio,sediento de venganza,quiere convertirse en amo y señor de los océanos y sembrar el terror con su tripulación de renegados. Por eso ha llegado el momento de que piratas y vampiratas,enemi...