Capítulo III

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|La Fiesta del Hombre Muerto|
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— Sigo sin entender por qué los shadowhunters os creéis mejores que los mundanos.

— Porque protegemos a los humanos. — habló Isabelle.

— Es verdad. Humanos, protegéis a los humanos. Dejasteis solo a Simon en la furgoneta. — recriminó la pelirroja — Buen trabajo chicos.

— Daba por hecho que los humanos tenían cierto grado de sentido común. — contestó el azabache molesto.

— Alec, déjalo.

— No le van a hacer nada a Simon, sólo quieren atraerte. Creen que tienes la Copa. — Thalia habló adelantando a la pelirroja.

— ¿Y por qué creen eso? ¡No tiene ningún sentido! — Clary intentaba que la castaña se detuviera.

Thalia escuchaba a la chica quejarse e hizo caso omiso avanzando por el pasillo. Minutos después los demás llegaron a la sala de control.

— Mirad esto, todas éstas máquinas. ¿Ninguna puede encontrar a Simon?

— En realidad son los de Camille. — habló Isabelle  — Está en el Hotel DuMort.

— ¿Y hemos vuelto aquí? Vamos allí, ¡vamos!

La chica Blackwood se levantó dispuesta a irse, estaba muy cansada de la actitud de la pelirroja.

— Necesitamos un permiso de la Clave.

Alec la detuvo antes de que pudiera marcharse y le suplicó que se quedara con la mirada.

— No podemos declararle la guerra a los vampiros.

— Ni tampoco actuar sin considerar todas las opciones. Son los del Submundo los que no controlan sus impulsos. — Alec se ganó una mirada fulminante de la castaña por la última frase.

— No los metas a todos en el mismo saco.

— Tienes razón, Izzy. Dicen que las seelies tienen su encanto. — la menor de los Lightwood alzó una ceja hacia su hermano.

— Si.. — Jace y Alec compartieron una mirada cómplice — Hadas, pixies, nixies... Cualquier ser mitad ángel, mitad demonio. Es un nombre muy general.

— Izzy sabe de ellas. Tiene una philia.

— Todos tenemos philias, ¿no, Alec?

El mayor de los Lightwood rodó los ojos y miró hacia otro lado.

— No me importa, Simon es prisionero de unos vampiros. Iré yo sola.

— Clary conseguirás que te maten.

Jace siguió llamándola pero la pelirroja hacía caso omiso hasta que Thalia mencionó que también matarían a Simon y se detuvo. Clary volvió a pedir que la ayudaran logrando aburrir a la castaña, que miraba sus uñas como si fueran la cosa más interesante del mundo.

— Si lo hacemos, necesitamos armas y no podemos dejar que nos vean cogerlas.

— Creo que tengo la solución.

***

— ¿Qué tumba es?

— Mary Milligan, 10 de enero 1802-1878. — respondió Izzy bajando de la furgoneta.

— Bien, Alec vamos.

— ¿Pero qué estamos buscando?

— Armas escondidas.

𝐅𝐄𝐀𝐑𝐋𝐄𝐒𝐒 || Alec Lightwood ➰Donde viven las historias. Descúbrelo ahora