Adri se golpeaba con la palma de la mano en el glúteo derecho a modo de jinete del Séptimo de Caballería, cabalgando de nuevo hacia la fuente. Cuando llegaron, la avispa empezaba a mover levemente una pata...un ala. Adri la levantó del suelo y la ató un extremo del hilo a la finísima cintura, eso sí..con sumo cuidado, para no romperla. Un ratito más de calor a la luz revitalizante del sol y empezó a mover las alas con rapidez, elevándose hacia el cielo como un globo de helio, como una cometa. Seguían a la avispa de un lado a otro recorriendo el barrio, agarrando el hilo del otro extremo, volando, a vista de avispa.
-¡¡Niñooo!! ¡¡Adrii!! ¡¡A comer!!- Gritó la madre desde la ventana de la casa que daba a la calle
-Creo, que aunque estuviéramos a dos kilómetros de distancia de mi casa, podríamos escuchar sus gritos sin ningún problema- Masculló enfadado.
Aunque no les apetecía nada acabar con la aventura, no quedaba otro remedio que obedecerla, sabían que mamá era de zapatilla suelta, la mejor, la más rápida. Cruzaron el umbral del portal, el pasillo seguía fresco. Lucía, desde el soleado patio, sentada a la sombra junto a su madre en sillas de madera con asientos de mimbre, levantó la mano y les saludó. Adri, sonrojado, anudó el extremo del hilo al tirador de la puerta de su casa, dejando que la avispa tuviera cierta... ¿libertad? Podría decidir por ella misma. si posarse en la puerta y descansar, o volar la poca distancia que la permitía la medida del hilo.
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Eterno sueño
AventuraEra verano, la estación preferida de todos los niños del mundo, !vacaciones! Bueno...exceptuando las Navidades ¡claro! No se saben, y nunca se sabrán, los motivos exactos por los que los chavales ni sufren ni padecen las inclemencias de esta caluro...