Jefferson se despertó con una migraña titanesca. Después de hacer un gran esfuerzo para abrir los ojos miro a su alrededor para percatarse que se encontraba en una muy humilde alcoba. El lugar era pequeño comparado con la habitación de su pent-house y muy desordenado. Sin embargo el sitio daba un aire de nostalgia, era cálido y hogareño. Jefferson disfruto del calor de las mantas hasta que cayó en un detalle crucial. ¡Esa, no era su casa! El virginiano se levantó de golpe intentando de recuperar los fragmentos perdidos de la memoria del día anterior.
- Hey Jefferson, si ya te levantaste te importaría venir a la cocina, tu desayuno se va a enfriar. – Hamilton acababa de gritar des de la cocina del apartamento confundiendo a Jefferson aún más.
El moreno se envolvió en las cobijas y con pereza se dirigió a la puerta que daba a la cocina comedor del latino. Hamilton estaba iluminado por la luz que provenía de su ventana lo que le daba un aura acogedora. Por un momento el sureño creyó ver un ángel. El chico estaba parado delante del fogón preparando el... ¿desayuno dijo? Jefferson ya ni se acordaba, lo único que quería hacer era abrasar al más bajo por atrás y apoyar su cabeza sobre sus hombros. El estado de Jefferson era tal que después de pensarlo varias veces le pareció una buena idea. Por lo que procedió con la idea. Deslizo sus brazos en el espacio que se encontraba entre Alexander y el fogón. La acción de Jefferson confundió al chico quien detuvo lo que estaba haciendo para analizar la situación. El virginiano estaba aun claramente medio dormido por lo que Alexander decidió hablarle a ver si se daba cuenta de la posición en la que se encontraba.
- ¿Que ahora piensas usarme como almohada? – misionó sarcásticamente el caribeño, causando que Jefferson se separara de el de repente.
- Perdón, aún estoy medio dormido y la jaqueca me está matando.
- Anda ve a sentarte a la mesa el desayuno ya está listo.
Ambos se sentaron silenciosamente en la mesa. No se miraban solo comían en un habiente un tanto incomodo según el moreno. Sin embargo Hamilton comía su desayuno como un niño que se preparaba a su primer día de escuela. Jefferson abecés se preguntaba cómo es que Hamilton podía ser tan sincero. Él había crecido en un mundo en el que todos llevaban una máscara que ocultaba lo que realmente pensaban. Un mundo que lo ahogaba en soledad. Pocos habían sido los que se dignaron a mostrar su verdadero ser. La primera vez que vio a Hamilton fue como un rayo de sol y mientras más lo miraba más la luz era resplandeciente. El chico no cortaba sus palabras, sonreía cuando quería, se enfadaba si ese era su ánimo, luchaba, gritaba, argumentaba, vivía. Si alguien algún día le preguntaba quién era Alexander Hamilton, él no sabría por dónde empezar. Solo había una cosa que era segura y es que, con su explosiva personalidad, no había nada que parase a Alexander.
- Entonces, Jefferson... ¿Te acuerdas de algo de lo que pasó ayer?
- Solo me acuerdo de que visitamos el puerto y que tu sorprendentemente sabes más de Nueva York que el mejor de los guías. – respondió el más alto con una sonrisa.
- Bueno asumo que habré de contarte el resto – dijo Hamilton. La noche pasada había completamente cambiado la imagen que tenia de Tomas. Incluso se podría decir que ahora le agradaba.
- Procede entonces.
Hamilton le contó como tuvieron un argumento sobre como el Wiski era mejor que el Ron lo cual el no dudo en cuestionar. Dicho argumento los llevó a un bar en alguna esquina de Nueva York. Ahí Jefferson se emborrachó con Ron marcando así a Hamilton como el ''ganador''. El caso es que Tomas resultó ser un borracho sentimental. El entonces empezó a soltar todas las verdades de su vida. De cómo estaba cansado de ser controlado por su padre, de cómo le había dolido la muerte de su madre, hablo sobre sus sueños y sobre lo que quería hacer con su vida. Para ese entonces Hamilton sabia de que no podría mandarlo a su casa en ese estado por lo que lo trajo a la suya. Gordas las grimas resbalaban por las mejillas del más alto. Parecía un niño perdido.
A este punto Hamilton calló, pues parte de lo que venía después sería un secreto entre Jefferson borracho y él. Hamilton tomó piedad en el hombre frente a él y decidió hacer lo que su madre habría hecho en su lugar. Tomo al chico por su desordenada melena y depositó su cabeza sobre sus piernas y mientras acariciaba su cabellera le canto una nana que antes le cantaba su madre. El niño retomo la compostura y se calmó más las palabras que dijo después lo dejaron pensando.
- Dijiste ''Lo siento, lo siento tanto. No debí haber escuchado a James. ¡No lo voy a hacer lo prometo! Pero de verdad siento por siquiera haber pensado en eso'' y luego te dormiste. – concluyo el caribeño – ¿Que quisiste decir con eso?
- Bueno ya no vale la pena esconderlo. – con eso Jefferson le contó todo. Le explicó por qué quería escaparse de su padre y su matrimonio arreglado. Le dijo de la idea de James y de cómo no pensaba hacerlo pero que no vio otra escapatoria. Pero al final no lo haría. Le dijo que él no podía jugar con los sentimientos ajenos.
- ¿Haber si entendí, querías que yo me hiciese pasar por tu amante para enfadar a tu padre como la cereza sobre el pastel y así deshacerte de el de une vez por todas?
- Si – respondió el sureño avergonzado y sin mirar al otro a la cara.
- Creo que podemos llegar a un acuerdo – dijo Alexander haciendo que la cabeza del más alto se levantase como resorte. El simple hecho de que Hamilton lo les estuviera gritando rayos y centellas ahora mismo era simplemente sorprendente.
- ¿Qué quieres? Estoy dispuesto a darte lo que quieras – Jefferson estaba desesperado.
- Quiero que leas mis planes de negocio completos y que me digas claramente lo que no te gusta en vez de decirme que son ''mediocres'' lo cual no lo son – el Play Boy estaba estupefacto Hamilton podía haberle pedido lo que quisiera, un carro, una casa, parte de sus acciones en la bolsa pero solo le pidió eso.
- ¿Estás seguro que eso es todo lo que quieres?
- Sí, no me gusta aprovecharme de la desesperación de los demás. Ahora vamos y a ayúdame a fregar. Tenemos que ir al trabajo hoy. ¿Recuerdas? - mencionó el chico regalándole a Jefferson una radiante sonrisa.
Jefferson, al escuchar esas palabras, técnicamente se teletrasportó a la habitación donde amaneció para arreglarse. Esa mañana ambos llegaron corriendo al trabajo, con la ropa medio desordenada y muy agitados pues resultó ser que Jefferson no sabía tomar el metro. Mas ahora en vez de enfadarse el uno con el otro, ambos reían de lo ridícula que era su situación.
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Hola. Hace ya medio milenio que no escribo un capitulo decente. 。(*^▽^*)ゞ
¡Tenía unas ganas de hacer que estos dos se acercasen aunque sea un poco! \٩(๑'^'๑)۶/
Ahora la historia va por fin a tomar un rumbo más romántico para estos dos
P.D: No olviden comentar y darle a la estrellita(✧∀✧)
Atte. S2 Queen
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¿Por qué no? ||Jamilton|| (Cancelado y puesto en adopción)
FanfictionNo habían pasado más de 30min de conocerse y ya creían odiarse. -¡Inmigrante! -¡Retrasado! -¡Connard! -¡Fils de pute! -¡Palo della luce mal vestito! -¡No hables en chino enano! - ¡Hah! Primo, el chino no es un idioma. Secondo, los idiomas de china s...