Se tenía que decir y se dijo |XXI|

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Hamilton se sentía hiperventilar, algo lo estaba apretando cómo anaconda a su presa. Rápidamente abrió sus ojos en un intento de saber que está intentando matarlo solo para encontrase con la cara de Jefferson. Alexander juraba que, si el chico no lo estuviese matando, él se hubiese quedado viendo el cuadro ante el durante horas. El sol daba justo en el ángulo correcto para besar a la mitad de su rostro y lentamente dispersarse dejando un perfecto degradado. Su alborotada melena le hacía de almohada y algunos mechones se esparcían por su cara. Su expresión tranquila sus mejillas ligeramente sonrojadas dado a la presión de estar apretadas contra su brazo y sus labios rojos ligeramente apartados le daban un aspecto tentador, casi hipnótico. Pero recordemos que el protagonista de esta historia estaba siendo exprimido por su compañero de trabajo. Así que lentamente se fue deslizando fuera del cálido abrazo hasta por fin liberarse y respirar cómodamente. Entonces sí pudo admirar lo que tenía delante y el tiempo pareció detenerse y... Franklin irrumpió en la habitación.

- Buenos días bello y bestia dur...

- Chhhhhhh. – Alexander coloco su dedo delante de sus labios en un intento de hacer callar a su amigo para luego susurrar – Pendejo. A quien en su sano juicio se le ocurre levantar a alguien asi.

- Perdón – murmuró Benjamín de forma apologética más su rostro indicaba que no lamentaba nada. Pero eso era normal de él. Le gustaba aprovechar esas pocas oportunidades en las que se levantaba primero que el latino para hacer de las suyas. Pues, siendo compañeros de piso en la universidad, muchas fueron las noches en las que Franklin no pudo dormir porque Alexander se propuso a estudiar hasta altas horas de la noche. Asi que el neoyorkino tenía que aprovechar esas milagrosas ocasiones para llevar a cabo su dulce venganza.

- Vamos, voy a preparar el desayuno – indico el más bajo saliendo.

- Ahora voy...tengo algo que hacer - explico más para sí mismo que para Hamilton. Una vez se hubo cerciorado de que la puerta estaba cerrada se encaminó, en puntas de pie hacia el virginiano y con plumón en mano comenzó a hacer su travesura.

Jefferson se levantó al sonido de las risas en la cocina. La cama a su la do se sentía fría por lo que intuyó que Hamilton ya estaba despierto. Se estiró, se sentó en la cama y salió de la habitación solo para encontrarse con una imagen que no le gustaba en absoluto. Hamilton estaba tratando de cocinar pero Benjamín lo abrazaba por la espalda haciéndole cosquillas lo que causaba que Hamilton riera al mismo tiempo que trataba de hacerle parar. ¡Parecían una pareja de recién casados! Nop, a Jefferson definitivamente no le gustaba.

- Aham, buenos días

- ¡Jefferson! Buenos días – saludó el latino apartando al neoyorkino de un empujón. "Misión cumplida", se dijo el virginiano a sí mismo.

- Si, buenos, días – soltó franklin con un tono un tanto más oscuro.

- Um, Thomas, tienes algo en tu cara – mencionó al más bajo aguantándose la risa.

- ¿Uh?

- Mírate en el espejo del baño. – indico Alexander antes de que Jefferson se precipitara a la pequeña habitación.

- ¡Pero que diantres! ¿Quién hiso esto?

- Franklin... ¿Enserio? Pesé que ya habíamos pasado por esto.

- No pude evitarlo – Benjamín estaba orgulloso de su trabajo. Minutos después El virginiano regresó a la sala comedor mirando como fiera a Franklin. El desayuno empezó siendo mayoritariamente animado por Alexander quien trataba de bajar la tensión lo cual consiguió al paso de los minutos. Media hora más tarde los tres ya estaban listos para irse pero antes de salir del edificio se encontraron con Julia.

¿Por qué no? ||Jamilton|| (Cancelado y puesto en adopción)Where stories live. Discover now