14 de noviembre de 1918...

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Esta mañana he recibido órdenes estrictas del mayor Sayers de prepararme para poner en movimiento a nuestra unidad. El no dijo hacia donde nos dirigíamos. Lo extraño y ridículo de todo esto es que: ¡nos vamos a unir a un batallón alemán en el camino!, ¡pero bueno!, la guerra acabo hace algunos días, así que supongo que los alemanes ya no son más nuestros enemigos, además también estarán presentes tropas de los franceses y los ingleses así que supongo que estaremos seguros en caso de que intenten algo.

Aun así, el viaje hacia nuestro destino desconocido fue difícil debido a la fuerte lluvia que enlodo los caminos y retraso a los caballos y a nuestros vehículos de transporte. Me pregunto ¿por qué no nos trajeron en tren para ahorrar tiempo?, al final hemos llegado a las cercanías de una pequeña ciudad alemana llamada Carveola que no aparece en nuestros mapas y cerca del anochecer llegamos a lo que parecía ser una línea de trinchera desierta.

Recibí órdenes de dirigir una unidad de exploración para investigar los extraños movimientos vistos por algunos de los soldados y de matar a cualquier persona que saliera de la ciudad y de dispararles específicamente en la cabeza, jamás imaginé a qué tipo de enemigos nos íbamos a enfrentar ...

Desde de la niebla que cubría los alrededores y el interior de esa ciudad, salieron algunas personas extrañas y decaídas que comenzaron a acercarse lenta y torpemente hacia nuestra posición en la trinchera, creyendo que no era necesario dispararles a los que yo creía eran civiles en esos momentos, así que simplemente ordené a el cabo Rogers y al raso Williams que hablaban algo de alemán a disuadir a los civiles de seguir avanzando y de regresar a la ciudad de inmediato.

Observe desde la trinchera con mis binoculares como ambos soldados se acercaron a una distancia prudente de aquellos individuos y les empezaban a hablar para que desistieran de seguir avanzando, yo debí de haber hecho caso de la orden que me dio el mayor Sayers de matar cualquier cosa que saliera de la ciudad, pues los individuos que yo creía que eran civiles en aquel momento, no solo no hicieron caso a las advertencias de retroceder a la ciudad, sino que atacaron al raso Williams mordiéndolo en el brazo a lo que el cabo Rogers disparo con su rifle a la cabeza del hostil y se llevó al herido raso de regreso a la trinchera, mientras que ellos eran cubiertos por el resto del pelotón desde la trinchera que comenzó a disparar hacia los hostiles que por el disparo del cabo habían comenzado a moverse de forma más rápida e errática a nuestra posición con claras intenciones hostiles.

El encuentro finalizo en menos de dos minutos, a pesar de que la guardia en nuestra sección de la trinchera era de solo 24 hombres y 1 ametralladora vickers(contando al raso Williams y al cabo Rogers), matamos a todos los hostiles que intentaron entrar a la trinchera, al final desde la distancia con mis binoculares conté unas 104 bajas, casi todas provocadas por la ametralladora que poseíamos.

Al mirar más de cerca al cuerpo de uno de los hostiles que habían muerto y que estaba más cerca de nuestra posición con ayuda de mis binoculares y los últimos rayos del sol, me di cuenta que por la distancia no me había percatado que este parecía un cadáver en un estado algo avanzado de descomposición y el viento que comenzó a soplar hacia nuestra trinchera llevo consigo un olor putrefacto de aquellos cadáveres que yacían en tierra de nadie que en verdad era demasiado fuerte como para ser de cadáveres recientes, cosa que confirme al observar de nuevo desde la trinchera y confirmar que todos ellos tenían un estado de descomposición similar al cadáver que vi antes, después por extraño que suene los cadáveres comenzaron a descomponerse y simplemente se evaporaron hasta desaparecer, lo que me dejo desconcertado a mi y mis hombres.

Después de observar el terreno ordene al raso Harold nuestro médico, curar la herida que tenía el cabo Williams en el brazo derecho, luego de ello pude escuchar los murmullos de algunos soldados asustados diciendo que le dispararon 5 veces en el torso a una de esas cosas y que el maldito no cayó hasta que un disparo le dio en la cabeza y que ese no fue el único pues la situación se repitió con otros hostiles que no cayeron hasta recibir bastantes disparos en el torso o recibir uno de lleno en la cabeza. Normalmente estos comentarios los habría pasado por estrés de combate pues la unidad había estado en combate antes, pero no pude hacerlo ya que yo mismo experimente esta situación no con uno sino con cuatro hostiles que seguían caminando como si nada les hubiera pasado a pesar de que les pegue 3 tiros en el torso a cada uno de ellos por lo que me desespere y ordene a los artilleros de la ametralladora disparar a ese pequeño grupo.

Estábamos asustados y confundidos ya que nunca habíamos visto ni escuchado de personas que sean capaces de recibir un disparo en el pecho, caer, pararse y seguir caminando como si nada hubiese pasado e inmediatamente pedí una explicación por radio al alto de mando de a qué demonios nos estábamos enfrentando a lo que ellos solo me dijeron que mantuviera la posición a cualquier costo y que no dejara pasar a ningún hostil en nuestra sección y que esperara la llegada de refuerzos alemanes y británicos en la mañana comandados por un tal Coronel Kropp.

Luego de eso el operador del otro lado simplemente corto y cuando me disponía a ordenarle al oficial de comunicaciones que volviera a llamar al alto mando uno de los soldados grito que venían más hostiles a lo que ordene al pelotón ponerse en posiciones defensivas y comenzar a disparar de nuevo contra los hostiles nuevamente. Nos pasamos desde las 1940 horas hasta las 2300 horas disparando hacia los hostiles pues no dejaban de salir de aquella niebla lejana a nuestra posición, que suerte que el cielo estaba despejado y que la luz de la luna nos mostrara la posición de los hostiles pues en verdad la oscuridad nos impedía acertar muchos de nuestros disparos además de que ahora muchos de los soldados comenzaron a disparar a la cabeza de los hostiles.

Finalmente, cerca de las 2300 horas el nuevo ataque de los hostiles finalmente ceso, aunque este también gasto la tercera parte de nuestra munición, por lo que finalmente pudimos descansar al fin, luego di la orden de mantenerse en guardia a la mitad del pelotón y al resto les dije que descansaran cuatro horas para después cambiar de turno con la otra mitad, aunque note en sus miradas que estaban muy asustados como para dormir esta noche.

"El Incidente Carveola".Donde viven las historias. Descúbrelo ahora