No me gusta la vida de princesa

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Punto de vista de William.

Estaba un poco inquieto. No podía dormir con tanta tranquilidad al saber que voy a tener que salir nuevamente a una misión y lo más importante, no quiero volver a perder el control. Por lo que me había contado Beatris llegó un momento en el que intenté atacarlos y eso es imperdonable, tenía la cicatriz de mi labio hasta casi la barbilla como recordatorio.

Actualmente estaba tirado en la cama mirando al techo en un intento de que el sueño viniese a mi cuerpo, pero no lo conseguía y no me apetecía drogarme con pastillas para conseguir el sueño. 

Mi cabeza estaba llena de pensamientos de que podría pasar en la misión. De quien me podría encontrar y que tipos de monstruos tendré que enfrentar. También se que tengo que proteger a Beatris, puede que sea buena en la magia rúnica, pero por ahora no sabe nada de combate por lo que debo protegerla con todo lo que tengo.

La noche pasó y no dormí bien, lo raro es que tenía energía suficiente como para moverme con libertad, debe ser gracias a Mórrigan. Ya era de mañana por lo que decidí prepararme y salir antes. Dejé una nota a mi amiga y salí para intentar a clarar mis ideas.

Al poco rato llegué a la entrada en la que habíamos quedado en un principio. Somos cuatro y yo soy el primero en llegar, cosa que me extraña mucho de mis otras dos compañeras. Pasó el tiempo y decidí tumbarme a los pies de un árbol y mirar las nubes pero fui interrumpido por la voz Josh.

- Madre mía Willy, ¿Pero qué haces ahí tirado compañero? - Dijo con un tono amigable que me incitaba a jugar a minecraft y no sabía porqué.

- No podía dormir así que me preparé y salí antes. - Le dije mientras me incorporaba para mirarlo solo para encontrarme a cuatro caballos con él. ¿Que haces tú aquí? Pensé que te habían asignado la crianza de los potros recién nacidos.

- Así es, pero primero he venido a dejaros en medio de transporte hasta la llegada al punto de control. - Dijo con una sonrisa. - Cuando lleguéis al punto de control donde está la runa Raido dejaréis allí los caballos, donde os encontraréis con mi hermano Katon, otro hijo de Epona. Él los cuidará bien hasta que volváis. - Con eso dicho se fue dejándome con cuatro yeguas.

Los animales me miraban curiosos, nunca antes me habían visto y lo más seguro es que se preguntaran como sería yo y que les fuera a hacer. Al poco perdieron su interés en mi y comenzaron a esperar pacientemente a los demás, por lo que me permitieron seguir con mi pasatiempo de mirar las nubes. El ambiente era muy tranquilo, las yeguas no hacían nada malo, una agradable brisa soplaba el viento otoñal, no parecía que tenía que ir a una misión con la princesa de un reino mítico.

Pasaron cerca de diez minutos cuando una de mis compañeras apareció. La princesa rubia que estaba enfrente de mi vestía ropa normal y corriente, no los vestidos de aspecto antiguo que le había visto vestir ni la ropa de entrenamiento. Ahora llevaba unos pantalones baqueros que abrazaban sus piernas de color azul, unas botas de aspecto duro de color negro, una camiseta de color blanco y una chaqueta de color azul que la abrigaba, aparte de que su melena rubia estaba recogida en una coleta. Nunca la había visto de esa forma y he de admitir que era atractiva.

- Hola William. - Dijo ella con una sonrisa al verme tirado en el suelo. - Veo que llegas pronto, me gusta tu vestimenta. - Dijo señalando mi conjunto de ropa que consistía en un pantalón negro con una deportivas azules, un jersey de color blanco y la chupa de cuero negro de las panteras negras. - La chaqueta me encanta, ¿dónde la compraste?

- Fue un regalo de unos amigos cuando me vio obligado a venir aquí. - Dije sin mucho interés en la explicación, decirle que es de una banda no creo que le guste. - Me sorprende que no haya llegado Beatris, no suele tardar mucho en cuanto se refiere a una reunión.

El trono de los héroesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora