Pasado turbio

12 1 2
                                    

10 Años antes
Base del ejército en el desierto

-Arturo, Jonatan, Antonio, y Ezequiel preparen sus cosas se van en la mañana- gritaba un sargento al entrar a la tienda de casa de acampar donde los 4 soldados descansaban cada uno en su camastro con un desorden a su alrededor debido al tiempo que llevaban esperando a que los mandaran a servicio activo.

Arturo y Ezequiel eran los más maduros ya teniendo un cargo en su unidad pero descontentos por ser ellos cuatro los únicos llamados a esta mision.

Jonathan y Antonio los más jóvenes un poco más descontrolados y desesperados ya por salir de aquel lugar.

Antonio: —ya, ¡por fin nos iremos de este infierno!- comentaba levantándose y estirándose volteando a ver a sus compañeros los cuales solo se limitaron a devolverle la mirada sin decir palabra. A pesar de ser el más joven con 30 años ya tenía una pequeña de 10. Recordaba que ella era por lo cual estaba allí.

Jonathan solo veía una foto de su joven novia la cuál lo esperaba en su ciudad natal con la firme intención de formalizar y casarse al tener una familia con el.

Ezequiel siendo ya el mayor tenía más paciencia, meditando, pensando en su hijo que ya estaba llendo a la universidad y era su mayor orgullo, esperaba verlo al regresar.

Arturo le seguía en edad con solo unos años más joven, el también tenía una hija un poco más joven que el hijo de Ezequiel.

A pesar de que eran muy unidos en servicio y en combate ninguno de los cuatro sabía demaciado de sus familias, eran excelentes compañeros pero no lo suficiente como para juntarse a una comida con sus familias.

Empezaban a acomodar y recoger antes de irse a dormir para en la madrugada esperar a que pasarán por ellos, llegado el momento se subieron a la Hummer que los llevaría a su puesto.

—¡Mision de reconocimiento! Señores, no queremos héroes aquí— les gritaba un sargento en el camino sin darles oportunidad de responder —si ven algún movimiento sospechoso única y exclusivamente reporten, aún no estamos seguros de que estén adentro a los que   buscamos—

Los cuatro soldados se limitaban a escuchar. La Hummer se detuvo y todos bajaron cerca de una colina más o menos Grande y más que nada rodeada de áreas rocosas del mismo desierto. Los cuatro tomaron sus cosas y buscaron un lugar donde acampar, el sol empezaba a salir así que debía ser algo discreto y camuflado obviamente para no ser detectados.

Ya montado el campamento también oculto por las rocas, altas cómo pequeños edificios, empezaban a vigilar a lo lejos una pequeña base militar, del enemigo, y en cuanto empezó a haber movimiento se alertaron los cuatro soldados,
—nadie se mueva, presten atención.—mencionaba Arturo mientras les hacía señas y los demás se limitaron a asentir y agacharse.

Ezequiel y Arturo con los binoculares y los otros dos con miras de armas largas pero los cuatro atentos a lo que pasaba.

Llegaban dos camiones grandes llevando pasajeros y escoltados por dos cuatrimotos y una camioneta Humer atrás, el complejo era una casa grande como de tres pisos y varias habitaciones, el lugar era grande, y bien vigilado a parte de contar con una reja alrededor para cubrir el perímetro y no dejar a nadie pasar más que por la puerta principal. También contaba Con 2 guardias atrás uno en cada lado y dos al frente para el acceso, estos vestían con uniforme militar de comando, a diferencia de los que ya estaban dentro y de los que venían llegando que vestían con sus típicas ropas de su país.

Al recibir a los camiónes y sus escoltas, estos se detuvieron al frente y salió el conductor del camión y se dirigió a la parte de atrás para abrirlo y empezar a bajar a las personas al igual que en el segundo camión.

Ezequiel miraba en silencio e inmóvil acompañado de Arturo y veían como bajaban de los camiones y para su sorpresa bajaron niños de entre 10 y 12 años aproximadamente y los empezaban a formar en el patio, —¿Que están haciendo?— se preguntaba Arturo. Desde dentro del edificio salieron varios tipos con armas largas formándose al frente de los niños, —¿Los van a ejecutar?— pensaba Ezequiel. Pero al llegar cada soldado a uno de los niños les comenzaron a dar las armas, y sorprendidos las tomaron para recibir instrucciones de los soldados, para el más pequeño era pesada el arma y por consiguiente la tiro, uno de los soldados lo golpeó. Ezequiel enfureció al ver tal escena y se iba a poner de pie pero Arturo lo detuvo.
—¿Que estás haciendo? Nos van a descubrir— le decía mientras impedía que se levantara.
—¡¡Esos malditos!!— gruñía de rabia.
—No podemos hacer nada— respondía Arturo —debemos esperar.
—¿A que? ¿A qué maten al pequeño Y armen a los demás? Los están reclutando, los obligan, ¡Son niños! maldición.
Mientras discutían a lo lejos seguían viendo como los soldados les mostraban las armas a los pequeños, les daban clases.
Ezequiel se retiraba del punto de observación hacia el campamento, furioso.
—Debemos hacer algo,—casi gritaba.
—Si, reportarlo y esperar a que vengan por nosotros, o esperar órdenes y refuerzos. Le detenía Arturo.
Jonathan y Antonio los miraban discutir y unos de ellos sacaba el radio para contactar a sus superiores y para esto le daba el radio a Arturo.
—Gracias, chico, suban ustedes dos y sigan observando— y así lo hicieron.

Al reportarlo le dijeron que llegarían en dos días con refuerzo aéreo y un helicóptero para recogerlos.
—Estaremos listos—respondia recibiendo la mirada incredula de Ezequiel, quien no estaba conforme.

Tuvieron que aguantar las ganas y esperar aunque seguir observando.
Al anochecer ya estando todos adentro y tranquilos, hicieron cambio de guardia y Ezequiel volvía a vigilar aunque con disgusto acompañado de Arturo. Al paso del tiempo vieron revuelo en el interior y enseguida se oyeron disparos y gritos de niños que apesar de estar a cierta distancia se distinguían, Ezequiel muy alerta de todo quizo ir a ver más cerca pero no pudo al ser detenido por Arturo.
—Algo está pasando, y tienen niños adentro, debemos ir a ver— gritaba.
—No, debemos esperar— le respondía sujetandolo para que no se fuera,
Ezequiel solo se limito a girar y darle un golpe con el cual Arturo quedó noqueado y tirado en la arena. Busco a sus demás compañeros y estaban dormidos, así que tomo sus cosas y sus armas y decidió acercarse al complejo sin apoyo y sin saber que estaba sucediendo o lo que iba a pasar.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Apr 12, 2020 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Sin PistasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora