Tulipanes amarillos

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La casa estaba silenciosa, como normalmente solía permanecer. Sin embargo, unos pasos resonaban a lo largo del pasillo, siendo el único sonido que se lograba discernir. Se trataban de dos jóvenes de rasgos orientales, expresiones entre serias y divertidas, y que tranquilamente se encaminaban a una habitación en particular.

No tardaron mucho en llegar.

El pomo de la puerta fue girada y ésta fue nuevamente abierta, emitiendo un leve chasquido. El interior del cuarto les devolvió una imagen que para nada se esperaban.

Ambos muchachos quedaron petrificados y anclados al suelo, ante lo que sus ojos veían. Sorprendidos, cada uno con los mismos gestos de incredulidad, se miraron de reojo por un momento, e intentaron por todos los medios no soltar una blasfemia.

La escena lo ameritaba. Sasuke y Menma estaban en el suelo. El primero debajo del otro, sujetando los hombros del contrario en un vano intento de levantarlo. Ciertamente, la situación podía ser malinterpretada y muy comprometedora. Sin embargo, Menma parecía estar más muerto que vivo, y eso les hacía sospechar que tal vez el Namikaze había tratado nuevamente de sobrepasarse con Uchiha, y éste se había defendido, golpeándolo y dejándolo inconsciente.

Pero solamente era una teoría. Una muy divertida.

—Al menos espera hasta que se recupere, Uchiha—se mofó el pelinegro, sin pelos en la lengua y una sonrisa que para nada lucia verdadera. Gaara se pregunto si es que Sai estaría celoso, por la manera en que fruncía las cejas y se metía en asuntos que ya eran bastante obvios.

—Tsk. No es lo que piensan—aunque en un primer momento sintió la necesidad de dar una explicación y apartar el cuerpo de Menma, su cerebro lo forzó a mantenerse quieto para no lastimarlo más. En ves en eso, trato de sobrellevar la vergüenza con un ademan de cabeza y su usual carácter orgulloso—En vez de estar parados sin hacer nada, ayúdenme a quitármelo de encima.

Gaara y Sai se dieron una mirada cómplice, con apenas una leve sonrisa que Sasuke detestó más que nada. Asintieron y caminaron hacia ellos para ayudar al moreno. Levantaron a Menma con cuidado y sin mucho esfuerzo, dejándolo acostado sobre la cama. Gaara agarró las sabanas y la colcha, arropándolo en silencio, al tiempo que Sasuke se sacudía el leve polvo que se había adherido a sus ropas. Justamente ese día tenía una reunión en la empresa, y no podía presentarse así.

—Yo me retiro—anunció, antes de que retomaran el tema de cómo lo habían encontrado hace un momento. Solo quería marcharse ya, y aquellos dos no le caían precisamente bien. Sobre todo porque se trataban de los mejores amigos de ese mujeriego.

—Que buena noticia— comentó Sai, sentado en el borde de la cama con las piernas cruzadas y mirándolo de forma no tan amigable.

Gaara rodó los ojos, ante el comportamiento inmaduro de éste. Aunque también ese concepto podía ser aplicado en Uchiha, que fulminaba a Sai con la mirada. En realidad, ambos lo hacían, pero a Sai no se le daba tan bien como a Sasuke. Éste solamente le dedicó una sonrisa arrogante.

—Yo nunca voy a agradarte, ¿no?

—Mientras estés en la lista de conquistas de Menma, no—sentenció, calmado como ningún otro—No me agradarás hasta ese momento.

—No es mi culpa que tu ex novio ande detrás de mí. Y tú eres testigo de ello.

—Oigan, ambos—interrumpió Gaara aquella estúpida conversación que no llevaría a ninguna parte—Sepan que Menma ha cambiado—miró al moreno—Sai, deja de ser tan celoso. Tu y él terminaron hace tiempo ¡Supéralo!—luego miró a Sasuke—Dudo que Menma esté detrás de ti como un perro faldero, despreocúpate, finalmente ha madurado y abierto sus ojos.

Vida fingidaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora