Perdoname. [Geraskier]

Apologize.

Me estoy agarrando de tu cuerda, que me tiene a diez pies del suelo.
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—Jaskier. —le detiene la gruesa voz de Geralt. Sonriendo con esfuerzo, el bardo se gira y enfrenta al gran hombre.

—Hey. —su voz es áspera y de alguna forma su sonrisa es torcida. —Y nos volvimos a encontrar. —ríe secamente. Pensó que había superado las palabras que Geralt le había dicho la última vez que se vieron, pero han regresado y duelen como un golpe.

—Hmm. —Geralt asiente, su mirada parece menos ruda de lo que Jaskier recuerda. —Jaskier... —menciona y duda, la incomodidad los rodea y es nuevo.

En todo el tiempo que habían llevado viajando, jamás habían pasado por un momento incómodo y ahora el recuerdo es realmente deprimente.

Jaskier pensó que las cosas volverían a ser como siempre entre ellos dos cuando se volvieran a ver, pero no imaginó que eso sucedería con Yennefer en medio.

—Lo siento.

—¿Qué? —Jaskier agrandó sus ojos, totalmente sorprendido por lo que había escuchado.

—Me disculpo por mis palabras luego de lo que ocurrió con el djinn. No debí gritarte de aquella forma, estaba enojado.

—Espera ¿Te estas disculpando conmigo? —la sorpresa sobrepasa al bardo, provocando que suelte la carcajada de su vida. No se estaba burlando, sólo nunca creyó que el gran Geralt de Rivia se disculpara con él.

Geralt entonces gruñe, inconforme con la reacción de Jaskier. Se estaba disculpando y él nunca lo hacía con frecuencia.

—No. Lo siento, es sólo que... No lo esperé. —dice el bardo tomando aire, calmando su risa para ver a los ojos brillantes del gran hombre de cabello blanco. Era extraño pero Jaskier ya no se sentía tan tenso y pesado sobre Geralt, era como si la disculpa hubiera solucionado todo.

Pero el brujo siguió hablando.

—Iremos mañana a una cacería de dragones. —menciona como si nada.

—¿Y quieres mi melodiosa y grandiosa compañía? —jugó Jaskier sonriendo con humor, lleno de sentimientos totalmente diferentes a los que había sentido últimamente.

Geralt gira los ojos, pero el bardo puede ver la pequeña media sonrisa que aparece en su rostro. Y allí esta otra vez ese sentimiento de satisfacción al ser él y sus bromas quien la haga aparecer.

—Lo mencionó nada más. Acompañare y ayudare a Yennefer a conseguir al dragón, será demasiado complicado dejarle todo a ella. —dice, su pecho se hincha y su sonrisa no puede evitar aparecer como nunca aparece para Jaskier.

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Y escuchó lo que dices, pero no puedo emitir ningún sonido. Dices que me necesitas, luego vienes y acabas conmigo.
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—Increíble. —suelta Jaskier sin darse cuenta, su tono es bajo y decepcionado.

Geralt se le queda viendo, no entiende por qué aquella reacción tan apagada del bardo. Esta por preguntar, pero Jaskier es más rápido.

—Gracias, Geralt, pero paso, no quisiera ser nuevamente una carga. Espero disfrutes tu cacería de dragones. No mueras, o lo que sea. — dice, girándose para retomar su camino a la posada.

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Dices que lo sientes, pero no creíste que daría la vuelta y diría que es demasiado tarde para pedir perdón.
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—Jaskier. —le vuelve a detener Geralt, acercándose los pasos que el bardo se alejó. Él sabía que Jaskier estaría enojado luego de todo lo que le dijo, pero imaginó que todo se resolvería con una disculpa. —Ya me disculpe.

—Si, te escuche. —Jaskier se detuvo, pero no se giró a ver a el brujo, dándole la espalda.

Si, se había disculpado, pero el problema era él, no Geralt o Yennefer. Ellos se veían bien juntos, Jaskier no tenía nada que hacer entre ellos. Él era caprichoso, se había unido a Geralt por eso, porque parecía divertido y quería. No pensó que ese simple sentimiento de aventura se convertiría en algo más insoportable.

—¿Entonces cual es tu problema?

Apretando la correa del laúd, Jaskier aprieta sus dientes. La única forma de olvidar ese horrible sentimiento del cual canta de vez en cuando con tanta simpatía, es destruirlo de raíz.

No sabía en que momento había llegado a ahogarse tanto en ese sentimiento; enamorarse de Geralt, ni más ni menos. Era una burla hacia él mismo. Imaginó que podría ignorarlo, pero sería sincero con él mismo, eso era estúpido e imposible. Así que sólo podía destruirlo, acabar con el por completo y eso sólo sería de una forma.

—¡Tu eres el maldito problema, Geralt de Rivia! —grita el bardo, girando para ver al brujo que le ve sin entender nada. —Ya no quiero tener nada que ver con el gran lobo blanco. No cantaré más tus canciones.

—Jaskier.

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Le daría a esto otra oportunidad.
Me enamoraría, recibiría una bala por ti.
Te necesito como un corazón necesita de un latido, pero no es nada nuevo.
Te amé con un rojo fuego que ahora se vuelve azul.
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—¡El carnicero de Blaviken! — continúa Jaskier, extendiendo los brazos como la primera vez que estuvo con Geralt en aquel camino de tierra. —No me mal entiendas, fue divertido, pero... —ríe sin humor, esta a punto de arruinar todo para siempre. —Tuve que, ya sabes, enamorarme de ti. —se burla. —Que estúpido fui.

—Jaskier...

El bardo no ve al brujo, ve el suelo. No quiere ver la ira y el asco en su mirada.

—Hasta nunca Geralt, que no te coma un drago. —bromea dándose la vuelta. —Que seas feliz con Yennefer. —comienza a alejarse. Su corazón, ni siquiera puede sentirlo. El nudo en su garganta y el ardor en sus ojos es insoportable. —Lo siento.

Y como la primera vez, Geralt no va tras él.