No lo besaré

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El bar donde se encontraron fue perfecto, las luces tenues, la musica suave y las bebidas exquisitas, la charla como siempre fue amena, llevaban saliendo ya dos meses, cinco citas en las que Rice hacía de todo para convencerlo de que sus sentimientos eran sinceros, cinco cintas en las que Evander logró esquivarlo caballerosamente.

- Esta es nuestra quinta cita, jamás he llegado tan lejos sin siquiera un beso.

Estaba en la calidez de su auto, Evander se negaba a conseguir uno, decía que no estaba listo para conducir en ese país, que prefería caminar o andar en bicicleta, Rice encontró la manera perfecta de pasar tiempo con él entonces, pasaba a buscarlo si sus horarios coincidían y procuraba toparlo de casualidad en la salida.

En las citas como esta era una gran ventaja, siempre terminaba llevándolo a casa y alargando la velada.

- Estamos frente a mi casa, no lo besaré aquí.

- Entonces debimos ir a mi departamento.

Las insinuaciones se volvían cada vez más directas, Rice estaba convencido de que no le era indiferente al griego, sin embargo, aún había algo que le impedía entrar a su corazón, muchas veces lo veía mirar al cielo mientras acariciaba el anillo en su dedo, como si necesitara consuelo, se imaginaba rodeándolo con sus brazos borrando cualquier dolor que pudiera albergar su pecho.

- Creo que usted no dejaría que se quedara sólo en un beso si estuviésemos solos en su departamento.

- Soy un caballero después de todo, pero por usted olvidaría mi caballerosidad y cordura.

Se aventuró a tocar su rostro, una pestaña estaba desprendida descansando en el pómulo de ese exquisito rostro y con una caricia como de pluma la limpió.

- Creo que ya lo hizo.

- Un beso, un casto beso y si después de ese beso no quiere saber más de mí, me alejaré de usted, se lo prometo.

Evander desvió la mirada y sujetó su mano, las manos del griego eran grandes, firmes y frías.

- No es justo, si por un beso perderé un amigo, no lo quiero.

- Es cierto, simplemente es cierto.

Apretó la mano que sostenía a la suya y con ese acto obligó al otro a mirarlo, se veía devastado, como si la idea de perderlo como amigo le doliera enserio, incluso parecía molesto, desconcertado y herido.

- Si, pues si después de ese beso lo rechazo como amante lo perderé como amigo y si lo acepto como amante también habré perdido un amigo, no sé si estoy listo para perderlo.

La respiración se enganchó en su pecho, no podía dejar de ver en esos ojos que lo veían con un fuego tibio que amenazaba con avivarse al mínimo soplo del viento.

- Usted es como un niño, que habla sin saber lo que sus palabras provocan, pues ahora más que nunca quiero ese beso y le juro que si me rechaza como amante dejaré que haga jirones mi corazón con su fraternal cariño.

Evander miró por la ventana de nuevo, los jardines de la casa estaban en flor, la tibia luz de las farolas les daba una apariencia de ensueño, podía imaginar el perfume, el olor de la tierra húmeda tan diferente al del mar.

- Si es verdad que el corazón es como un niño al que se le puede consolar, corregir y sanar, yo le entregaría mi corazón hoy, le entregaría todo de mi para que me lo regrese consolado, corregido y sanado, pero me temo que sería más egoísta de lo que se merece.

Había tanto dolor ene so ojos que Rice quería tomarlo y desaparecerlo, aunque le llevara la vida en ello, quería tomar a ese hombre y llevarlo con él al fin del mundo.

- Por usted seria alquimista, entregaría mi alma a los dioses con tal de encontrar una manera de que me ame.

El calor de esa mano desapareció de pronto, Evander desvió la mirada y su voz fue dura.

- Lamentablemente yo estuve allí, lo hice, entregue mi alma y voluntad y no funcionó, por favor olvídese de eso, porque soy demasiado egoísta en estos momentos y lo último que quiero es perderlo.


Sanar un CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora