El encuentro

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Evander llegó al hospital el primer día sin saber muy bien con quien dirigirse, las enfermeras se le quedaban viendo al pasar y cuchicheaban entre ellas, pero ninguna se acercaba a ofrecerle ayuda.

Un médico bastante joven y apuesto estaba saliendo de una oficina que decía Dirección en un letrero dorado y se acercó a él.

- Buenas tardes, soy el Doctor Katsaros y estoy buscando al director, me podría hacer el favor de anunciarme.

Brian Rice miró al hombre frente a él y era fácilmente el hombre más atractivo que había conocido en su vida, con unos ojos tan profundos y tristes que algo se rompió en su pecho al verlos, el apellido le sonaba, pero no se suponía que perteneciera a un hombre de esa edad.

El hombre le tendió la mano y Brian la tomó, un apretón firme y corto fue todo lo que necesitó para que su piel quedara erizada.

- ¿Usted es?

- Afortunado... Digo, Brian Rice, el director está ocupado en este momento ¿Le importara si lo acompaño a esperar?

Tomaron asiento en la pequeña recepción de dirección y Rice no podía dejar de ver a ese hombre, sus rasgos eran masculino y elegantes, pero había algo a su alrededor que le recordaba al fondo del mar, profundo, frio y solitario.

- Andreas Katsaros. No, no puede ser usted, se supone que él es más...

- ¿Joven? Andreas es mi hijo, mi nombre es Evander Katsaros, se supone que tendría una entrevista el día de hoy.

Lo recordaba, recordaba haber visto su currículum en la oficina del director, quería saber contra quien competiría por el puesto de jefe de cirugía, ahora eso no tenía importancia alguna.

- ¡¡Es usted el neurocirujano!! Dios, vi su currículum por error, ¡¡es impresionante!! Será un placer trabajar con usted.

Una pequeña, muy ligera pizca de diversión se reflejó en esos ojos y Rice suspiró, estaba tan perdido en ese mar que no se percató.

- ¿Como puede ver un currículum por error?

- Ok, no fue por error, pero tenía mucha curiosidad, se ha hablado sobre usted por aquí por semanas, su nombre fue un buen secreto, supongo por la popularidad de su hijo.

Un profundo suspiro salió de ese firme y poderos pecho, mientras Evander elevó la mirada al cielo.

- Andreas puede llegar a ser...abrumador.

- Y pedante, pero será un excelente médico, es frio, calculador, practico, racional...

Una mano de dedos largos y fuertes se levantó frente a su rosto pidiendo silencio y Evander esquivó su mirada.

- Lo sé.

- No se ve muy orgulloso de él.

La fiereza en la mirada del griego le hizo recalcular sus palabras, la mirada se volvió fría y demasiado parecida a las del joven Katsaros que llenaba con su rostro las revistas de medicina, un rostro angelical con la mirada fría y calculadora de un demonio.

- Estoy muy orgullosos de los logros profesionales de mi hijo, sin embargo... lo siento es usted un extraño, no debo...discúlpeme.

Otro cambio, ese hombre era tan volátil es sus impulsos que a Rice le dio la impresión de que era un niño, un niño que estaba descubriendo sus emociones y se detenía a contemplarlas como si fueran una pintura que salía de su pecho.

- Puedo dejar de serlo. Un extraño, a eso me refiero. Qué tal si le invito a cenar y nos conocemos mejor.

- Acabo de llegar no quisiera dejar a mi hijo solo.

Hijos, no quería pensar en hijos, pero sabía que ese hombre frente a él valdría la pena, estaba convencido que no fue su culpa antes, este hombre no se aprecia en nada al anterior, en este hombre parecía habitar un alma vieja y herida clamando por ser salvada.

- Oh, no soy muy bueno con los hijos de mis citas, no porque yo lo quiera, es solo que no me fue bien con el ultimo.

- Mi hijo no es un niño caprichoso, es solo que acabamos de llegar a este lugar y puede sentirse abrumado, aunque me encantaría hace tanto tiempo que no hablo con un adulto que creo que estoy un poco desesperado.

Podía verlo, podía ver en esos ojos el dolor y el vacío, en su pecho se formó un nudo que solo podía ser disuelto al saber que lo había salvado, ese hombre frente a él estaba tan perdido que lo único que Rice quería era entra al poso profundo de ese dolor y traerlo consigo.

- Que tal un almuerzo mañana, seguro el niño va a la escuela.

- Irá a conocer la universidad con el director, creo que puedo darme un tiempo.

Arriesgando todo en una sola frase, se aventuró al abismo.

- Es una cita entonces.


Sanar un CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora