Brujas.

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Estábamos en la Era de Hierro.
Yo era una campesina cualquiera, con tareas como ir por agua al pozo, cuidar de mi hermana menor, ir por comida al pueblo.

Todo iba normal y aburrido.
Hasta que un día de camino al pueblo, noté que había una iglesia abandonada, eso nunca había estado ahí.

Entré por pura curiosidad, la iglesia era de color negra.
Me adentré hasta encontrarme con una señora mayor de edad.
Aquella señora parecía extraña, con la cara cubierta por una capa negra.

-Oh parece que llegaste...- Dijo la anciana, lo que esperaba era una voz débil, pero era una voz fuerte y joven.
-¿Disculpa?
-Eres tú, la gran elegida, Ana.
-No sé de qué está usted hablando.
-Acercate, no te haré ningún daño.

Caminé hacia la señora, cada vez que me acercaba notaba que no era mayor de edad... Tal vez no había visto bien.
Se veía joven.
Llegué hasta ella y tocó mi rostro.

-Que linda eres, de verdad eres la elegida.

Las puertas de la iglesia se cerraron.
Se prendieron unas velas negras a mi alrededor.
En un instante apareció una chica de mi misma edad a mi lado.

La señora se quitó la capa. Se podía ver que era una mujer hermosa, con un  voluptuoso cuerpo, con un vestido color vino.

-Nos alegra que hayas venido, Ana.- Dijo felizmente la mujer.
-De verdad no pensé que fueras tú.- Dijo la chica joven con cabello corto.
-Bueno empecemos con tu entrenamiento, el gran día llegará pronto.

Yo no sabía que estaba pasando hasta que se me pasó por la cabeza la palabra "Brujas".
Me espanté al principio, pero siempre había tenido curiosidad por ellas.
No decía nada en absoluto, solo que me sentía como en casa, como si yo perteneciera ahí.

Mi entrenamiento empezó, me enseñaron a hacer posiciones, hechizos con una varita de entrenamiento, leía muchísimos libros sobre hechizos y posiciones.
Todo esto pasó en una semana, porque el gran día llegaría pronto.

Al último día de mi entrenamiento, llegué a la iglesia, las dos mujeres me estaban esperando con sus capas puestas.

-Ana, eres alguien muy importante, tú eres la más poderosa de todas.-Dijo la mujer mayor.

Me quedé callada.
La mujer menor traía una caja negra mediana, junto con un libro, se veía viejo.

-Te otorgamos tu verdadera varita, la más poderosa de todas para ti.
-Mañana será el gran día, la profecía se cumplirá y por fin nos respetarán.

Yo no tenía ni idea de lo que estaban hablando, solo entendía que yo era la más poderosa de todas las brujas.

-Mañana en la iglesia cristiana nos revelaremos.

Al día siguiente, llegamos a la iglesia cristiana con nuestras capas puestas, el libro viejo e importante lo traía la bruja mayor y la bruja menos traía su varita.
Yo solo traía mi varita poderosa.
Todos se habían percatado de nuestra presencia, murmuraban entre ellos y nos miraban.

-¡Hemos llegado! ¡Por fin la Era de la Oscuridad dará inicio!- Gritó la bruja mayor con los brazos arriba.

La bruja menor empezó a destruir la iglesia  con hechizos.
Todos los campesinos y curas empezaron a correr afuera de la iglesia.
Todo empezó a ser un caos, yo cada vez sentía esa adrenalina y el temor de todos aquellos correr por mi sangre.
Realmente se sentía tan bien.

En unos momentos que volteé a ver a los campesinos, me di cuenta de que estaban mis amigos y mi familia.
Pero no me tenía que importar, yo soy la bruja más poderosa y soy la de la profecía.

Empecé a lanzar hechizos para que se desmayaran o se debilitaran los curas.
Todos empezaron a gritar y a alterarse.
Hasta que un momento mi rostro quedó al descubierto, todos me habían reconocido y todos se fueron contra mí.

A quien yo consideraba mi mejor amigo empezó a llamarme "Maldita Bruja" a decirme cosas como "Vamos a quemarte viva y así no nos harás daño".

Enfurecí y al momento en que se me acercó, lancé un hechizo para que me tuviera muchísimo miedo y otro en el cual viera con sus propios ojos sus miedos hechos realidad.
Él salió corriendo y gritando que éramos peligrosas, que todos debían de escapar de ahí.

A lo cual yo enojada no les permití salir, claramente querían quemarme viva y eso no se los iba a perdonar... A NADIE.

Todos se habían dirigido a las puertas que rodeaban el patio de la iglesia, yo las cerré con un hechizo.

-¡De aquí nadie sale!- Grité.

Mis amigos se fueron contra mí, lo que yo hice fue lanzar hechizos de debilidad, de desmayarlos o de que vieran sus verdaderos miedos.
Realmente una parte de mí no quería hacerles daño.

Los curas quisieron quitarnos nuestro poder.
Se fueron contra mí hermana bruja menor y yo fui a defenderla, pero uno de los curas quería quitarme mi varita, lo cual lo lancé con un hechizo.
Todas peleábamos contra los curas, hasta que yo maté a uno.
Sentí otra vez aquella sensación, de verdad me sentía muy muy bien.
Conforme esta sensación aumentaba, también lo hacía mi poder.

Dejé a mis dos hermanas brujas luchando contra ellos, mientras yo me encargaba de las demás personas.

-Dejalos ir, ya casi terminamos.- Me dijo mi hermana mayor.

Abrí las puertas, pero a la vez también quería espantarlos, lanzaba a cada persona un hechizo para que olvidaran todo o simplemente se desmayaran o vieran sus miedos.

En un momento, mientras hacía eso... Vi a mis abuelos... A los que yo quería muchísimo con unas antorchas para quedarme...
No lo podía creer, mis propios abuelos querían hacerme daño...
Lo único que hice fue lanzarles a ellos un hechizo de desmayo y otro para que me tuvieran mucho, pero mucho miedo.
Los vi y estaban temblando del miedo, se veían asustados y débiles.
Una parte de mí quería llorar, pero la otra se sentía muy feliz.

DESPERTÉ.

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⏰ Última actualización: Feb 16, 2020 ⏰

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