Primera parte

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Sentía sus párpados pesados y su cabeza dando vueltas. Un fuerte dolor en su espalda, sus hombros y sus muñecas. MJ intentó abrir los ojos pero aún así se encontró con una enorme oscuridad. No tenía ni idea de dónde estaba o porqué estaba ahí. Cuando intentó levantarse escuchó un tipo de sonido, como el de metal arrastrándose por el piso, y fue entonces que sintió la fuerte presión en sus tobillos y se dio cuenta de que estaba encadenada al piso al igual que sus muñecas estaban rodeadas por esposas.

Jadeó fuertemente, sintiendo pánico y sus ojos llenándose de lágrimas por el miedo. Una vez más intentó levantarse pero sus piernas eran como gelatina, temblaron tanto que cayó en el suelo frío y polvoroso.

—¡AYUDA!—Gritó desesperada, a pesar de que no sabía si alguien iba a escucharla.—¡POR FAVOR, ALGUIEN! ¡AYÚDEME!

Sintió un escalofrío cuando la puerta se abrió y la habitación se llenó de la luz del pasillo afuera. MJ pudo ver la habitación con algo de claridad durante unos momentos, y notó no muy lejos de ella un futón en el piso con una almohada y una cobija, y hasta había un inodoro con un rollo de papel encima y un lavabo, por lo menos quien quiera que fuera su secuestrador se había encargado de que estuviera cómoda. Aquella habitación no tenía ventanas y la puerta estaba lejos de donde se encontraba, al inicio de unas largas escaleras, así que supuso que no sería capaz de alcanzarla con sus cadenas, y durante la rápida vista que le dio a la habitación no encontró forma alguna de escapar.

Una luz se prendió y MJ vio a quien había entrado: era un chico, parecía de su edad, era guapo, de ojos rojos, cabello castaño con las puntas rojas un poco largo y peinado hacia atrás, pero aquella sonrisa malvada le causó escalofríos a MJ.

—¡Ya despertaste!—Exclamó el chico sonando alegre y su sonrisa de maldad fue reemplazada por una de inocencia, y MJ notó que él llevaba puesto un traje algo raro, de colores rojo y negro con una araña en el pecho.—Me alegro, no quería tener que esperar mucho para ver tus lindos ojos.

MJ intentó levantarse pero sus piernas otra vez temblaron. El chico rió y cerró la puerta detrás de él, acercándose a ella. Ella se asustaba aún más con cada paso que él daba. 

—No te esfuerces, preciosa. La toxina con la que te drogué hará que tus extremidades estén débiles por lo menos unas dos horas más.

MJ gruñó viéndolo con odio.

—En ese caso libérame. Quítame éstas cosas.

—No puedo, preciosa. No hasta que mis padres me den nuevas órdenes. Si te libero ahora se enojarían conmigo.—Él acercó una mano y le acarició la mejilla. Ella rápidamente volteó el rostro e intentó morderle los dedos a modo de ataque, pero él se alejó rápidamente y lo escuchó reír.—¡Eres una fiera...! Admito que me gusta.

—¡Eres un maldito pedazo de...!

—Lenguaje, jovencita.—MJ no notó la llegada de tres personas más, un hombre alto, musculoso y rubio de ojos rojos usando un traje negro con el símbolo rojo de un pulpo con calavera en el pecho, otro hombre más bajo que el rubio, castaño, de sonrisa malvada y usando una armadura plateada, y una mujer pelirroja usando un traje blanco con un cinturón negro el cual tenía una hebilla con el mismo símbolo que el hombre rubio tenía en el pecho. La mujer pelirroja tenía una cicatriz encima de la comisura de uno de sus labios, y al igual que los dos hombres sonreía de manera malvada. Los tres bajaron las escaleras hasta quedar frente a MJ y al chico.

—¡Mamá, papás!—Exclamó el chico castaño sonriendo con emoción.—¡Mírenla, es taaaaan linda!—MJ gruñó cuando él la abrazó por los hombros.—¿puedo quedármela? ¡Por favoooor!

Síndrome de Estocolmo [Spideychelle]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora