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Estaba enojado. Siempre lo mandaban.

—Tome su medicina, Jeon.

—No quiero y tampoco la necesito.

La rubia bufó enojada. Jungkook la ponía de malhumor porque siempre se negaba a recibir ayuda y más aún si eran medicamentos.

—Es para que se sienta bien.

—Esa cosa solo me hace estar neutro y no me gusta, déjame estar solo y no molestes.

La chica rodó los ojos, si no le daba la medicina a Jungkook, la despedirían por no hacer su único trabajo.

Buscó en el cajón de la habitación y tomó una jeringa de aguja fina.

El castaño se alteró inmediatamente.

—¡No!, no quiero inyecciones.— Y solo eso bastó para que el chico tomara entre sus dedos las 3 píldoras de distintos colores.

—Bien, en dos horas estarás completamente mejor.

La mujer se fue del lugar y Jungkook corrió al baño para vomitar.

Pudo liberarse de los medicamentos y finalmente se salió con las suyas. Salió al patio y se recostó en el pasto junto al chico peligris, su mejor amigo Taehyung.

Jungkook.—Habló el peligris frente a él brindándole una sonrisa.

—Tae...

Jungkook no tardó en abalanzarse sobre el cuerpo ajeno para abrazarlo y esconderse en el pecho del mayor.

El otro solo se resignó a besar la cabellera castaña y mimarlo igual que a un pequeño bebé.

—¿Tomaste tus medicamentos?—Preguntó de repente.

Jungkook negó con la cabeza más como acariciando al otro con la acción realizada.

—No me dejaban salir si no los tomaba, y como quería verte los tragué para que me dejaran tranquilo y luego los escupí.

Taehyung rió contagiando al chiquillo menor.

—Eso no está bien.

—Pero yo quería verte.

—Lindo.

Taehyung lo miró con ternura rozando sus dedos en la mejilla contraria para luego juntar sus labios con los del otro.

Jungkook soltó un jadeo y eso solo hizo que el mayor quisiera continuar.

—¿Q-qué haces?

Haciendo caso omiso a la interrogación de Jungkook, introdujo una mano bajo la camiseta que abrigaba el cuerpo del castañito y apretó la cintura del chiquillo con los dedos, dejando unas leves marcas de sus yemas.

—Jungkook...

—Taehyung, nos van a ver.

—Nadie nos mira, nene.

Jungkook se cuestionó mentalmente qué tipo de relación tenía con el mayor, porque ciertamente, ellos eran amigos, aunque hasta ese punto la palabra era demasiado pequeña y confusa para designarse a ambos como tal.

Siendo honestos ellos nunca se comportaron como los mejores amigos del mundo.

Por el lado de Taehyung, él no se pondría a pensar en qué clase de amigos eran para estar haciendo esas cosas en medio del jardín.

Tampoco iban a negar que sentían cierta atracción hacia el otro.

Innegablemente también eran guapos y realmente calzaban a la perfección en cuanto a la personalidad y probablemente otras cosas que aún no sabían.

—Tae—Lo detuvo.

—¿qué pasa, Jungkookie?

La mirada interrogante del mayor hacía las cosas raramente complicadas para el castaño, quizá se enojaba, o quién sabe qué reacción tendría Taehyung si le preguntaba algo de ese tipo.

—¿Yo te gusto?

El peligris cerró los ojos soltando un suspiro y sentándose correctamente.

Jungkook comenzó a dudar si realmente debió preguntar eso y simplemente se levantó para intentar huir de una respuesta negativa.

Aunque en el fondo no sabía por qué razón debía de tener miedo de recibir un no como respuesta de su amigo.

—Sí.

Taehyung detuvo la huida del menor jalando de sus muñecas, llevándolo nuevamente al césped y debajo de su cuerpo.

—¿S-sí?

—Sí, Jungkook.—Confesó—Me gustas tanto que podría estar siempre a tu lado, tanto que quiero comerte a besos, cuidarte, mimarte y tanto que soy capaz de hacerte el amor como nadie más podría hacértelo con tal de que tu sonrisa jamás se desvanezca.

Tampoco lo dudaba, Taehyung era un hombre especial, digno de una novela romántica.

Jungkook se abrazó al cuello del mayor y pasó sus piernas sobre la espalda del mismo.

Por otro lado estaba el peligris, observando detenidamente las facciones ajenas antes de llevar su boca a la contraria y besar los belfos del castaño.

—Tae...

—Sé mi novio, Jungkook.

—Uhm, sí.—Sonrió.

Sin vacilaciones y sin peros, Taehyung no dudó en regar pequeños besos por el cuello del castañito, haciéndole sonreír al contacto de sus labios rozando la piel.

Se sentía amado, y eso estaba bien.

Excelentemente bien.





















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