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CAPITULO 1:
-Pesadillas que se repiten-
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Paso el cepillo por el fino cabello de Rosie, quien está sentada frente a mi sosteniendo entre sus manos un pequeño oso de peluche. Mientras sigo repitiendo la acción, dejo salir una sonrisa al ver como mecía sus piernas de adelante hacia atrás, debido a que no llegaban a tocar el suelo. La silla era demasiado alta.
- ¡Mamá! ¡Volviste a hacerme daño!
- ¡Eso no es verdad!
Vuelvo a sonreír en cuanto la pequeña rubia lleva su cabeza hacia atrás, para así poder mirarme.
- Serias una terrible peluquera.
- Pero soy la mejor mamá del mundo. Así que quédate quieta a no ser que quieras quedar calva.
- ¡Gemma!
Me es imposible no rodar los ojos al escuchar la irritante voz de mi madre. Ella estaba sentada en el salón principal, a solo unos escasos metros de nosotras. Tomaba el té con una de sus tantas amigas que venían exclusivamente desde el capitolio para encargar ciertas joyas.
Eso era recurrente. Pues mi madre trabajaba junto a mi padre en la venta de piedras preciosas. Generalmente, Felix se pasaba horas y horas en la fabrica, dando ordenes estúpidas a sus empleados. Mientras que Ruby se encargaba de la venta.
Con todo el dinero que recaudaban, claramente podían tener una vida completamente lujosa sin problema alguno. Una linda casa e incluso una mascota.
Pero no, ellos decidieron vivir conmigo en la aldea de los vencedores.
