Los barcos griegos se abrían paso por el mar Egeo, mientras a lo lejos podíamos observar las playas de Troya frente a nosotros.
Los Mirmidones íbamos en cabeza, liderando al resto.
Mi padre y yo observábamos la situación desde la proa, cuando Eudoro se acercó a nosotros.
- Mi Señor- lo llamó, haciendo que el se girase a mirarlo - ¿No esperamos al resto?
- Nos han traído aquí para combatir, ¿no?
- Pero Agamenón...
- ¿Luchas para mí o para Agamenón? - interrumpió mi padre.
- Para tí mi Señor.
- Pues lucha para mí - murmuró- Que los siervos de Agamenón luchen para el.
Acto seguido, Eudoro se alejó a coger sus armas, al tiempo que yo observaba como Patroclo se preparaba.
- Patroclo - lo llamó mi padre, haciendo que el chico se acercase al instante- Deja la lanza.
- Voy a luchar contra los troyanos - dijo el.
- Hoy no - negó mi padre.
- Pero puedo luchar, tú has sido mi maestro.
- Eres un buen alumno, pero aún no eres un Mirmidón - murmuró, apoyando su mano sobre el hombro del chico- Mira a esos hombres - dijo haciendo que Patroclo desviase su mirada- Son los soldados más fieros de Grecia, todos han derramado sangre por mí. Te quedarás de Guardián.
- ¿Y qué hay de Atenea? - cuestionó el chico- ¿Por qué ella sí?
- Ella está más preparada que ninguno de estos hombre para ello - dijo mi padre, mirandome levemente, haciendome sonreír- Ahora, deja las armas.
- Pero...
- Patroclo - dije acercándome a él, impidiendo que mi pade nos escuchara- No podemos luchar contra los troyanos y ocuparnos de tí- susurré- Quédate de Guardián.
Él, furioso, soltó el escudo y la lanza y se alejó de nosotros a toda prisa.
- Lo entenderá - murmuré hacía mi padre, que había vuelto a clavar su mirada en la orilla de la playa troyana.
Él me miró de reojo y sonrió levemente, para después girarse a mirar a sus hombres.
- Mirmidones - los llamó, haciendo que estos dieran un paso al frente - Mis hermanos de espada... Tenéis más coraje que el ejército mejor armado - los Mirmidones dieron un golpe en el suelo con sus lanzas- Que nadie ignore lo fieros que somos, ¡Somos leones! - señaló la playa de Troya- ¿Sabéis que es lo que nos espera ahí, tras esa playa? ¡La inmortalidad! - levantó su espada, haciendo que todos estallaran en gritos - ¡Cogedla! ¡Es vuestra!
******
En cuanto el barco arribó en la playa, los hombres comenzaron a bajar de él, mientras que los soldados troyanos lanzaban sus flechas hacia nuestro barco, haciendo que varios Mirmidones cayeran a las orillas de las playas de Troya.
Desde la proa, derribé a varios soldados con mi arco, mientras que veía a mi padre abrirse paso por la arena, seguido de sus hombres.
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ATENEA
FanficLos hombres viven obsesionados por la inmensidad de lo eterno, por eso nos preguntamos... ¿Tendrán eco nuestros actos con el devenir de los siglos? ¿Recordarán nuestro nombre los que no nos conocieron, cuando ya no estemos? ¿Se preguntarán quienes é...