Capitulo 3

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Capítulo 3

Me han traído una taza de té bien cargado. Un remedio infalible contra la

amnesia, claro.

No, espera. No seas tan sarcástica. Les agradezco esa taza. Al menos es algo a lo

que agarrarse. Algo real.

Mientras el doctor Harman habla de pruebas neurológicas y tomografías

computarizadas, yo me las arreglo para mantener la compostura. Voy asintiendo con

mucha calma, como diciendo: «Sí, hombre, no hay problema. Estoy muy tranquila.»

Pero por dentro no es así. Todo lo contrario: estoy muerta de miedo. La verdad me

golpea una y otra vez en las entrañas, hasta que acabo mareada.

Cuando por fin suena su busca y tiene que irse, siento un inmenso alivio. Ya no

aguantaba una palabra más, aunque no entendiera lo que me estaba diciendo. Doy

un sorbo de té y me desplomo sobre la almohada. (Vale, retiro todo lo dicho sobre el

té. Es lo mejor que he probado en mucho tiempo.)

Maureen ha terminado su turno y la enfermera rubia, Nicole, se ha quedado en

la habitación y está escribiendo en mi historial.

—¿Cómo te encuentras?

—Rara, rara, rara —respondo, tratando de sonreír.

—No me sorprende. —Sonríe comprensiva—. Tómatelo con calma. Tu cerebro

está intentando reiniciarse por su cuenta.

La observo mientras consulta su reloj y anota la hora.

—Cuando la gente sufre amnesia —me aventuro a preguntar—, ¿acaba

recobrando la memoria?

—Es lo habitual —dice con un gesto tranquilizador.

Cierro los ojos y me empeño en que mi mente retroceda. Con la esperanza de

que pesque algo, de que se le enganche alguna cosa, aunque sea por casualidad.

Pero no hay nada, sólo oscuridad: la nada más absoluta.

—Háblame del dos mil siete —digo, abriendo los ojos—. ¿Quién es ahora

primer ministro? ¿Y el presidente de Estados Unidos?

—Pues Tony Blair —responde Nicole—. Y el presidente Bush.

—Ah, igual. —Miro alrededor—. Y… ¿ya han resuelto el calentamiento global?

¿O curado el sida?

Nicole se encoge de hombros.

—Aún no.

Uno tendería a creer que habrían ocurrido más cosas en tres años. Que el

mundo habría cambiado. El 2007 me está dejando poco impresionada, la verdad.

—¿Te apetece una revista mientras te preparo el desayuno? —pregunta Nicole.

Te acuerdas de mi?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora