Cuando despierto, veo unas franjas de luz matinal bajo las cortinas corridas.
Hay un vaso de zumo de naranja en la mesita y Maureen trajina en una esquina de la
habitación. El gotero ha desaparecido de mi brazo y yo me siento mucho más
normal.
—Hola, Maureen —la saludo con voz rasposa—. ¿Qué hora es?
Ella se vuelve, alzando las cejas.
—¿Te acuerdas de mí?
—Claro —respondo sorprendida—. Nos conocimos anoche. Estuvimos
hablando.
—¡Magnífico! Eso demuestra que has superado la amnesia postraumática. No te
alarmes —añade con una sonrisa—. Es una fase normal de confusión después de una
contusión en el cráneo.
Instintivamente, me llevo la mano a la cabeza y noto un vendaje. Uau. Debí de
darme un buen porrazo en las escaleras.
—Estás mejorando mucho. —Me da unas palmaditas—. Voy a traerte un zumo
de naranja fresco.
Llaman a la puerta, que se abre para dar paso a una mujer alta y delgada de
unos cincuenta años. Tiene ojos azules, pómulos altos y un pelo ondulado rubio
ceniciento, algo desaliñado. Viste un chaleco acolchado rojo sobre un vestido
estampado y un collar de ámbar, y trae una bolsa de papel en la mano.
Es mamá. Vamos, estoy segura al noventa y nueve por ciento. No entiendo a
qué viene la duda.
—¡Cómo tienen aquí la calefacción! —exclama con su vocecita de niña.
Vale: es ella sin duda alguna.
—¡Casi estoy mareada! —Se abanica—. Y he tenido un día tan estresante… —
Echa un vistazo hacia la cama, como si se le ocurriera de repente, y le dice a
Maureen—: ¿Cómo está?
La enfermera sonríe.
—Mucho mejor. Mucho menos confusa que ayer.
—¡Gracias a Dios! —Mamá baja un poquito la voz—. Ayer era como hablar con
una loca… o con una persona retrasada.
—Lexi no está loca —responde Maureen sin inmutarse— y comprende todo lo
que usted dice.
Pero la verdad es que apenas estoy escuchando. No puedo dejar de mirar a
mamá. ¿Qué le pasa? Parece diferente. Más delgada. Y un poco… más vieja. Cuando
se me acerca y la luz de la ventana le da en la cara, aún tiene peor aspecto
¿Estará enferma?

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Te acuerdas de mi?
RomanceCuando a sus veintiocho años Lexi Smart despierta en un hospital de Londres, se lleva una gran sorpresa. Sus dientes son perfectos. Su cuerpo está tonificado. Su bolso es un Vuitton. Habiendo sobrevivido a un accidente de coche, en un Mercedes nada...