Sentir

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Las clases transcurrieron con normalidad. Todo se sentía completamente familiar. No había tenido la oportunidad de hablar con nadie porque me había sentado en los primero asientos y como era obvio casi nadie se sentaba allí, en realidad, todos se peleaban por ir atrás.

El timbre de receso había tocado. Todos los alumnos salieron disparados en cambio yo me demoré un poco en guardar mis cosas y sacar la manzana que me había traído de casa. También saqué mis audífonos y sin más empecé a escuchar música.

Camine por los pasillo y al encontrar un sitio tranquilo procedi a sentarme allí. Saque un libro de mi mochila y empecé a leerlo. En este tiempo casi nadie leía en físico, la gran mayoría que leía lo hacía por sus celulares, pero yo tenía un poco de miedo por la radiación y además porque siempre me había gustado lo clásico. Amaba sentir el olor de libros nuevos.

- Mack Thompson,  que sorpresa encontrarla aquí - dijo alguien sacandome de mis pensamientos. Levante la mirada y Dalton, bueno, el profesor Dalton se encontraba sonriendo de oreja a oreja. Sonrei.

- ¿puedo?- pregunto señalando el lugar que se encontraba al lado mío. Asenti, tampoco es que me podia oponer, aún no conocía las normas del colegio o sus disciplinas.

El hombre a mi lado llevaba una bolsa de papel junto con una refresquera. De la bolsa caso un pan y empezó a comerlo sin decir una sola palabra.

- es bueno saber que aún hay personas que tienen conciencia ecológica. - dije rompiendo el silencio. No se me había ocurrido nada y parecía lo más lógico.

- supongo que si. Al ver todo lo que esta sucediendo a nuestro alrededor de alguna forma debemos tomar conciencia. - dijo el dándole un mordisco a su pan.

Aparentaba tener unos 24 a 26, se veía realmente joven. Seguro y era su primer trabajo.

- hay veces en las que  cierro los ojos y recuerdo como era la naturaleza cuando era niño - dijo él al cabo de unos segundos. Sonrei y solté una pequeña risita, él sonaba como si fuera persona de mayor edad.

- eso creo que no ha sido hace mucho - dije quitándome los audífonos para escucharlo por completo.

- eso es verdad.  Tengo 25, pero te puedo asegurar que hace 20 años todo era diferente. - respondió Dalton.

Estaba completamente asombrada al tener a aquel hombre a mi lado. Era tan extraño. Estaba segura que mi yo anterior nunca había socializado con alguien mayor o bueno con aquella madurez.

- a veces suelo pensar que nosotros somos los mayores monstruos- dije sin pensarlo. Había sonado extraño,  muy extraño, aquello lo habla sacado de una frase de Instagram.

- es verdad. Los humanos somos lo peor que le pudo pasar a la tierra como también de alguna forma la ayudamos. - respondió Dalton.

Asenti. No sabia que decir exactamente porque tenía mucho miedo de meter la pata.

- no pareces una chica problemas ¿por qué estas aquí? - pregunto rompiendo el pequeño silencio que se habla formado. 

- porque me retrase un año en el colegio. Me faltaba tan solo el ultimo año y en aquel verano me diagnosticaron que tenía un aneurisma. - respondí. No quería entrar en detalles y tampoco hacerle conocer mi vida porque de alguna forma me sentía expuesta ante él.

- no me lo esperaba ¿eres nueva en la ciudad? - pregunto Dalton.

De alguna manera era nueva en la ciudad porque no recordaba nada de ella, se sentía familiar, pero a la vez desconocida.

- si. Es la primera vez que estoy aquí- respondí encogiendome de hombros. Dalton sacó su celular.

- pasame tu numero. Tal vez si quieres puedo enseñarte la ciudad. - dijo sonriendo. No tenía muchas opciones, en realidad, solo había dos y una me gustaba más que la otra.

Estar en mi casa me había cansado por completo, quería conocer otros lugares, quería recuperar mi memoria a mi manera.

- ¿no está prohibido la relación fuera entre alumna y profesor? - pregunte enarcando una ceja. El sonrio de lado.

-¿piensas decirlo?- dijo mirándome directamente a los ojos. Joder, estaba muerta del miedo. Su mirada quemaba tanto que provocaba que me sonrojara.

Sin pensarlo tome su celular y escribi mi numero allí. Dalton sonrió y se levantó.

- señorita Mack Thompson nos veremos pronto. - y sin más se fue.

El corazón me latía a mil por hora y pequeños escalofríos empezaron a recorrer todo mi cuerpo. Estaba segura que ya los había sentido,  pero al no recordar nada se sentían como la primera vez.

Antes que pudiera hacer otra cosa mi celular vibró indicando la llegada en un mensaje. Sonrei. Ahora no solo tenía tres contactos sino que también había conseguido de alguna manera alguien con quien pasar el tiempo.

Su mensaje relucia en mi pantalla. Me tomé mi tiempo antes de responderle. Espere unos segundos y respondí. Salgo en cambio lo hizo mucho más rapido de lo que esperaba y así fuimos coordinando la cita. Sentía nervios era mi primera cita con un hombre mayor, en realidad era la primera cita de toda mi vida y no tenía idea de  cómo vestirme o que hacer.

No tenía mejor amiga para contarle lo que me había pasado y no pensaba decírselo a mi madre así que me las tenía que arreglar sola.




P.O.V. Kylian

Los días en aquel manicomio se hacían cada vez más difíciles. Gracias a uno de sus programas hacia podido terminar mis estudios y bueno, me estaba preparando para salir y además para poder ingresar a la universidad. Solo tenía una oportunidad para hacerlo, de lo contrario me tenía que conformar con ir a una escuela cerca de la ciudad.

El sistema de ingreso no iba ser el mismo que todos. Al estar en aquel instituto tenía que rendir un examen para saber si estaba en condiciones para poder ir a la universidad. Además tenía que dar una entrevista y pasar por un psicólogo que diría si estaba apto para poder salir.

En resumen me quedaba menos de un mes para poder ingresar y salir de aquel lugar. Hablaba con mi madre que me decía que es lo que sucedía afuera, me contaba sobre como iban las cosas con mi hermana y de que estaba ganando el juicio de alimentos. Me decía tantas cosas sobre la familia y algunos de mis amigos, pero en ningún momento mencionaba a mi enamorada, porque estaba seguro que tenía, estaba más que seguro. Soñaba con ella todos los días, soñaba que la tenia en mis brazos otra vez, soñaba que ella estaba conmigo.

A veces cuando miraba la luna me recordaba a ella al igual que las estrellas los hacían. Ella iluminaba mi vida llena de horrores. Sabia que ella lo hacía.  El accidente había sido mi culpa, pero no era la forma de alejarme de ella, prácticamente me la habían arrebatado de mis brazos. No sabia si estaba muerta o viva.

Pensaba que ya no vivía y que mi madre no quería decir nada porque eso me afectaría demasiado. La entendía, pero muy en el fondo guardaba la esperanza que ella se hubiese salvado y me estaba buscando. La esperanza era mínima, pero aún la tenia.

Al día siguiente de mi llegada los recuerdos de la noche anterior habían llegado. Recordé exactamente el momento y el lugar. Había comprendido como es que habia llegado y que es lo que habia pasado con mi cielo, pero al parecer mi madre se negaba. Ella era muy obstinada y quería de todas las maneras posibles que yo creyera ello, incluso hasta mi mejor amigo había negado a mi enamorada, pero era imposible, tenía tantos recuerdos con ella que era imposible que me estuviera imaginando.

Una vez fuera de aquí tendría que buscarla y pedirle explicaciones. La abrazaria y no la volvería a dejar otra vez. Esta vez si la amaría y la trataría como se merece, esta vez no la destruiría.

Vecina, destruyemeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora