19. DE HAN, PARA ROS. DE NADA.

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Han

29 de noviembre del 2019

El frío es insoportable a pesar de la calefacción y froto mis manos para intentar conseguir algo de calor. En el edificio de GYP Entertainment todos parecen estar acostumbrados o por lo menos preparados llevando discretos abrigos encima. Entro a la sala de conferencia y comienzo a preparar todo para mi exposición acerca de los últimos preparativos para el anuncio que publicaremos.

Me aseguro que todo esté en orden; copias para cada persona que asistirá del archivo que voy a mostrar, botellas de agua, computadora, memo fichas... Pero me falta la más importante. Busco en mi maletín, abriendo todos sus bolsillos, sacando todo su contenido intentando encontrar la memoria USB pero no la encuentro en ninguna parte. La he dejado en casa. Le doy un pequeño golpe a la mesa e intento controlar mi ira, puse la USB justo al lado de mi maletín, en la parte más vistosa de mi apartamento supuestamente para no olvidarla y aun así, se me quedo. Que tonto.

Miro la hora en mi reloj, todavía falta unos cuarenta minutos para que empiece la reunión. Si voy conduciendo hasta el edificio en el que vivo me tomaría unos quince minutos, suponiendo que la memoria este donde la deje la última vez eso serían unos cinco minutos contando lo que se demora el ascensor y el abrir la puerta. Todo estaba muy preciso, no puedo atrasarme si quiera dos minutos para lograr llegar a tiempo y terminar de preparar mi presentación.

Salgo de la sala de juntas casi que corriendo y más allá de la puerta me choco con Febe provocando que la carpeta llena de papeles que tiene en la mano caiga y se arruguen en su mayoría. Me muestra su habitual cara de poco amigos y yo me disculpo ayudando a recoger los papeles dispersados para luego intentar esquivarla pero me detiene.

-¿A dónde cree que va, Han? Espero que ya tenga todo listo-su aterrador tono de voz amenazante provoca que me ponga inseguro si decirle o no a dónde me dirijo.

-Debo ir por una cosa importante para la reunión, ya sabe, cosas de último minuto-me excuso de la forma más pobre posible.

Ella parece no darle importancia y solamente se limita a decir: -Quince minutos antes de la reunión pase por mi oficina y lleve con usted una copia de lo que expondrá hoy, los inversionistas asistirán y no podemos cometer ningún error... ¿Entendido?-enarca una ceja y sus labios delgados se forman una línea.

-Por supuesto-me escabullo lejos de ella y reparo en que me está advirtiendo que si cometo un error adiós GYP, como si no la conociera. Es mi prima, ¿De qué otra forma hubiéramos conseguido este jugoso contrato teniendo nuestras empresa tan solo tres años de haberla fundado?

Corro a todo lo que dan mis piernas hasta el ascensor y después continúo hacia parqueadero, cuando me subo a mi hermoso auto blanco hago sonar sus llantas en un movimiento brusco y me prometo nunca volverle hacer eso a mi pequeña hija.

Las calle principales están prácticamente despejadas gracias a que no es la hora pico, de igual forma no puedo evitar dar golpecitos con los dedos contra el volante y morder mis labios cada vez que freno en un semáforo. Excedo el límite de velocidad y solo así puedo llegar diez minutos antes hasta el edificio en donde vivo, el ascensor no se demora nada y solo faltando treinta y cinco minutos para que la reunión comience es que logro relajar solo un poco el paso.

Me acerco a mi puerta y pongo el código para luego escuchar el "clip" que siempre hace demostrando que puedo girar el cerrojo para entrar y eso hago. Al principio no me fijo, lo juro, del afán me voy directamente hasta la isla de la cocina y tomo la memoria guardándola en el bolsillo de mi pantalón, me volteo dispuesto a seguir mi camino pero es cuando me entero que no estoy solo en mi apartamento.

Haru está en la sala, acostado en mi sofá con los audífonos puestos, viendo quién sabe cuántas cochinadas en el internet que yo pago y con la pantaloneta a mitad de muslo. Sus ojos están cerrados y su rostro contraído mientras se muerde fuerte el labio inferior, sale uno que otro sonido de su garganta, logro escuchar su respiración entrecortada sosteniendo su miembro con fuerza, masajeando de arriba hacia abajo, lento, dándole mayor atención a su glande y yo solo me pregunto... ¡¿Qué carajos estoy viendo?!

UNO PARA LOS DOS [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora