Capítulo 4

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Alex Silva escuchaba con atención las recomendaciones del médico del pueblo. Apretaba y relajaba los puños como medida de control, mientras observaba a su madre al lado reflejando el dolor que le provocaba su enfermedad. No era sencillo, considerando los problemas que estaban enfrentando juntos desde hace un par de años. Tuvo que dejar la facultad de medicina en su mejor momento para trabajar y que ella no quedara en la calle, después de que el hombre que le juró amarla a pesar de todo, falleció. En su testamento, la dejó irremediablemente atada a su hijo biológico, Marlon, al heredarle la mitad de su propiedad, un rancho equino bastante próspero llamado El Cielo.

Marlon era un vicioso y lo único que provocó en unos cuantos meses fue una deuda millonaria que los dejó en bancarrota antes de ser asesinado en una pelea de borrachos. Contaba con tiempo limitado para saldar lo que debían y si no lograba conseguir un cliente interesado, perderían la tierra que estaba a nada de ser embargada por el banco y con ella, la posibilidad de afrontar el costo del tratamiento que su enfermedad requería.

Salieron de la clínica con una lista más de exámenes pendientes y otra de medicamentos por comprar que ya casi no podían costear debido a los exorbitantes gastos que representaba la mínima manutención de los caballos del rancho y de los pocos empleados con los que contaban.

—Julio, recuerda llevarla a la cama en cuanto lleguen, aunque te diga lo contrario. —Alex le extendió la mano a su mejor amigo, el hijo de uno de los capataces del rancho con el que creció cuando llegó al pueblo.

—No te preocupes, tú encárgate de enamorar a los nuevos patrones —dijo el castaño sonriéndole a Alex que se puso serio de inmediato—. Tranquilo, no olvides que debes convencerlos.

—Lo sé. Es de los pocos interesados que hemos tenido en meses, debo hacerlo. Hablamos por teléfono y me dijo que venía con sus dos hijos, solo espero que no sean los típicos niños citadinos groseros e inútiles. —Suspiró al mirar a su madre en la camioneta un poco más débil cada día. Julio tenía razón; debía convencer a ese hombre de comprar y para ello irradiaría todo su encanto.

—Alexa te envió un mensaje. —Julio le empujó el hombro en broma, pero este negó con la cabeza—. Dijo que te esperaba el viernes en la feria del pueblo. Que ganaste la apuesta. Dime bribón, ¿qué te hará la dulce amazonas?

—No seas chismoso. Alexa quiere que sea su novio, pero...

—Ya sé, ya sé. Mira, hermano, sé que tu madre está enferma, pero no por eso tienes que dejar de vivir. Alexa sigue empecinada en ganarle de mano a la chica del Rancho Aguilar o a cualquiera. Eres un sujeto con suerte para que las muchachas más lindas de la zona anden detrás de tus huesos. Te envidio.

—Te las regalo. —Sonrió al advertir el gesto vulgar de su amigo—. En serio. No estoy interesado. Sabes que con estas chicas no puedes solo salir y divertirte. Una vez las miras con un poco de interés, ellas ya están organizando una boda y presentándote a sus padres para analizar en qué les serás de ayuda en sus tierras. No puedo pensar en ello en este momento. Vamos, en lugar de darme consejos sobre mujeres, pasa por Amelia y dile que si no regresa a casa contigo, tendrá que recoger todo el estiércol de la semana, ¿estamos?

—Tu hermana me va a matar, Alex. Tiene un carácter peor que el tuyo. Vete ya o llegarás tarde al aeropuerto.

—Te veo más tarde, mamá.

—Encomiéndate a Dios, hijo. Compórtate. —Alex sonrió y le dio un beso en la frente a la mujer que le devolvió la sonrisa y asintió una vez en su dirección. Se subió a la camioneta y condujo hacia la carretera principal. Estaba a casi dos horas del aeropuerto y aún debía pasar por la farmacia. Llegaría allá a la hora de la cena y tendría que invitar a comer a esa gente, porque seguro no aguantarían a regresar al rancho. Solo esperaba que no fueran demasiado engreídos y se conformaran con los platillos típicos de la zona.

Bajo tu Cielo   [#1 Bilogía Al Natural]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora