1: Fingir

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Algunos rayos del sol iluminan mi rostro mientras observo el cielo a través de la ventana en mi habitación.

— Cariño! -escucho la voz de mi madre, quien golpea la puerta de mi habitación.

— Pasa mamá -le digo aún mirando por la ventana.

— Buenos días, pensé que seguías en la cama hija.

—Me desperté hace un rato, no logré dormir muy bien -comento mientras me alejo de la ventana y me siento en el borde de mi cama.

— Lastima cariño... y en definitiva esas ojeras lo confirman -dijo antes de acercarse y dar un beso en mi frente.

Sonreí y guardé silencio.

—Seilan, se que este no fue el mejor verano y sé cómo te sientes con todo lo que ha pasado. Debes saber que no tienes que ir a la escuela si no quier...

—Estoy bien mamá -le interrumpí- iré a la escuela. Es el primer día de mi último año y no quiero ausentarme - mentí.

— De acuerdo, será lo que tú decidas- se dió la vuelta para luego salir de mi habitación.

Tan pronto como se fue me lancé a la cama y abracé la primera almohada que vi. Comencé a llorar como la persona más dramática lo haría, sentía como se me apretaba el pecho y se me dificultaba respirar. No me sentía nada bien, estaba triste, agobiada y mientras ante los demás fingía estar completamente alegre por dentro tenía un gran sufrimiento.

No quería ir a la escuela, no me sentía preparada para interactuar con los demás, no quería escuchar sus comentarios y preguntas. Desearía tanto que pudiera devolver el tiempo atrás y que el verano que recién acabó jamás hubiera llegado. Desearía que todo volviera a ser lo que era hace unos meses...

El timbre de mi teléfono me hizo levantarme de nuevo y secar mis lagrimas. La llamada entrante era de Jason, mi mejor amigo. Tomé un respiro antes de contestar intentando calmarme un poco:

– ¿A que debo el honor Jay?

—A nada importante en realidad, solo quería decirte que iré a buscar a Amanda para ir a la escuela y quería saber si quieres que pase por ti también.

-—Te lo agradecería, no tengo ánimos para conducir hoy.

—Entonces pasaré por ti en 30 minutos ¿está bien?

—Me parece bien, nos vemos - dije terminando la llamada.

No me siento preparada para hablar con nadie, pero sé que tampoco me hará bien estar sola tanto tiempo. Jason y Amanda son mis mejores amigos y sé que con ellos me sentiré un poco mejor, o al menos eso es lo que espero.

~
Me di una ducha y comencé a buscar en mi armario pensando qué ropa utilizaría para ir a la escuela. A veces quisiera que usáramos uniformes ya que así no demoraría tanto en buscar que ponerme, solo a veces.

Con otro estado de ánimo seguro hubiese escogido algo extravagante, llamativo, algo que me hiciera lucir radiante en el primer día de clases... pero no era el mejor momento para eso. Así que tomé una blusa blanca, unos jeans, una chaqueta, mis converse blancos y me vestí. Dejé mi cabello castaño suelto, me puse un poco de maquillaje para disimular mis ojeras, tomé mi bolso junto con mi teléfono y salí de mi habitación.

Me dirigía hacia la planta baja de mi casa y me detuve unos segundos a observar la puerta que estaba cerca de las escaleras... suspiré y continué mi camino.

Al bajar vi a mamá sentada en el sofá con la mirada algo perdida.

—¿Cómo te sientes? - le pregunté sacándola de sus pensamientos.

—Ah Seilan, no te había visto hija. Estoy bien, pediré que te sirvan el desayuno- dijo levantándose de su lugar.

— No es necesario mamá, no tengo hambre, además Jason y Amanda vienen a buscarme y ya deben estar por llegar.

— Está bien linda, me alegra saber que tus amigos nunca te dejan sola.

—Si, a mi también me alegra eso - le dediqué una sonrisa.

Escuché llegar el auto de Jason y me despedí de mamá. Subí al auto y nos fuimos hacia la escuela.

El camino se me hizo eterno. Jason y Amanda se mantuvieron en silencio la mayor parte del tiempo al igual que yo, lo único que escuché fue a Amanda estornudar y a Jason decirle "salud".

Al llegar a la escuela respiré profundo antes de bajarme del auto.

— Seilan, ¿estás bien? - preguntó Amanda mientras me tomaba de la mano.

Le sonreí.

—Estoy bien Mandi -mentí, me sentía totalmente devastada, no comprendía de dónde sacaba el valor para siquiera salir de la cama. Odiaba fingir, nunca me ha gustado mostrar algo que no sea cierto, pero debo hacerlo. Por mi bien y por el de mamá, si le demuestro como me siento y lo destrozada que estoy se que le afectaría, eso no la ayudaría en nada y no soportaría que algo le sucediera.

—Entonces vamos, entremos- dijo mientras comenzaba a caminar hacia la la puerta de la escuela aún sosteniendo mi mano, como siempre hacía y Jason iba sonriente junto a nosotras.

Al entrar en el pasillo no habían tantas personas, pero de esas que habían la mayoría me miraba. Me sentía muy incómoda aunque sabía que algo así pasaría. Seguimos nuestro camino hasta el salón de clases ignorando a las personas del pasillo. Al llegar al salón tomamos asiento y minutos más tarde comenzó la clase.

Para mi suerte la primera clase no pasó tan lenta como esperaba, cuando estábamos por salir de esta, vi por la ventana un hombre que movía su mano como si llamara a alguien de nuestro salón. Vestía ropa oscura y traía una gorra. Lo miré unos segundos hasta que lo reconocí... oh no puede ser.

—Chicos los veré en la próxima clase ... yo necesito ir al baño -dije un poco nerviosa dirigiéndome a Jason y Amanda.

Tomé mi bolso y salí de prisa. Sin que nadie me viera, fui corriendo hacia el estacionamiento donde estaba aquel hombre... este se encontraba detrás de un árbol. Tan pronto lo vi, corrí hacia él dándole el abrazo más fuerte que le había dado a alguien alguna vez.

—Papá ¿qué haces aquí? - dije mirando hacia todos lados— alguien podría verte.

—Lo se hija, se lo arriesgado que es venir aquí pero aún así debía verte, te hecho mucho de menos.

—También te he extrañado mucho, pero aún así no debes arriesgarte. No deberías estar aquí papá, no después de lo que hiciste. Si alguien te ve estarás en problemas.

—Estoy consciente de eso Seilan, pero solo necesitaba verte y darte un abrazo, me iré justo ahora. Por favor cuídate y cuida mucho a tu madre, pase lo que pase siempre recuerda cuanto te amo. — dijo mientras me daba un corto abrazo.

—Cuídate mucho papá, te amo - me despedí y me fui de ahí rápidamente.

El ver a mi padre, aunque fuera un minuto, me llenaba de alegría. Siempre habíamos sido muy cercanos y el tenerlo lejos ahora, me afectaba mucho.

Mientras me dirigía a la entrada nuevamente, pude ver cómo alguien me observaba desde el interior de la escuela, no pude ver bien su cara pero pude distinguir qué era un chico... o quizás una chica con cabello corto. Luego dé percatarme comencé a sentirme muy nerviosa, si esa persona vio a mi papá y sabe quien es el, esto traería más problemas. La policía lo ha estado buscando desde hace unas semanas y definitivamente yo no quiero verlo tras unas rejas.

Comencé a correr hacia el interior de la escuela con la esperanza de que esa persona siguiera allí, pero al entrar solo me encontré con un pasillo completamente vacío...

¡Gracias por leer!

Por mis heridas Donde viven las historias. Descúbrelo ahora