Siglo XX y las Malvinas

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Los años pasaron nuevamente y ambos terminaron por distanciarse aún más, cabía decir que se extrañaban, pero había algo que no les dejaba acercarse al otro. En las reuniones de la ONU se buscaban intentando verse a los ojos del otro y luego apartar las miradas como si de coincidencia se tratase, pero luego, se volvían a encontrar aquellos ojos color verde y color miel, tan solo para volver a ignorarse.

Había días en los que Argentina pasaba por la casa de Chile, no podría decir que le recibía con los brazos abiertos, pero el rubio terminaba entrando a la fuerza, obligaba a beber un par de tragos al chileno hasta que se soltase y así pudieran hablar como antes, pero todo lo bueno debe terminar, y el argentino debía volver a sus tierras, eso quiere decir que todo volvería a la normalidad, como si nunca se hubieran hablado desde aquel tratado más que por asuntos internacionales o por Tierra del fuego.

Aveces el Chileno también se aparecía en la casa del argentino, borracho claramente, porque en sus cabales ni de chiste pisa tierras argentinas, pero por orgullo, ya que en realidad le gustaba bastante.

Siguieron así hasta que la paz y la dicha de ambos países se vio interrumpida por estrictas dictaduras militares. Primero fue Chile, aquel 11 de septiembre de 1973 en que cayó en manos de un jefe de ejército llamado Agusto Pinochet.

Tres años más tarde, un 24 de marzo de 1976 Argentina entró en un proceso llamado "Reorganización nacional" o simplemente "proceso" a manos de Jorge Rafael Videla, militar también.

Ambos países pensaban el uno en el otro pero no había nada que pudieran hacer, si antes se creían sin opciones ahora se encontraban de manos atadas y mirando hacia la pared, metafóricamente hablando. Pero si lo piensan también literal.

Las atrocidades pasaron, y en chile la violacion de derechos humanos fue gravísima, personas eran perseguidas y torturadas, algunos lograban escapar para solo quedar en el exilió en algún país extranjero, Chile estaba horrorizado y angustiado, no sabía cómo fue posible que su creciente país cayera en aquel hórrido terror, pero con el tiempo algo cambio dentro de él, ya no sentía ni el más mínimo sentimiento, solo quería que todo estuviera en su lugar, no sabía si aquello ocurrió tras caer completamente en las ideas del capitalismo o por sucumbir ante aquel jefe de ejército, creo que es más o menos lo mismo, pero pasó, ya no sentía ni un poco de remordimiento, se había vuelto un tirano más.

Argentina no estaba mucho mejor de todos modos, un año antes de terminar aquella oscura etapa entró en guerra, decidió enfrentarse contra Reino Unido por unas hermosas islas ubicadas en el Atlántico sur, Las Malvinas, Georgias del sur y Sándwich del sur. Esta fue la primera guerra de Argentina en más de cien años.

El ejército británico derrotó al argentino en una serie de batallas y combates, cabe decir que los británicos fueron ayudados por los estadounidenses y la OTAN... y secretamente por Chile en un inicio, cuando toda la guerra comenzó Chile se había ofrecido con el uso de sus puertos, de ahí en adelante las tareas de inteligencia y de cooperación logística por parte de chile fueron notablemente constantes, más adelante Agusto Pinochet ya había ofrecido al ejército británico su fuerza aérea y naval.

Cuando Argentina se entero de la traición de su antiguo amante no pudo soportarlo, y no solo eso, había perdido la guerra, las islas, y toda la culpa fue dirigida hacia el chileno, quien de todos modos nunca dijo ni una palabra en contra del dictador Pinochet.

Los años nuevamente pasaron, ya era 1990, en Chile ya no tolerarían más aquellos abusos, entonces decidieron optar por un plebiscito y Pinochet fue sacado del poder, dando la oportunidad a una elección democrática.

Por fin todo se había calmado, no por completo pero lo peor había pasado, y a Manuel hasta se le había pasado aquella faceta de "segundo dictador", estaba del lado del pueblo, se había zafado de aquellos monstruos que entraron en su cabeza, estaba libre y lleno de vida esperando luchar por un Chile mejor y tal vez más justo.

Cuánto por fin la dictadura había acabado no quiso esperar ni un segundo más, todo aquello ocurrido en esos oscuros años le habían hecho ver que ser un bipolar enojon solo te hacía perderte lo bello de la vida, el amor, y el sabía perfectamente a quien amaba, por ello una vez todo resuelto se encaminó hacia el otro lado de la cordillera, buscando a aquel rubio de ojos verdes que ocupaba lugar en su corazón.

Mientras corría por las calles de Buenos Aires lo vio, saliendo de una cafetería, lucía muy sofisticado y a la moda, de verdad todo había cambiado, parecía haber estado en un puto agujero todo este tiempo, si es que aún ni se sacaba de los bolsillos algunos panfletos del plebiscito.

Corrió hacia el y no pudo evitar llamarle desde la otra cuadra.

—¡MARTIIIIN!— exclamo corriendo hacia este, hasta que paró en seco, anonadado por la mirada que le dio aquel argentino de ojos verdes.

Dejó de correr, ahora solo camino hacia este con un nudo en la garganta.

—¿Martín?—dijo una vez llegó al lado de este, en todos esos segundos que demoró en llegar a su lado no le había dejado de ver con odio y rencor, una expresión que jamás había visto Manuel, no hacia su persona por lo menos.

—¡¿Y vos quien sos roto de mierda?!—dijo un argentino emputadisimo, en esos segundos había decidido hacer como si nunca le hubiese visto, estaba decidido, no quería volver a ver a aquel chileno nunca más, eso decía su mente, pero su corazón le seguía amando, pero no, su corazón jamás le perdonaría.

Manuel quedó en blanco, no supo cómo responder, y mucho menos que expresión poner, lo único que cambió en el fue su color, estaba pálido, la última cosa que se le pasó por la cabeza fue que el argentino le rechazaría así.

—¿Y vos que te pensas? ¿Que te recibiría con los putos brazos abiertos?—dijo con un odio que parecía venir desde dentro del alma.

—Yo... —fue lo único que pudo gesticular.

Subió una de sus manos, iba a tocarle el brazo pero el argentino lo apartó bruscamente.

—No me toques.—dijo en seco para luego dar media vuelta e intentar caminar, pero una mano le había agarrado de la muñeca.

—No podi' ser así de maricon... —dijo sin pensar mientras aguantaba las lágrimas con un nudo en la garganta.

—¡No! Vos no podes ser así de "maricon"—imito su voz en la última parte— ¡¿Después de traicionarme así venís aquí?! ¡¿A Que?! ¡A qué te bese y te diga "te amo Manu"! ¡Vete a la mierda pelotudo! ¡Andáte a follar con el anglocejon ese!

Chile lo pensó por un momento, si había pensado eso en realidad, y ahora notaba que era algo estupido, pero no le iba a dar la razón.

—Yo si te perdone —dijo cerio.

—¡¿De que me hablas Manuel?! Si, me perdonaste... ¡pero después de como 50 años hijo de puta!

—AH! Ya cállate sacowea! Tú sabi' bien que jamás me enoje de verda' contigo! —le agarró de la camisa.

—¡Soltame puto! —le agarró también.—ándate con tu nuevo novio.

Chile lo miró unos momentos, pensando en aquella ultima frase.

—Estay celoso...—dijo el chileno sin pensar.

—......claro que si— le soltó de un empujón, haciendo caer al chileno sobre la acera, teniendo así tiempo de huir subiéndose a un taxi. —No te atrevas a volver.

—tks...—se paró limpiándose las ropas y luego noto como la gente lo veía, habían hecho una escena en mitad de la calle.

Rezaba porque la tierra lo tragase, pero no pasó. Tuvo que pedir un taxi camino al aeropuerto para volver a su lado de la cordillera, muerto de angustia al pensar en aquella disputa, y en lo incómodo y doloroso que le será verle ahora en las reuniones de la ONU, aún así, deseaba realmente una de esas reuniones pero ya, quería una excusa para verle y tal vez no para volver a discutir, aunque tenía el presentimiento de que con un simple "hola" podría desatar otra guerra.

Todo termino bien... Donde viven las historias. Descúbrelo ahora