Capítulo II: El señor Voldermort

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La ciudad va despertando al mismo tiempo que lo hago yo en el coche que me lleva a esa cita anual para ver si ELLA sigue haciendo estragos en mi cuerpo. Es el único día que le dedico en exclusiva, no me queda otra, porque sé que me esperan muchas horas en el hospital, sometida a varias pruebas. Tampoco es cuestión de negar la realidad. Pero preferiría ir al colegio, la verdad, aunque hasta ahora sólo Santi, el empollón de la clase, me haya dirigido la palabra. Pero sospecho que lo ha hecho por acercarse a mi hermana. Creo que le gusta.

Para acabar de espabilarme, bajo la ventanilla

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Para acabar de espabilarme, bajo la ventanilla. La sensación del frío aire en la cara me gusta. A los cinco minutos ya la tengo medio paralizada pero me hace sentir que sigo aquí, que tengo 14 años recién cumplidos, que tengo muchos planes y que la enfermedad de von Hippel-Lindau no va a ser un obstáculo. Hoy tiene que ser un día más, así que haz el favor y dame un respiro, le digo.

Los días previos también los he vivido de forma melancólica. Ayer, sin ir más lejos, creo que soñé con mi madre, aunque no recuerdo si hablamos de algún tema en concreto. Me quedó tanto por preguntarle, porque me enseñara. La próxima vez, cuando me despierte, cogeré una libreta y me lo apuntaré todo. Suelo pensar mucho en ella, pero hasta ahora no había aparecido en ningún sueño. Igual está protegiéndome.

Absorta en mis pensamientos, un grito me devuelve a la realidad. Mi padre, Ramón, por lo general muy amable y protector en exceso, hoy no tiene el día. Está muy tenso. Siempre se pone nervioso el día que tengo revisión. Y se cierra en banda. Retiro la cara del cristal haciéndome la enfadada mientras él, farfullando, sube la ventanilla desde su posición de conductor... del coche y de mi vida.

Y ninguno de los dos pronuncia palabra durante lo que queda de viaje. El silencio es incómodo para los dos. Igual deberíamos decirnos alguna cosa, aunque fuera comentar algún reality de la tele, pero no nos apetece. No creo que a nadie le guste vivir con el 'ay' en el cuerpo, atentos a recibir malas noticias. Y no, no creo que una niña de 14 años debiera recibir ninguna. Pero es lo que me ha tocado. Lo asumo, apechugo pero tiro hacia delante... aunque hoy no es el mejor día para ir de que nada me afecta. No tengo ganas.

Al final aparcamos sin llegar a mediar palabra, bajamos del coche sin decir ni mu, aunque noto que él me va mirando por el rabillo del ojo, y nos dirigimos a la puerta del Hospital como si fuéramos dos auténticos desconocidos. Pero, sorpresa, antes de entrar me coge la mano de forma torpe, me atrae hacia él y me da un achuchón que me reconforta, aunque prefiero disimular y vuelvo a hacer el papel de adolescente desagradecida, apartándole de mí con una especie de gruñido. Si hubiera abierto la boca me hubiera puesto a llorar. No me gusta verlo así... por mí.

Aún con el nudo en la garganta, y mira que me juré y perjuré que iba a pasar con dignidad esa mañana, entramos en el edificio y el cuerpo de mi padre se tensiona aún más. Estoy segura de que en ese momento le pincho con un alfiler y ni se entera. Las puertas del ascensor se abren con ese típico 'clin', pero por algún extraño motivo a mí me suena más al ruido de cuando calientas algo en el microondas y ya está listo para servir. De su interior sale un payaso con aspecto triste y cabizbajo. Me mira y al ver que soy una niña, me lanza una sonrisa que parece más una mueca. Ese hombre no está muy fino. Qué mal rollo me ha dado. Aparto la vista de él rápidamente y se aleja a paso ligero haciendo ruido con sus enormes zapatos. ¿Y aún os preguntáis por qué los payasos aparecen en el primer puesto de mi ranking de cosas que me dan más miedo?

La negatividad que mi padre y yo traemos desde casa desaparece cuando entramos en su despacho y vemos su pelo rosa. Los dos nos miramos y asentimos ligeramente con la cabeza. Estamos en buenas manos. Catalina, mi médico intermista, es la que va pedir todas las pruebas: resonancia, analítica, etc. y, mala suerte para ella, será la encargada de darme buenas o malas noticias. Lina, como le guste que la llamen, nos recibe con una sonrisa de oreja a oreja que muestra todos sus dientes, no muy grandes, no muy blancos y no muy perfectos, pero me cae bien porque me sonríe con la mirada. Me gusta la gente que sonríe con los ojos, las veo más sinceras, auténticas. De hecho, lo primero que hace es saludarme por mi nombre. En ése momento, quiero corregirla pero delante de mi padre no me atrevo. Aún no le he dicho que me lo quiero cambiar.

Hablamos un poco, la doctora nos explica algunos temas clínicos, pero yo ya sé lo que significan las palabras 'intermista', 'resonancia', 'analítica', 'quiste' o 'tumor', preferiría conocer otras

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Hablamos un poco, la doctora nos explica algunos temas clínicos, pero yo ya sé lo que significan las palabras 'intermista', 'resonancia', 'analítica', 'quiste' o 'tumor', preferiría conocer otras. De pronto, le suelto con el tumor de 5mm se llama señor Voldemort y que el otro, el de 3mm, se llama Vol junior. Lina se me queda mirando y se ríe a carcajadas. Tiene una risa muy contagiosa. Mi padre acaba riéndose también.

Mi propio partido de fútbol

Uno de los motivos para mudarnos de ciudad fue estar cerca de un hospital de referencia que lleve mi caso, porque el seguimiento es un auténtico rollo. Cuando os digo rollo, os digo roooooooollo. El seguimiento es tal que así: para la resonancia con contraste del sistema nervioso central, cerebelo y médula, un palo de prueba, he estado más de una hora y media. Pero he seguido el consejo de Lina, que me ha pedido que imaginase que viajaba a algún sitio lejano. Estar tumbada en una camilla dentro de una máquina y luego conectada a un catéter no me lo ha puesto muy fácil pero os prometo que me he visto caminando por la 5ª Avenida. Valaree 1 - VHL 0

Otra prueba que me he tenido que hacer es una resonancia con contraste abdominal para mirar páncreas y suprarrenales y riñones. Cuánto vocabulario de anatomía, ¿verdad? Normal que saque tan buena nota en la asignatura de Ciencias. Valaree 2 - VHL 0

Pero la que más odio es la prueba de orina. No voy a entrar en detalles, pero 5 días antes de la recogida he tenido que estar con un tubo grande donde caben 2 litros y pico e ir rellenándolo. Suerte que la prueba ha sido un viernes. Me quedé todo el domingo en casa para realizarla 'con éxito'. Por si fuera poco, para que no saliera la prueba alterada, no he podido tomar chocolate, ni Coca-Cola, ¡ni nada que lleve vainilla!¡Mi helado favorito es el de chocolate y vainilla! Mi padre, cuando me vio alterada por esto, me prometió un buen helado cuando saliéramos del Hospital. Valaree 3 - VHL 0

Además, el oculista especialista en retina, me ha revisado el ojo sano. Después de medirme la tensión ocular, todo parece estar bien. Valaree 4 - VHL 0

Todo ha salido bien

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Todo ha salido bien. Hoy he ganado por goleada.

Con todos los resultados correctos, el cuerpo de mi padre se destensa y sale de la consulta sin decir nada, creo que para llorar a solas. Yo me quedo mirando a la doctora. Sonreímos.
El viaje de vuelta no tiene nada que ver con el de ida. La música está puesta en el coche y yo me estoy comiendo un gran helado de chocolate y vainilla con la ventanilla bajada del coche. Estoy pensando en lo que me ha dicho la doctora cuando hemos estado a solas: el señor Voldemort lo llevamos todos dentro. No se puede vivir con miedo.

ValareeWhere stories live. Discover now