Vivía en una pesadilla.
Su madre se dedicaba a traer hombres diferentes a la casa, cada uno por un periodo corto de tiempo.
A partir del quinto comenzó a dejar de tratar de conocerlos, solo se encerraba en su cuarto y salía únicamente para comer.
Hace varios meses que la habían expulsado del colegio por pagos atrasados, pero a su madre no le podía importar menos.
Por un tiempo se dedicó a leer cualquier libro que pudiera encontrar en la casa, pero ya se le habían agotado sus opciones.
No podía salir de la casa, su madre enloquecía cada vez que cruzaba la puerta a la calle pensando que la iba a abandonar como su padre.
Que graciosa ironía, en realidad su padre nunca lo fue biológicamente, y su madre lo confirma, pero también asegura que nunca lo engaño con ningún otro hombre. Por más que trató de hacerle decir la verdad sobre cómo pasó eso, ella nunca quiso decir una palabra más al respecto.
Sin embargo, una noche, cansada de la monotonía y la noche eterna en la que se sumieron sus vidas, decide salir a pedirle explicaciones a su madre y no le permitiría moverse hasta que se las diera.
Ese fue el más grande error que pudo haber cometido.
La segunda planta estaba solitaria, el pasillo estaba a sumido en las penumbras, cualquiera que no supiera moverse entre las sombras de hubiera perdido apenas adentrándose a ellas, pero ella había aprendido a entenderlas, a convivir con ellas.
El primer cuarto que revisó fue el de baño, a pesar de la falta de luz podías distinguir las manchas de suciedad que había en todos lados, la cortina medio caída consecuencia de una noche de borrachera, la bañera con grietas, las manchas de moho en algunos lugares; pero sin rastros de alguien ocultándose.
El cuarto de su madre fue algo más difícil y deprimente de inspeccionar, botellas por todos lados, muebles y espejos rotos, ni hablar de la ropa y fluidos que habían esparcidos por todo el cuarto. Llevaba demasiado tiempo sin entrar a ese cuarto y cuanto se arrepentía de haberlo hecho en ese momento, era un escenario ciertamente perturbador.
Al no encontrar presencia alguna de su madre en la segunda planta, decidió dejar el ático en último lugar y bajar a la primera.
Pisaba con el mayor cuidado y ligereza que podía cada escalón, estaban tan descuidados y maltratados que le parecía rechinaban con más y más fuerza conforme bajaba, no le gustaba la idea de despertar al hombre en turno que se encontraba en la casa; últimamente le lanzaban mirabas cada vez más cargadas de lasciva y temía por el momento en el que alguno decidiera por fin actuar.
El primer piso estaba igual de silencioso y oscuro que el segundo, pero por alguna razón el miedo se hizo más presente en esta parte de la casa.
La puerta estaba cerrada al igual que las ventanas a sus costados, ni una corriente de aire pasaba por ahí.
Casi se cae al tropezar con una botella de cerveza vacía, al principio por un tiempo trataba de mantener la casa limpia aunque su madre se encargara de borrar ese progreso cada pocos días con ayuda del hombre del momento; así que después solo decidió dejar de intentarlo y lo único limpio en esa casa era su cuarto.
El piso de la sala estaba prácticamente tapizado por latas, botellas y basura de comida chatarra, había un pila de cajas de pizza en una de las esquinas de la habitación y los sillones por su parte estaban completamente sucios de comida, bebidas y otras cosas sobre las cuales no quería profundizar mucho.
Se acercó a las ventanas y corrió un poco la cortina, como siempre estaba solitaria, algunas casas todavía tenía sus luces prendidas, veía algunas con añoranza recordando los momentos en que todavía tenía una familia y se reunían con los vecinos a menudo para convivir y jugar; era gracioso como en un momento estaba disfrutando de una fiesta en casa de algún vecino junto con sus amigos y ahora no hablaba con nadie.
Asegurándose que no había nadie en la calle regreso al pasillo en dirección a la cocina. A estas alturas ya sabía que su madre no estaba en casa, pero tenía tanta hambre y esperaba que al menos hubiera algo de comer en ella. Con este ya se cumplían dos días que no probaba ni un bocado de nada.
Lo sintió llegar, no había cruzado la puerta pero ella ya sabía que estaba muy cerca; el ambiente de pronto se impregnó con una oscuridad tan latente y peligrosa que no pudo moverse de la impresión.
Volteo a ver la puerta al final del pasillo cuando escucho la manilla moverse, comenzó a rezar a cualquier deidad había y por haber que la puerta estuviera cerrada con seguro.
Pero quien dice que el diablo es fácil de retener.
Un estruendo resonó y la puerta se sacudió.
Segundo estruendo y la manija se aflojó.
Tercer estruendo y por fin la puerta se abrió.
-¡Donde te escondes desgraciada!
Reaccionó muy tarde, para cuando comenzó a correr para esconderse él ya la había alcanzado a vislumbrar gracias a la luz de la calle.
-Parece que tú madre me dejo un regalito con que divertirme, viendo que ella no piensa hacerlo
Se escondió dentro de una de las gavetas con mucho cuidado tratando de no hacer ruido, agradecía que estuviera lo bastante borracho como para ir tropezando con todo lo que hubiera en el pasillo; pero eso lastimosamente no impidió que llegara al cuarto.
-Vamos no te escondas pequeña, te prometo que no te haré daño; es más hasta te gustará.
Se tapo la boca con ambas manos para detener sus sollozos mientras que corrientes de lágrimas se deslizaban por sus mejillas.
Solo quería que su madre llegara para que distrajera al hombre y ella pudiera escapar a su cuarto.
-Puedo seguir jugando a esto toda la noche, pero entre más tiempo tarde para encontrarte, y te aseguro que lo haré, más me enojare contigo. Así que se buena niña y sal.
Oía como se desplazaba por la cocina, abrió el refrigerador, aventó la mesa, revisó el cuarto de la alacena.
Sabía que era su fin cuando comenzó a abrir las gavetas. Con sus manos comenzó a tantear lo que había su alrededor hasta que encontró algo, no sabía lo que era pero si que estaba lo suficientemente pesado y duro como para darle tiempo.-¡Te encontré!
Ni siquiera le dio tiempo de vislumbrar la bien, alzó el objeto y con toda la fuerza que pudo hacer le dio el la cabeza logrando que el hombre cayera de espaldas para ella salir rápidamente.
Pero algo jalo su pie e hizo que cayera y se golpeara con el suelo.
-Oh no, tú no te vas a escapar pequeño demonio.
Jalo de su pie hasta que estuvo lo suficiente mente cerca de él y entonces la giro para ponerse sobre ella.
-Pero si eres una cosita preciosa
Tenía una sonrisa verdaderamente siniestra, sus ojos brillaban por la maldad y se la parte de arriba de su cabeza corría un hilo de sangre.
El comenzó a acariciar su cara con lentitud, le aparto los cabellos que se pegaban a su cara por el sudor, delineó cada facción de ella y poco a poco fue bajando las caricias.Solo quería llorar y esconderse en un rincón de la casa donde nunca nadie pudiera tocarla ni hacerle daño, ella sabía que venía, y de solo imaginarlo le daban ganas de vomitar.
No podía ni moverse la fuerza de aquel hombre era cinco veces mayor a la de ella, aun estando borracho.-Ahora si llego el momento de la diversion pequeña, te prometo que la vas a pasar muy bien.
Y así sucedió, su mamá nunca llegó y ella su inocencia perdió.
Los cuervos comenzaron a escapar, la jaula de pronto tenía muchas aberturas.
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El desgarro de un alma
Short StoryLe dio una oportunidad a la humanidad, un alma pura en sus manos caerá y solo de ellos depende su destino salvar.