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Los gritos de sus padres la despertaron.

Resonaban en el aire como las más poderosas y peligrosas tempestades.

El de su padre era potente, pero el de su madre tenía un tono más hiriente y afilado, como si llevara mucho tiempo cargando con semejante sentimiento.

Nunca los había escuchado pelear, ni siquiera le dieron indicios alguna vez de que estuvieran enojados.

Bastaba con mirarlos unos pocos minutos juntos para darse cuenta que estaban tan enamorados el uno del otro, ambos eran su propio mundo y en él no había espacio para nadie más que para su hija. Una familia pequeña pero con todos y cada uno de los recovecos llenos de amor.

Pero los gritos y los golpes que se comenzaban a escuchar en la planta baja, no se parecían en nada a la familia que eran; y por un momento se preguntó si acaso unos extraños la habían secuestrado.

Negaba una y otra vez en su cabeza la posibilidad de que esa disputa la estuvieran llevando a cabo sus padres, pero las voces no mentían, y ella las reconocía a la perfección en lo profundo de su ser.

Tomó a su fiel compañero el Señor Sluly y armándose de valor comenzó a dirigirse al lugar de la pelea. Su corazón se comprimía más y más conforme reducía la distancia, sus pies parecían querer pegarse al suelo y hasta creyó ver que el pasillo se hacía más pequeño.

­-¡Te encantó verme la cara de tonto todos estos años verdad!

No lo podía creer, la voz de su padre sonaba tan quebrada. No..., su padre nunca llora.

-¡Solo hice lo mejor para los dos, era lo que nos faltaba para completar la felicidad que merecíamos!

Su madre definitivamente se había hundido, su tristeza resonaba en cada una de sus palabras.

-¡Pero no de esa manera, teníamos otros planes, íbamos a cumplir nuestros sueños!

-¡Eso no era para nada lo que queríamos y lo sabes bien, ¿O a caso no han sido los años más felices de tu vida?!

-¡Yo lo único que se es que he vivido en una jodida mentira y todo por tu culpa maldita egoísta!

Parecía que a su padre se le iban a salir los ojos, su cara estaba completamente enrojecida y llena de venas, tenia las manos echas puños tratando de retener los impulsos; pero se notaba a distancia que no le serviría de mucho.

-¡El egoísta eres tú porque no me dejaste buscar otra opción, como tú no podías dármela no dejaste que nadie más lo hiciera!

Su mano parecía un resorte, porque justo en ese momento se lanzó hecha puño directo a la cara de su madre.

Su cara giró al mismo tiempo que su cuerpo lo hizo y calló al suelo.

Por un momento pensó que su padre se detendría al ver lo que había hecho; pero no fue así. Avanzó hacia el cuerpo tirado de su madre y comenzó a darle patadas por todo el cuerpo. Solo alcanzaba a oír los gritos y sollozos de su madre mientras se encogía para tratar de protegerse.

No podía salir del shock por la escena, su cabeza seguía procesando pedazo por pedazo lo ocurrido.

Ni siquiera se dio cuenta en el momento en que su padre dejó de patear a su madre y subió a su cuarto.

Una vez que recupero el control de su cuerpo, corrió a revisar al ensangrentado y magullado cuerpo en el que se había convertido su madre.

-Mami ¿por qué papi te pego?
No la escuchaba, solo sollozaba y se hacía más pequeña, como si tratara de cubrirse de más golpes.

-No llores mami, voy a ir por la pomada para que ya no te duela nada.

Subió al baño a buscar la pomada, pero al pasar por un cuarto vio que su padre estaba empacando cosas en una maleta.

La rabia la consumió, y de pronto no vio a su padre, si no a un monstruo que merecía ser destruido.

Corrió a él y con sus puños y piernas comenzó a golpearlo donde podía.

-¡Quítate de aquí, no te atrevas a tocarme engendro asqueroso!

De una cachetada la mando al suelo y continuo metiendo cosas a su maleta.

-¡Eres un monstruo, le hiciste daño a mami y por tu culpa esta llorando!

-¡Es lo menos que se merece esa desgraciada por mentirosa y egoísta!

-¡No es cierto, mami nunca miente!

-¿Quieres saber la verdad eh?, la verdad es que esa maldita mentirosa me engaño todo este tiempo haciéndome creer que eras mi hija, pensó que después de engañarme con otro y fingir que no paso nada podríamos seguir jugando a la familia feliz por toda la vida; pero no, yo no voy a dejar que me siga viendo la cara de tonto ningún momento más.

-¡No es cierto, ella es mi mami y tú eres mi papi; ella no miente!

-¡Pues empieza a afrontarlo pequeña miedosa, porque es cierto y yo me voy de aquí; me da asco tan sólo verlas!

No pudo detenerlo, su padre la empujó y salió por esa puerta para no regresar nunca más, dejando una niña confundida y llorando de dolor.

Ese día la jaula tan frágil se dañó y el primer cuervo salió.

El desgarro de un almaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora