Capítulo I. "Consejo Supremo"

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Cómo era de costumbre últimamente el  Representante Popular Damián I de Irelay se encontraba cesionando con su junta de gobierno un nuevo plan para poner fin a la inestabilidad ocasionada por la guerra con la nación enemiga Janaledra la cual amenazaba con acabar con la hegemonía del pueblo más grande sobre la tierra en los últimos 300 años.
La nación Irelayana además de la metropoli estaba compuesta por 7 Tribus Hermanas Dransa, Senide, Danafer, Manaric, Angelopolis, Galicia y Yaram; en la Metropoli el consejo superior debatían sobre la solución final... El primero en pronunciarse fue  don Gabriel Mendoza hombre anciano de mediana altura nacido en Dransa con barbas nevadas, ojos arrebolados y piel blancuzca; de ceño fruncido y de personalidad siniestra contrastado por su corazón de León que al demostrar su valor en el campo de batalla se había ganado el puesto de Ministro de Guerra; en cuál en tono flematico vocifero en el recinto: - Janaledra no va a rendirse hasta ver nuestras cabezas rodar por la escalinata del palacio popular, y nuestra incompetencia de no reunir un ejército moderadamente decente capaz de no solo resistir un atrincheramiento en el estrecho bola de nieve (Cadena Montañosa que divide Irelay y Janaledra); sino de organizar un contraataque que traerá como resultado el ver izada la espiga de fragua (Nombre de la Bandera de la Nación Irelayana) en la torre del palacio del detestable David VII lo cual dispongo de aumentar el presupuesto militar un 30%; la construcción de 200 embarcaciones militares y el aumento de la jornada laboral en 12 horas en todos los mares de nuestra gran nación-. Exclamó él funcionario.
Antes de que pudiera concluir su discurso las replingas de Luis Pedroza hombre alto, delgado, de piel tostada, lacios cabellos y nariz afilada que actualmente ocupaba la titularidad de la Cofradía de Trabajadores debido a su afable reputación de gran administrador durante su periodo al mando de la Compañía de las Preguntas Orientales (Primera Organización de Trabajadores en las Tribus de Ultramar) en la tribu de Danafer exclamó: -¡No puedes hablar en serio cuartelero de quinta!; no más de 15 años que nuestra nación cuenta con la jornada de Trabajo de ocho horas para los jornaleros de toda la nación, nuestro amado país siempre se ha distinguido por procurar lo mejor para todos, solo acabaremos con la crisis trabajando, la jornada además de mantenerse en el tiempo estipulado deje ser administrada por una Hacienda Autónoma que no deje los impuestos en sus putrefactos funcionarios-. La presión del ambiente podía sentirse, todos percibían los gritos de horror del comisionado de Hacienda... Hombre menudo y Rollizo de bruscos razgos faciales y ojos oscuros, con rostro imberbe, el cual se había hecho de la Hacienda gracias al mérito propio en este mismo oficio durante dos décadas; Alejandro Colin de Manaric en tono cínico y calmado replicó: -pesa sobre mi comunicarle al Representante Popular que lamentablemente esas acusaciones podrían ser ciertas... Pero la culpa no recae sobre mi, la institución legal peca de incompetente al pretender que ocho se cada diez Borgoños (Moneda de la Nación) sean enviados a la Ciudad Metropolitana cuando muchas veces los buques con impuestos son interceptados por filibusteros jalandrios, es indispensable crear una Hacienda Autónoma para cada Tribu de la Patria y enviar la mitad de los impuestos a la capital, recaudar impuestos de todos incluyendo a los grandes comerciantes-.
En medio del acalorado discurso los alaridos de Leonardo Barbosa atozigaron el recinto: -¡Escuchad todos la incompetencia de este infame recaudador de impuestos! Es que ¿a caso no hay oficio más noble y más útil para el Representante Popular que el de Preservar las Constituciones Poulares? (Leyes Oficiales en Irelay) debemos solucionar el conflicto respetando la ley y restando autonomía a las otras tribus, son los funcionarios corruptas de aquellas tierras los que retrasan a nuestra patria y solo un control central estable que reproduzca la Boca de la Ley terminará la crisis-.
Concluyó el primer jurisconsulto de Irelay, hombre caucásico de rizados cabellos, diezmada estatura, facciones finas quasi femeninas, carilampiño, piel canela que se había hecho del magisterio legal gracias al apoyo que brindo a la Nación para la elaboración de Diversas Leyes en Senide. Era el momento de hablar del secretario del Comercio Pedro Lugo hombre alto hirsuto natural de Yaram, de complexión robusta y pieles tostadas destacaba por un ojo vitíligo pero era un hombre tenaz que había hecho inumerables pactos comerciales beneficiosos para Irelay y cuya reputación llegó a Oídos del Representante Popular y este lo hizo funcionario público; el ilustre exclamó: -Sepan ustedes que reducir la autonomía de las tribus es la peor cosa que podemos hacer en periodo de inestabilidad, para acabar con el problema permitamos el libre tránsito entre tribus, fomentemos el intercambio de mercancías con otras naciones y no compremos mercancias enemigas, solo así ganaremos-. Exclamó él erudito; posterior a eso, el Representante Popular se encerró en su estudio privado a pensar en el porvenir.

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