Cartas Peregrinas

Título III. Desembarco en Yaram

Capítulo IV. Travesía Fraterna
De este modo y en un bote salvavidas llegan al puerto de Yaram 5 marineros aprendices todos entre 15 y 20 años sus nombres eran Eduardo Isidoro, Ricardo Zúñiga, Saúl de Oca, Armando Rios y Brandon Acosta, todos naturales de la Metropoli era su primera vez en las tierras del otro lado del mar, Eduardo Isidoro varón alto de 16 años, corpulento, de voz grave, complexión gruesa, cabello lacio corto y ojos negros exclamó: <<Mis hermanos es menester que llevemos estás reales ordenanzas hasta los alcaides (Representantes Populares Locales de cada provincia) de estás tierras, Brandon Acosta, mi hermano de la mar no lleva muchos viajes propongo que el se quede aquí en búsqueda de Don Víctor de Jesús, gobernante de estás tierras y los demás acompañemos por la Stigma Imperatis (Camino que comunicaba varias provincias). Y nos quedamos de una en una hasta llegar a la lejana Senide, serviremos a la patria con Honor y Valentía>>.

Todos sus camaradas asintieron y buscaron un lugar donde acampar esa larga noche, a la mañana siguiente avanzaron hacia el pueblo más cercano, y compraron unos caballos en Ciudad Portó famosa ciudad por estar en medio de un bosque de árboles de coníferas gigantes, y frondosos, los cinco acordaron acompañarse hasta que Brandon estuviera lo más cercano a la Capital y los demás seguirían hacía el sur, cruzaron el territorio sin hacer demasiadas paradas por lo que Armando Ríos, joven de 17 años con cuerpo rechoncho y apariencia casi infante vocifero: <<se está volviendo demasiado fácil, probablemente encontremos filibusteros jalandrios que quieran hacerse de los textos, propongo desviarnos hacía la próxima tienda y llevar provisiones y armas>> Saúl de Oca varón de 19 años complexión delgada de porte maduro y baja altura exclamó en forma de reproche: <<¡Estás loco! El objetivo es no llamar la atención estamos a unas pocas lunas de dónde dejaremos a Brandon, y nosotros avanzaremos a Danafer, sigamos y encontraremos dónde descansar después de todo>>.

No tardaron mucho en encontrar una posada atendida por la hija de comerciantes cuyos padres habían salido a la capital a pagar sus impuestos, la joven de no más de 15 primaveras pero con un cuerpo de mujer desarrollado, de facciones finas ojos pastosos y rojizos cabellos de nombre Marinette Meneses les atendió, les dió agua y tras escuchar tan importante misión les ofreció alojamiento gratuito y les hablo: <<Será un placer ayudar a mi país haciendo lo que se hacer, porfavor tomen estos cuartos, mi posada será solo una calurosa cabaña de madera pero es acogedora, y podrán tomar un poco de nuestras proviciones>> 

Brandon Acosta joven de 15 años barbilampiño de rizos alborotados, piel blancuzca estatura pequeña y ojos azules exclamó: <<Será un placer aceptar la morada de dama de tan alta alcurnia a decir verdad los Bosques de Yaram no son muy reconfortantes>>.
Yaram era una provincia atibozada de árboles, piñas y hojas, formando parte natural del mismo, era una noche fría y húmeda... Clima al que no estaban acostumbrados nuestros soldados, sin embargo lograron conciliar el sueño, con excepción de Brandon Acosta... Sabedor que a la mañana siguiente tendría que continuar su camino en solitario hacia la capital no podía dormir, caminaba por los pasillos de la pequeña cabaña hasta que escucho un ruido proveniente del vestíbulo... Tomó su espada y la cédula real a su cuidado y bajo con premura... Creyendo escuchar filibusteros jalandrios, cual sería su sorpresa al encontrar a Marinette Meneses tomando una copa de vino tinto mientras observaba por la ventana la luz de la luna; cuando el joven se disponía a regresar a la habitación fue interceptados por la señorita quien lo invito a tomar una copa con el, Brandon creyó que eso lo relajaría un poco así que acepto la invitación sin premura, sin saber que podría haber cometido un error....

CAPITULO V. ROMANCE EN YARAM
ambos jóvenes comenzaron a tomar vino tinto mientras contaban historias sobre sus vivencias de adolescente, amores frustrados, travesuras y anécdotas normales entre quinceañeros, hasta que la joven melancólica exclamó: <<Desde que tengo uso de razón mis padres tienen que dar todo nuestro dinero al Alcaide y este no nos garantiza seguridad, a mi posada la han atacado constantemente pero eso no es asunto de la Metrópoli... Espero tus cartas cambien las cosas ¿Puedo verlas?>>.
Pregunto la chica dulcemente mientras acariciaba la mejilla del joven el cual acepto de forma titubeante por los efectos del vino, Marinette tomo las hojas y un tanto atolondrada miro con gestos de desaprobación mientras terminaba la carta y soltaba blasfemias en ese momento comenzó a llorar y Brandon la abrazo fuerte a forma de consuelo...

Ese abrazo movió algo dentro del interior de la chica quien se llenó de lágrimas y entre quejidos susurro <<estoy cansada de sus leyes injustas>> Acosta quien seguía confundido por el Vino beso a la chica suavemente en los labios seguidos de tomar las cartas, una pluma y un tintero y se lo entrego a la chica diciendo <<Si mi sangre fuera tinta.. y mi corazón tintero, todo lo tomaría para escribir te quiero>>. La chica por primera vez siento lo que era estar enamorada y pese a recien conocer a a Acosta recibió el tintero con fervor y modificó la carta de forma que se autorizaba a Yaram a darse un "monarca" que se dicte sus leyes regularse por una constitución, protegida por un Parlamento y un ejército permanente para proteger a todos.

La idea emocionaba tanto a la chica que se abalanzó sobre su amada colocando sus manos sobre su cuello, mientras el la tomaba por la cintura y la colocaba suavemente sobre su regreso, sintiendo morbo por primera vez en los jóvenes... Ya en esa posición los besos y las caricias se hacían contantes y repetitivas y con ritmo acelerado; el la tomaría desde los cabellos y con caricias suaves dispuso a la mujer hacia sus aposentos dónde pese a no toner relaciones sexuales tendrían su primera noche de amor llena de apapachos y un amor semi "infantil" se hicieron felices hasta quedarse dormidos... Aún por encima de las cartas Peregrinas las cuales habrían acordado entregar juntos al alcalde de Yaram mientras los demás avanzaban hacia el sur.