Síntoma N° 2: Su boca

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Nos han sentado en las sillas del consultorio de mi médico de cabecera, alias el padre de la chica que acabo de conocer, mi madre se para detrás de mí, poniendo las manos en el respaldo de la silla y el señor Lauren, me observa acusativo sentado en la silla del frente, así que empieza su sermón.

―Te escapas de tus estudios médicos y ahora metes a mi hija en tus problemas, Edmund, en serio, quiero que veas lo importante que es el camino recto.

Me río.

―Yo no hice nada malo, usted sabe que soy un angelito —Sonrío.

―No digo que seas un mal chico ―me responde mirando un momento a mi madre y luego vuelve a mí ―. Lo que quiero decir, es que hay situaciones que se hacen de una manera u otra y las que elegiste no son las correctas.

Suspiro.

―Escúcheme, puede sermonearme por coquetearle a su hija, eso se lo acepto, pero que me obligue a oír por milésima vez sobre mi salud, pues eso no lo tolero, hábleme cuando sepa algo concreto, mientras tanto estoy muy bien y no necesito más estudios ―Me levanto de mi asiento y mi madre retrocede ―, y no la haga estresar más, que se preocupa como si me estuviera muriendo ―Me río así que mi sonrisa regresa.

―¡Hijo, no digas eso! ―mamá chilla.

―Despreocúpate ―La agarro un momento de los hombros y acto seguido la suelto para esquivarla, así poder salir del consultorio. Oigo que me siguen entonces que me detengo ―. Mamá, te dije que...

―No soy tu mamá ―Angie se ríe y la observo, así que vuelvo a sonreír ―¿Necesitas compañía?

Alzo una ceja.

―¿No qué tu padre te prohibió que te acerques a mí?

―¿Y quién dice que no puedo desobedecerlo?

―Nadie ―Acomodo mis lentos.

―Excelente ―Se acerca hasta mí, me agarra la mano y empieza a correr ―¡Vámonos antes de que nos descubran! ―Le sigo el paso.

―Eres toda una rebelde, puede que seas un demonio ―bromeo.

―¿Lo dices por mi nombre? Quizás sí ―Se ríe y nos detenemos fuera del edificio para frenar un poco la agitación del momento ―¡Uf! Qué cansancio.

―Sí, no corramos más ―expreso animado.

―No te vas a morir o algo, ¿verdad? Te ves fatal ―opina.

―No debería correr, pero es que la adrenalina es atrapante, así que te acepto la sugerencia ―digo agitado.

Hace una carcajada.

―¿Qué sugerencia? No sé lo que inventas.

―¿Ah no me invitaste a tu casa? ―bromeo ―Entendí que eras un demonio y quería ir al infierno.

Se carcajea de nuevo.

―Tú eres todo un pillín.

―Siento si deseabas algo serio, pero no soy de ese tipo ―Muevo las cejas.

―Así que tú quieres un touch and go ―hablamos de sexo casual ―. Qué atrevido y veloz resultaste ―declara.

―Soy un pervertido. Muchos saben eso, aunque me acusan de solo mirar revistas ―Me río.

―Va a ser que no ―me rechaza.

―Oh estoy dolido ―bromeo de nuevo.

―No te ves tan sufriente ―se burla ―¿De verdad me ofreciste así tan de repente eso? Eres un atrevido así que espero una disculpa con un helado.

Mi sonrisa se borra.

―No lo sé ―digo disconforme y miro para un costado.

―Vamos, te molesta la seriedad, ¿pero no crees en la amistad entre el hombre y la mujer? Espero que no seas de esos anticuados.

Vuelvo a sonreír.

―Tienes razón, comamos helado.

Siento que caí en una trampa, pero lo ignoro por completo.

Rato después ya estamos en la heladería, sentados cada uno en su silla blanca con el helado en nuestras manos. Tanta delicia no podía ser otra que saborear este manjar. Esta chica sabe de lugares. Miro sus labios que se posan en el sabor de la frutilla y entonces me quedo tildado observándola. La acabo de conocer y siento que tengo un completo flechazo, el cual no quiero aceptar. Sin embargo desearía rozar esa boca lo más pronto posible, pero me mataría. Si pudiera frenar de observar estos tentadores labios sería magnífico. Me le acerco y se levanta de su asiento, así que me río.

―Ya te vi ―expresa sonriente.

―Me disculpo entonces.

―Será mejor que me vaya ahora ―avisa.

―¿Por qué? Quédate, no hice nada.

―Porque hay química y no quiero que la arruines ―se burla otra vez.

Bufo.

―Qué mala.

―No lo soy, soy realista, vas muy rápido y las relaciones no son así.

Me levanto de mi silla y me le acerco, miro sus labios.

―¿No? ¿Y cómo son?

―Sé lo que quieres ―Revolotea las pestañas.

Vuelvo a observar sus ojos y me río.

―Cierto, no estoy siendo serio.

―Pues quédate con las ganas ―Se gira y la veo irse, no la detengo en lo absoluto por alguna razón.

Esta chica me gusta, no debería seguirla.
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Nuevo capítulo ❤

Me tardé como siempre en esta saga 😂

La verdad creo que me cuesta un montón escribir historias tranquilitas, yo soy más de los problemas gordos 🙊

Espero que les haya gustado el capítulo. Se siente la química en la parejita 💕

Atte: Vivi.

Eres mi enfermedad (C.G #4)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora