Elige, Harry

El Draco de ojos rojos

El Draco de ojos dorados lo esperaba en su habitación, leyendo, cuando regresó. Observó a un aturdido Harry pegar la espalda a la puerta y deslizarse hasta quedar en el suelo. Unos segundos más tarde, se agachaba frente a él.

—¿Harry?

Harry lo observó fijamente durante un rato. Él también era falso, ¿cierto?

¿Él también se iba a desvanecer así?

Opciones

A) Descartar Draco de ojos dorados.

B) No descartar.

No podía hacerlo. No podía ni siquiera pensar en ver a Draco desvanecerse de nuevo, incluso si no se trataba de uno real, según él mismo; la imagen era igual al suyo.

Harry balbuceó algo. El Draco de ojos dorados apretó los labios un instante, suspiró, y terminó por envolver sus hombros con un brazo.

—Tranquilo, está bien, está bien…—musitó, dejándole recargar la cabeza en el hueco de su hombro—. Sea lo que sea, se puede arreglar, estoy seguro.

Se limitó a menear la cabeza, pero no le dijo por qué él, por su parte, estaba seguro de que no se podía. No quería que lo supiese todavía.

—0—

—…hablé con el de ojos rojos y el de ojos azules —avisó. Evitaba mirarlo directamente desde que se reunieron en el área común y se notó la obvia ausencia de uno de ellos; no lucía enojado, sólo angustiado, y a Harry lo carcomía la culpa. Le hubiese gustado decirle algo, pero no tenía idea de qué podía resultar bueno en esa situación, así que sólo asintió—. Me falta el de ojos verdes.

—¿Cómo reaccionaron?

Pensó que aquello podría decirle algo sobre ellos. El Draco de ojos dorados lo sopesó un momento.

—El de ojos rojos me miró un rato…y me dijo que ya se había dado cuenta de todos modos —Se encogió de hombros, dubitativo—. El de ojos azules fue muy, muy- —Gesticuló con las manos, a falta de una palabra mejor.

—¿Tranquilo? ¿Amable?

—Sí y sí —Arrugó el entrecejo por unos instantes—. Me preguntó si me sentía mal por saber que era falso y dijo que lamentaba que fuese así y hubiese cuatro de nosotros que tuviesen que pasar por eso.

Harry arqueó las cejas. Él sólo volvió a encogerse de hombros.

—Avísame cuando hayas hablado con el de ojos verdes —Draco asintió. Antes de que pudiese marcharse, y a pesar de sus intentos por no empeorar la situación para él, Harry se metió en su camino. Boqueó por unos segundos—. Y gracias.

Él le enseñó una sonrisa débil y lo apartó para dirigirse hacia el cuarto del Draco de ojos verdes. Harry agregó esas reacciones al desastre mental que eran sus apuntes en forma de tableros e intentó sacar algo de ellas; no obtuvo ningún resultado preciso.

Llevaba un rato divagando, caminando ida y vuelta por el mismo pasillo, cuando le pareció escuchar un siseo de la serpiente. Sólo que no hablaba con él. Giró la cabeza en dirección al sonido y avanzó hacia allí, justo cuando se callaba.

La puerta a uno de los cuartos estaba entreabierta. Se asomó.

—…en teoría, sólo por ser un mago, debería servir, aunque tú no me dejes…—Draco movió la cabeza de un lado al otro, cuando no encontró a la serpiente, y resopló. Harry tocó la puerta con los nudillos para llamar su atención, ojos rojos se fijaron en él enseguida.