Primera parte: Un psicoanalista incómodo

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Estaba sentado cabizbajo en la carpeta tratando de rehuir las voces que me sucumbían al sueño; alcé la mirada para visualizar una fórmula aritmética escrita en la pizarra y el sueño se me llevó consigo como una ola se lleva a los moluscos de la orilla; soñé otra vez en ver cómo mi padre me sentaba junto a él para tocar el piano; sabía distinguir en el pentagrama el "Si" del "Do", pero mis oídos de persona transgénica no podían escuchar las notas en conjunto cuando estás ya querían formar un cuerpo musical. Comencé a sentir como la espalda se rostizaba por el encuentro del sol colado en las ventanas fuera ya del mundo onírico y un reglazo impactando al costado de mi mejilla plana hizo que mi cabeza emergiera del sueño estrechándose noventa grados para que en mi mirada se dilatara la pesadilla física de retener ecuaciones numéricas en los ojos.

-Tus padres no me pagan para que te cante canciones de cuna. - sermoneó la profesora Aquídola. Su cintura robusta parecía que también hablaba, su barriga embutida parecía tener hasta comisuras y cada paso minúsculo que daba dejaba el indicio de haber perdido una caloría con gotas de sudor colisionando contra el suelo.

- Perdón profesora, pero le recuerdo que, las canciones de cuna y... las canciones en general están echas para gente que puede oírlas; no para personas transgénicas.

- ¿Acaso tienes el derecho para darme clases de biología a mí? – Respondió la profesora apuntando una mirada con intención de disparar a quemarropa mi anarquía.

- La gente olvida que tienen derechos cuando el dinero remplaza la voluntad de respetar algo profesora. – mi cara estaba náufraga en la indiferencia, la sumisión y la obediencia me parecían placeres solo si de violarlos de trataba. Como persona transgénica, Yo sabía de qué, mi irremediable actitud iba a traer de consecuencias un poto rojizo marcado con el pétalo negro de una correa de cuero más tarde; papá no se andaba con zarandajas. 

- La clase terminó- Sentenció Aquídola dibujando una sonrisa fingida de mejilla a mejilla, después de despojar una maratón de estrés en los charcos de sudor que bajo su falda se extendían. -Le informaré a tus padres sobre la conducta que has tenido hoy...especialmente a tu padre, que de castigos más que nadie sabe que la letra con sangre entra. - Cogió seguidamente su paraguas para protegerse de los rayos del sol y se largó de la casa sin mirar hacia atrás.

Me paré de la carpeta y salí corriendo de la sala para ver por la ventana el atardecer en blanco y negro del malecón; veía como las últimas hojas de los árboles se marchitaban hasta volverse cenizas y en el mar, las olas se escondían hasta despertarse con la cercanía de la luna; los tintes pálidos del atardecer indicaban cómo el mundo se había vuelto una inquisición provocada por el hombre que devoraba lentamente a la tierra devorando los bosques  para extraer diamantes y oro que ahora equivalen a un puñado de heces en el lenguaje de la economía.  

No simpatizaba de una manera militante con las tragedias del mundo; lo único que me interesaba ahora, era la cercana cirugía que papá me había prometido auspiciar por mi cumpleaños ¡Me iban a poner un alma! Estaba emocionado, cargaba desde hace noches con un insomnio placentero y me imaginaba en desvelos las facultades que dicha operación me iba a poder proporcionar: poder escuchar música, poder tener placeres sexuales y protegerme de los posibles cuadros de psicopatía que cada humano transgénico tiene por defecto.

El mundo se acaba...sí, pero mi vida recién comenzaría, y ojalá, la fecha de caducidad del mundo sea lo más lejana posible.

En media devenida mental, unos berrinches se cuelan por la puerta de la sala y comienzan a armonizar de gritos toda la casa.

- ¡Son unos burócratas de mierda!, el sistema, la ambición, el poder, el dinero; lo que hace falta es decretar una ley de pena de muerte colectiva...sí... para las personas que con mis impuestos trafican ilícitamente la carne animal. Total, estos países se están yendo por el retrete. -

El alma de los clonesWhere stories live. Discover now