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Chisaki entró a mi habitación y me despertó a besos. Cuando desperté, profundicé aquellos besos utilizando mi lengua, la cual fue bien recibida en la boca ajena. 

      —Buenos días, príncipe — me dijo en un tono dulce. 

      —Buenos días, señor esposo ¿Qué desayuno gourmet tenemos hoy? ¿Hamburguesas?  — reí.

      —Nadie en su sano juicio come hamburguesas al desayuno, Shouta. 

Chisaki se levantó, cerró la puerta y comenzó a desvestirse. 

       —Irás sucio a la escuela, Kai. 

       —Me limpiaré antes de salir, haré algo de deporte en la escuela y pediré un permiso para usar las duchas. No es tan difícil —. Sonrió, me besó y desvistió. 

Él me abrió de piernas y se posicionó entre ellas. Comenzó a lamer y succionar mis pezones. Sentí como si una descarga eléctrica recorriese toda mi anatomía. Él repartió cortos besos por todo mi torso. Me hacía sentir increíblemente bien. 

No éramos novios, ni nos gustábamos. Él estaba enamorado de un chico de su escuela, y yo de un viejo amigo. 

Chisaki y yo éramos amigos de la infancia y mis padres lo veían como si fuese su hijo, y los padres de Chisaki, también me veían así a mí.

Él y yo teníamos la confianza suficiente como para ayudarnos, entre los dos a "sanar heridas".

Chisaki estaba profuncamente enamorado de un chico homofóbico, el cual lo invitó a salir e intentó asesinarlo. 

Yo extrañaba a mi "amigo", casi algo. Tuve que distanciarme de él poco antes de comenzar la secundaria. Mi papá odiaba a ese chico. Estaba muy enamorado de él, y sigo estándolo. Aquellos encuentros con Chisaki no eran más que para sentir que aún el chico que me hace suspirar está a mi lado. 

Extrañaba sus besos, extrañaba sus caricias, pero ya no podía hacer nada.

No podía seguir viviendo en el pasado. 

         —Recuerda... sólo imagina que soy ese alguien especial... — me dijo, acomodándose para poder besar mis muslos.

Acaricié sus cabellos y le di acceso a mi lado más íntimo.

Él entendió mi indirecta e introdujo mi hombría en su boca. Su calidez y humedad me hizo arquear mi espalda y comenzar a temblar.

Hice lo de siempre: imaginar que no era Chisaki, si no que mi enamorado.

Fue entonces que mi padre golpeó la puerta. Chisaki se recostó a mi lado, me abrazó, escondimos la ropa bajo las frazadas y nos tapamos hasta el cuello.

Papá entró y nos sonrió.

         —El desayuno está listo. Chisaki, baja a comer, Shouta, ve a bañarte y luego bajas a desayunar — dijo él.

Kai me masturbaba bajo las sábanas.

Los encuentros sexuales entre nosotros eran frecuentes. Ambos teníamos un libido alto y estábamos solos desde siempre.

La verdad, mi deseo sexual no nació hasta que me alejé del chico que me gustaba, pues, él me tocaba siempre que encontraba el momento, y el necesitar sentirlo cerca, me llevó a terminar teniendo algo más íntimo con mi amigo.

            —Estoy dándole una charla motivacional a Shouta. Está asustado — dijo mi compañero.

Solté un pequeño gemido, que afortunadamente mi padre ignoró.

            —Van a terminar con fiebre si no se destapan un poco. Hace bastante calor, chicos —. Se fue, y cerró la puerta.

             —Iré a bañarme... el plan de siempre ¿No? — pregunté. Él asintió con la cabeza, así que tomé mi uniforme, mi toalla y me fui al baño.

Él tomó desayuno y dijo que dormiría una siesta en mi habitación antes de ir a la escuela y mientras yo estaba listo. Mis padres no lo molestaban si él decía ir a dormir en mi cuarto, así que tenía la seguridad de que no irían a verificar si realmente estaba durmiendo.

Entró al baño y puso el pestillo, mientras yo me duchaba. Esperó a que terminara de lavar mi cabello para desnudarse y entrar conmigo en la tina.
Él se posicionó sobre mí, y sin previo aviso metió sus dedos por mi entrada.

Mi mamá por poco nos descubre. Me escuchó gemir, así que decidimos parar.

Nos alistamos para la escuela, y papá fue a dejarnos.

Nos llevó hasta la esquina, pues, confiaba en que Chisaki iba a cuidarme.

Tomé la mano de Kai y caminamos hasta la escuela. Fuimos al salón y nos sentamos juntos.

Estaba nervioso.

Nadie me habló. Los asusté, y no me lo confesaron nunca, si no que se lo dijeron a Chisaki.

Un chico rubio que llegó muy tarde al salón llamó mi atención. La maestra anotó su nombre en la pizarra.

Hizashi Yamada.

Era el nombre de mi enamorado.

Pero creía que debía ser una coincidencia.

Vi como le coqueteaba a una chica de piel celeste.

Mi chico no era así.

Entonces lo ignoré.

Luego fui al gimnasio para ver a Chisaki en su partido de fútbol. No vi a Chisaki pero sí a Hizashi, y lo único que me llevé, fueron insultos y un golpe en la nariz con un balón de baloncesto.

Terminé en la enfermería, con la nariz sangrando.

Domesticando a un hijo de puta // Erasermic.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora