Habían pasado cinco meses ...todo estaba bien, o al menos era lo que quería creer Jiang Cheng. Tal vez se le desgarraba el alma un poquito cada vez.
Al principio habían sido garras intensas, que le atravesaban el corazón cada vez que alguien hacía alusión a Lan Xichen, o cuando simplemente llegaba a su mente su nombre, o en su piso o en la tienda, o en cualquier lugar, por qué lastimosamente Lan Xichen estaba en todas partes, al menos sus memorias, hasta su cuerpo se veía reacio a olvidar el suave toque.
Cada vez que sus recuerdos llegaban era una grieta más, porque era el breve recordatorio de que Lan Xichen estaba ahí, pero no con él.
Aunque de breve tenía poco teniendo en cuenta que era lo único en lo que había podido pensar Jiang Cheng al principio, cuando la rabia le inundaba y no podía hacer otra cosa que estallar, atacándose a el mismo, al fin y al cabo, la decisión de separarse había sido suya.
Joder ¿De dónde había salido el maldito coraje para mentir de aquella manera? ¿Cómo pudo decirle que no lo quería?
Por qué quería hacerle daño, tanto que no quisiera volver a él, que lo despreciara, y le hizo trizas, tal cual lo planeado, por qué no volvió a saber de él, al menos no directamente.
Exceptuando una noche en la que Jiang Cheng se dedicaba a pintar en un lienzo, pintaba al Lan, por que en esos momentos no conocía otra definición de arte que no tuviera que ver con el mayor.
Su teléfono había sonado con insistencia, pero lo había ignorado pensando que era Wei Wuxian, la sorpresa fue ver el nombre de su corazón roto en la pantalla.
Jiang Cheng reaccionó rápido y descolgó, quería oírlo.
"Feliz cumpleaños A-Cheng "fue tan suave, tan ...profundo, como si solo sus palabras pudieran alcanzar el lugar más profundo de su alma.
Jiang Cheng miró su pequeño reloj en la mesa de noche, eran las doce, técnicamente si que era su cumpleaños.
Suspiró bajito, a pesar de la ausencia de respuesta, el contrario no había colgado, podía oírlo respirar al otro lado de la línea.
"Lo siento Wanyin, no debí yo... tan solo, te ech-"
"Está bien, gracias Lan Xichen" dijo con una voz que no reconocía como suya, tan mecanizada.
No dio tiempo a nada más por que con un suspiro lamentable el Jiang dio por finalizada la llamada.
Se llevó el teléfono al pecho y algunas lágrimas brotaron, con la voz más rota con la que alguna vez habló, susurró
"Yo también te echo de menos "de poco servía decirlo, ahora que no había nadie que lo oyera.
Eso había sido el primer paso, una inmensa e inconfundible tristeza, no saltó al paso de la ira, mucho menos de la aceptación.
Tan solo que ahora, meses después, ya no se le desgarraba tanto el alma cuando alguien hacía mención del Lan, tal vez una pequeña grieta un pequeño espasmo, y no precisamente por qué no le siguiera doliendo como el primer día, sino que, a diferencia del primer día, ya no le quedaba a penas alma o corazón que desgarrar, no le quedaba nada.
Evidentemente eso no había sido lo único durante esos meses, la vida no esperaba por nadie así que definitivamente tampoco lo haría por él, había que seguir trabajando, atender a Jin Ling, vivir o al menos hacer el intento de seguir respirando.
Todo le salía mecánico, todo le salía solo, como si su cuerpo supiera exactamente qué hacer y no necesitara de la mente de Jiang Cheng para hacerlo, así que, si, había sonreído, había ido a trabajar, había jugado con Jin Ling, reído a carcajadas, pero no le parecía como si realmente lo estuviera haciendo.
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Kintsugi
FanfictionLos rayos también son luz a través de la profundidad de las nubes.