Lan Jing Yi

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Muchos años atrás

-Supongo que se ha acabado – lo sorprendió una voz a sus espaldas – Tengo curiosidad ¿Te ha reñido incluso en estos momentos?

A pesar de que el dueño de la voz intentó reírse ante su propio comentario, lo único que pudo formular fue una clase de quejido.

Lan Ying Ji apartó la vista del cuerpo frente a él, e imaginó que no le dolía la situación, incluso intentó reír ante el comentario que había escuchado, pero un suspiro fue lo que sonó en su lugar.

Dos personas en la habitación se observaban intentando aparentar que nada había cambiado, como si fingieran que era ayer, el hoy nunca había existido y ni hablar del mañana.

Ambas personas debieron llegar a la conclusión de que fingían muy mal, porque rápidamente la tristeza inundó sus rostros.

-¿Sabes? Puedes llorar, se que a partir de ahora cargarás un peso enorme sobre los hombros, serás el nuevo líder, al fin y al cabo, él era como un padre para ti, ser líder no te priva de llorar – por las lágrimas que comenzaban a manchar el joven rostro frente a él, dedujo que las palabras que habían escapado de sus labios, no eran solo un intento de ayuda, sino también una propio de justificación.

- ¿Justo cómo tú, pequeño pavo real? – una mueca parecida a una sonrisa surcó sus labios, pero pronto también las lágrimas navegaron por su rostro – Era como un padre para ambos.

El joven amo de Lanling Jin y El nuevo amo de Yunmeng Jiang, compartieron, por segunda vez en su vida, un abrazo.

La primera ocasión, había sido no mucho atrás, con la muerte de Lan Xichen, y a pesar de haber pasado un tiempo, podían notar los mismos tintes de dolor de aquel, en este mismo.

Porqué no se abrazaban dos cuerpos, ni dos jóvenes, y mucho menos dos líderes, se abrazaban dos almas, dos hijos, que nunca se habían entendido y probablemente nunca lo harían, pero, que estaban despidiéndose, por segunda vez, de una de las partes más puras de su pasado.

Así lo consideraban ellos, niños que habían sido nacidos entre la sangre de una guerra, que estuvieron al borde de presenciar una con sus propios ojos, que habían perdido a tanta gente, niños que fácilmente podrían haber acabado como muchos de sus familiares, y sin embargo fueron acogidos, ambos por separado, por dos maravillosos hombres, que en algún punto de la vida decidieron unir sus caminos.

Y crearon recuerdos, recuerdos que borraron cualquier rastro de sangre en la trágica historia, memorias que fácilmente les harían reír en una tarde soleada.

Jiang Cheng era lo único real que les quedaba de esa niñez que hace tanto habían pasado, y ahora también se convertiría en un recuerdo

Ambos se separaron con algo de bochorno y apreciaron que Lan Sizhui los observaba desde el umbral de la puerta, también con sus ojos algo empañados.

-¿Se ha enterado ya Wei Ying?

- Se lo acaban de comunicar, aunque creo que ya lo sabía – susurró el líder Lan – Tenían una conexión diferente, puede que incluso haya sentido su ausencia en el mismo instante.

- ¿Cómo está?

Ante la pregunta Jin Ling bajó la cabeza y apretó fuertemente su espada, no era una demostración de inseguridad, era una de tristeza, y a Lan Jing Yi le recordó vagamente a aquellas veces donde los nombres de los padres del joven salían en alguna conversación, Lan Sizhui por el contrario solo embozó una sonrisa triste.

-Está esperando

El recién estrenado líder de Yunmeng, solo atinó a alzar sus cejas, en señal de incomprensión.

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