Porque aunque JiMin fuera el pasivo de la relación, eso no quitaba que la verdadera princesa allí era Min YoonGi.
-Vamos Hyung, solo un poquito, ¿Sí?
- Que no JiMin, que llevemos años juntos no te da el derecho de solo sentarte sobre mi, ¿Acaso soy...
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Luego de una solitaria semana YoonGi por fin volvería a casa, lo cual era un motivo más que suficiente para que ambos estuvieran como adolescentes contando las horas y minutos para volver a verse.
Cuando el mayor se bajó del auto, JiMin se abalanzó a sus brazos y se dieron un abrazo que podría haber durado una eternidad.
— Te extrañé Hyung, no vuelvas a irte.
—Te lo prometo Minnie.
Ambos entraron a su hogar y entre risas y besos llegaron hasta el cuarto, en dónde YoonGi le pidió que se quedara un momento.
5 minutos más tarde, el menor se dirigía a la cocina con el pelinegro tapándole los ojos.
— ¿Listo Minnie? — JiMin asintió, y Yoon le destapó los ojos.
JiMin no podía creer lo que encontró... ¡Era un pequeño peluche de pingüino!
— Cuando un pingüino quiere cortejar a su pareja, debe de traerle las piedras más bonitas del lugar, así que eso hice Minnie, te las traje para tí... Te amo bebé.
— Yoonie... ¡Esto es hermoso! Te lo agradezco, ¡También te amo cielo!
Por momentos como estos, era que JiMin le amaba profundamente.
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