Domingo, 24 de abril, 2022.
Ocho de la mañana en Rumania. El día está despejado, el frío ya casi ni se siente, es un día bastante agradable, sin embargo contrasta completamente con la situación que se está viviendo.
Todos están ayudando a limpiar el desastre dejado por Alexandrum. Los cadáveres están ordenados en fila en camillas y tapados con sábanas blancas, los únicos que no estaban con el montón eran Ionel, Alexandrum y Giuliana.
Max no se ha despegado por mucho tiempo del cadáver de Giuliana, va y viene, no se mantiene mucho tiempo alejado, no podía, tampoco es que quisiera, pero había algo que debía hacer, algo que no sabía cómo lo haría.
Suspiró. Miró a su alrededor. Nadie hablaba más que para dar órdenes o para acatarlas, el panorama no era para nada bueno, el castillo está destrozado, la cantidad de muertos es exorbitantes para tan solo unas horas de lucha, las grietas de la familia real salieron a la luz y para rematar la reina a muerto.
Nandru miraba a su hermana desde lejos, ver que está viva lo había descolocado, aun no procesaba con exactitud que la tenía ahí, en frente de él. Estaba feliz, a más no poder, sin embargo toda esa felicidad era opacada por el sentimiento de traición y enojo que de repente lo había atacado. Su hermano mayor lo traicionó a él y a toda la familia, su hermana menor estaba viva y no volvió a buscarlos y él mismo mató a su hermano. Una guerra consigo mismo comenzó dentro de su cabeza cuando se dio cuenta de la situación, llevaba horas así, sin poder sentirse a gusto con la situación. Jenica lo miró sin decir palabra, pero este desvió la mirada, no podía mirarla a la cara sin pensar en que todo había empezado porque la creyeron muerta.
Jenica se había mantenido en silencio desde que le arrancó el corazón a Alexandrum. Lo sabía, tenía bien en mente de las miradas que sentía sobre ella la culpaban de todo, incluso ella misma sabe que es su culpa. Sin embargo, de todas esas miradas de repulsión la única que le importaba en ese momento era la de Nandru. Ella podía aguantar el repudio de quien fuera, incluso de su propia familia, pero no la de su hermano.
Trevor era uno de los pocos que abría la boca de vez en cuando para dar órdenes, ayudaba en lo que podía, pero nunca le sacó el ojo de encima a Maximiliano. Desde la pequeña pelea que tuvieron los dos algo en su relación se trizó. Cada vez que lo ve la imagen de él apuntándole a su Alma y disparando el arma le llega a la cabeza. El sonido de la bala siendo disparada le retumba los oídos con eco, había visto esa bala dirigirse lentamente hasta Gabriela y se había visto a él mismo siendo más lento que la bala. El pánico lo invade cada vez que recuerda que la pudo haber perdido y a manos de nada menos que su primo.
Sin embargo, a pesar de que quiera culparlo, no puede hacer por completo. Poniéndose en su lugar él también hubiera caído ante la situación, también habría culpado a Giuliana por dejarla, también habría atentado contra su vida. De hecho, quizás ni la propia presencia de Jenica lo hubiera detenido.
Gabriela se había ido con la manada Noche Blanca para buscar a los niños. En el camino mantuvo su cabeza abajo, la cola entre las patas y las orejas hacia atrás. Parecía un verdadero cachorro en apuros, al menos para ella.
¿Cómo iba a mirar a Dracul a los ojos? ¿Cómo le diría Maximiliano que su madre había muerto? ¿Cómo le haría entender que no alcanzó a llegar a tiempo? ¿Qué le respondería cunado el preguntara dónde está su madre o cómo está?
La mente de Gabriela está totalmente inquieta con preguntas sin respuestas. Pensó por un momento en el futuro, se preguntó si Dracul le tomaría rencor y odio, se preguntó si alguna vez podría llegar a perdonarla, se preguntó si el pobre niño podría sobrellevar la muerte de su madre.
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Contra Todo # SagaM & A II
VampireLIBRO DOS Después de una decepción amorosa Gabriela Mont huyó de su hogar con su hijo en su vientre tratando de escapar de la dura realidad que le pegó tan duro el día antes de su boda. Pero ella no contaba que al hacerlo nada sería fácil, su vida v...