Querido Fred:
Hoy volviste a hablarme, estabas sentado detrás de mi, tocaste mi hombro y cuándo voltee estabas recostado en la banca, sólo dijiste "hola" con esa voz grave y ronca que tienes.
Lo escribo porque adore ese momento.
Sacaste tema de conversación y me pediste mi número de celular.
Estoy feliz.