— Freddy, ¿Qué tiene esta caja? — preguntó Fred bajando la del auto, era pequeña, y tenía cinta por todos lados.
Se estaban mudando, pues resulta que Fred había ido a estudiar al extranjero, y le había rogado al castaño que fuera con él.
Freddy se acercó a él, sonrió y tomó la caja.— Son cartas. — dijo sentándose en la banca del pequeño jardín de la casa.
— ¿Cartas? ¿De quién?
Una risilla se le escapó a Freddy, y llevó la caja hasta su frente avergonzado; — Mías...
— ¿Tuyas? — Fred estaba un poco desconcertado —, ¿Y para quien son?
Los celos eran obvios en su voz.— Para ti.