Ser tutora en casa o profesora a domicilio como le llamó mi mamá a su trabajo desde un principio, comenzó a mis 18 años, 1 año después de graduarme en el colegio.
Después de 11 años de ser tutora en casa o trabajar en escuelas privadas, tuve que trasladarme a vivir en la hermosa Amazonía ecuatoriana, y siendo nueva habitante en la tranquila ciudad de Puyo(2007), encontrar trabajo para una Guayaquileña era un reto que por fin pude lograr. Pero no era en una escuela privada como las que ya había trabajado anteriormente en mi anterior ciudad, sino una escuela municipal, con niños de escasos recursos económicos, dónde la alegría y la inocencia de l@s niñ@s es igual. Ellos no cambian por diferencias sociales, los hacen cambiar, pero su inocencia y alegría, permanece.
Mi acento costeño tuvo que ser modificado y pronunciar con más énfasis mis palabras y dialogar más despacio con mis alumnos.
Las clases habían empezado en septiembre y me enteré que estaba embarazada de mi segunda hija 2 semanas después, la noticia me llenó de alegría por mi nueva bebé pero también sabía que no iba a poder aportar un 100 por ciento de mi ya que mi gestación no me lo iba a impedir lo cual así fue. Luego de ser diagnósticada de hipertensión alta en mi embarazo tuve que tener más cuidado de lo normal.
En mi aula había niñ@s problemas y padres problemas como siempre los hay, pero en ese momento era nuevo para mi.Jorge, así se llamaba un niño indígena, de tez oscura y muy alto para sus 10 años. Muy rebelde, su madre me explicaba que era causa de la separación reciente de ella y su esposo.
Encontré otro niño más rebelde que Jorge, que aunque tenía la misma edad que Jorge su estatura era pequeña, pero su rebeldía era mayor, ya que resultó ser un pequeño ladrón y vándalo. Jorge unido a este pequeño rebelde causaron un caos en mi aula. Los vecinos venían a señalarlo y quejarse de invasión a su propiedad y robos.
Mi embarazo continuaba avanzando y los problemas en mi aula no cesaban con estos pequeños pilluelos. Jorge aunque rebelde y ahora convertido en el compañero de fechorías del pequeño travieso, tenía una cara angelical y aún muy infantil.
Los problemas de salud en mi gestación iban en aumento. Luego de leer una historia muy parecida a la que yo estaba viviendo en mi aula, en la cual una maestra había perdido a su bebé en su vientre por un golpe que le había dado un alumno, yo decidí abandonar el aula luego de 6 meses de trabajo. Fue muy duro tomar la decisión pero necesitaba reposo absoluto en cuanto a mi embarazo de alto riesgo.
Durante el tiempo que dirigí mi aula con 29 años de edad, aprendí mucho y conocí mucho. Cuando ya creía que no podían empeorar los problemas en mi aula, siempre observaba a una pequeña que llegaba tarde y que siempre intentaba dar lo mejor de sí en sus estudios pero no lo lograba. Otras veces pude darme cuenta que llegaba con pequeños golpes. Al intentar preguntar que le había pasado sólo decía nada.
Su imagen aún permanece en mi mente, una niña indígena de tez Morena, con una mirada muy triste y perdida. Muy delgada, su cuerpo caminaba sin deseos de salir de la escuela. Ella era feliz dentro de su segundo hogar. No sabía mucho de ella, hasta que un día llegó quemada.......
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Diario de una maestra.
RandomTristes y hermosas historias que han tocado vivir como maestra. Madre de muchos hija de Dios.