Capítulo 3

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El día de hoy decidí arreglarme más de lo habitual, dormí con trenzas lo cual hizo que mi cabello pasara de liso a ondulado y lo recogí en dos mini medias coletas a los costados de mi cabeza, me maquillé poniéndome rubor e iluminador, enchiné mis pestañas y cepillé mis cejas.

Al llegar al salón de filosofía me dirijo a mi lugar pero cuando levanto mi mirada a la mesa de enfrente y visualizo a él haciendo señas de que me fuera a sentar frente a él, agarro mis cosas y eso hago.

—Tan novio y sin bonita— dice cuando llego y comienzo a reír por la babosada que dijo— te ves muy bien, me gusta como te vestiste.

—Muchas gracias— digo mientras le dedico una sonrisa

—Ayer me caí de unas escaleras y me duele mucho el cuerpo, como las escaleras estaban completamente lisas sin nada que detengan el pie me resbalé y caí de centón hasta abajo y justo en ese piso se encontraba mucha gente y me morí de pena.— tan directo como siempre. Me cuenta mientras me señala sus codos rojos con morado.

—¡Auch! ¿Pero por qué pena? A mí me hubiera dado risa

—Es que todos me vieron.

Y gracias a esos comentarios me doy cuenta de lo inseguro que puede ser, yo sin conocerlo juraría que es muy seguro de él y hasta diría que se podría sentir superior a los demás.

—Mira, escucha— me dice mientras me acerca uno de sus audífonos y me lo coloco, nos quedamos un rato así hasta que el profesor llega y gracias a la distancia que tenemos se me hace mas difícil quitar la mirada y apreciar su rostro, veo sus ojos verdes miel que me cautivan cada día más, como quisiera que me miraran con el amor con el que yo lo hago. Mi mirada viaja a su quijada y no logro evitar el asombro, es preciosa, filosa y marcada. Este hombre va a acabar conmigo con todos sus hermosos detalles.

—Mira Sami, esta chica está hermosa ¿si o no?— Ella voltea a ver su celular y asiente— pero no me corresponde.

Esto fue suficiente para que el trance en el que me encontraba se rompiera y volviera a la realidad, es obvio que un chico guapo como él buscaría a alguien igual, bonita y en mi mente llega la conclusión de que definitivamente no puedo permitir el que me guste aún más, es como el sentimiento de ni poder imaginarte con una persona de lo bella que es, así que decido poner total atención en la clase pero se me hace imposible cuando él estira su mano hacia mí y sin pensarlo si quiera una vez estiro la mía para juntarlas, comienza a acariciarme con suavidad con su pulgar la mano y así nos quedamos un rato hasta que la separa y regreso a la clase ¿Qué haré contigo?

Entro a mi celular un rato después para buscar un libro que tenía y distraerme pero al no encontrarlo me molesto, esto lo nota.

—¿Qué pasa?—me dice

—Mmmm es que no encuentro un libro que tenía guardado, creo que ya lo quitaron porque lo van a vender en físico.

—Si quieres te lo regalo.

—¿Qué? Como crees, no, no te preocupes, tranquilo.

—No, es en serio.

—Pero no está en librerías de cualquier forma.

—Te lo compro por internet.— lo volteo a ver y niego con una sonrisa pero no decimos nada más.

Termina la clase y como de costumbre doy camino hacia la misa de las 9, al llegar hago lo de costumbre, saludo a mis amigas y me quedo en mi celular hasta que llega el profesor al salón. Comienza la clase hablando de bienes raíces, lo cual no entiendo, si es psicología ¿por qué veríamos esto?

Aburrida trato de poner atención pero él termina recargando su cabeza en mi hombro y yo decido poner la mía sobre la suya, en ese momento llega un olor a mi nariz, su aroma me comienza a distraer de cualquier suceso que esté ocurriendo en el mundo y sólo puedo disfrutarlo hasta que decide levantarse dejándome atontada pero no termina ahí, decide darme un beso en el cachete el cual termina derritiendo mi ser por dentro y creando una llama de felicidad en mí imposible de apagar, seguido de eso acaricia mi rostro con su dedo indice y voltea hacía el pizarrón ¿Cómo se atreve a dejarme así?

ÉlDonde viven las historias. Descúbrelo ahora