8 Vampiros.

57 10 0
                                    

Desde hace dos noches la cabeza de Mikasa estaba apunto de explotar. Había descubierto tanta información que ahora no sabía si había tomado una buena decisión en regresar a aquel lugar.

Ahora lo sabía. Forcks no era el lugar tranquilo que siempre pensó. Eso solamente era un "Glamour" como lo aseguraba el libro.

Suspiró tallándose los ojos y saliendo de su habitación por algo de comer. Se asustó al ver a Hange en la cocina junto a Mary, la rubia y su prima.

— ¿Que está pasando aquí? — dijo irritada.

Los Rivalle eran los últimos a los que quería ver en ese momento.

Petra giró los ojos levantándose del taburete para encarar a su prima.

— Son mis invitadas.

Mikasa se tensó.

— ¿A si? ¿Y desde cuando tienes derecho a recibir visitas? — Rosalie sonrió con diversión. Admitía que aquella chica la agradaba.

— Es mi casa.

— Y estas descerebrada. — dijo sin molestarse en disimular su desagrado. — Soy yo la que tengo que cargar con tu locura, lloriqueos y berrinches.

— Tú no tienes ni voz ni voto en mi casa. — dijo entre dientes.

Mikasa sonrió con sorna. Petra supo que las cosas se pondría feas.

— Bueno, ¿Ya les dijiste a tus amigas que te quieres matar de hambre? ¡Oh no! Espera, ¿Ya les dijiste el hecho de que te provocas vomito para desechar lo que no quieres comer?

— ¡Petra! — la más pequeña miró a la pelirroja con reproche.

— Ops...

Mikasa se encogió de hombros, pasó de largo a las invitadas y abrió el refrigerador por algo de jugo, escuchó como la castaña de lentes regañaba a Petra por aquello.

Después de todo lo que había leído e investigado, entendía todas las cosas, el rompecabezas estaba listo. Si, podía sonar algo descabellado, pero era real.

Vampiros. Los Rivalle eran vampiros.

Se cuestionó una y mil veces como es que había terminado en aquella situación.

— ¿Leny sabe que están aquí? — dijo a nadie en concreto.

Petra la miró como si se trata de la exorcista.

— Es Levi. — regañó.

Hange rio divertida mirando a la pelinegra.

— Leny está ocupado... Con los demás. No te preocupes.

— No me preocupo. Solamente que me es raro que ustedes sigan frecuentando a Petra si se supone ya no tienen relación que los una.

Hange sonrió divertida y se inclinó adelante.

— Asuntos... — sonrió.

Mikasa frunció levemente el entrecejo al ver lo rara que era. El edor que ella desprendía era tan embriagador que Hange comprendió la sed que le provocaba a su hermano. Tragó con fuerza entendiendo las razones del porqué el pelinegro había decidido terminar con Petra. Comprendió aquella platica que tuvieron una noche antes de que él terminara con ella.

— Oi, cuatro ojos. — El pelinegro entró a la oficina de su hermana sin molestarse en tocar la puerta, era algo usual entre ellos dos.

— ¡Levi! — sonrió — Es un milagro que entres al santuario del saber. — el susodicho giró los ojos — ¿En que te puedo ayudar?

Alejate de mi.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora