Capítulo 3

229 14 1
                                    

Oscuridad, Penumbra, desesperación, odio, preocupación, Venganza. Estas eran las cosas pasaban por la cabeza y el corazón del pequeño niño, el cual despertó de golpe. De primeras, no supo donde se encontraba, y estaba muy confundido, aunque no podía sacarse esos pensamientos de su mente, su mejor amiga, muerta, su aldea encendida en llamas, estaba triste, enojado, confuso, preocupado, ni siquiera sabía cómo sentirse.

Miro al rededor, estaba en las minas de la aldea, por como veía las cosas, estaba en una parte muy profunda de estas, trato de levantarse pero se dio cuenta que su cuerpo estaba un poco herido, así que se levantó con más calma, su rostro estaba inexpresivo, aunque dentro de su pecho se encontraba un dolor indescriptible, eran tantas emociones negativas juntas que sentía que iba a morir.

Pero sus deseos de venganza no lo dejarían morir tan fácilmente, arrancó uno de los cristales cercanos, miró la lava el calor que emanaba era fuerte, pero daba igual en estos momentos, este lugar se veía como si nada hubiera pasado, camino lo más rápido que podía, pues una herida en su pie le dificultaba el caminar, conocía medianamente bien las minas, así que no sería muy complicado salir.

Mientras vagaba, las cosas que había visto, rondaban por su cabeza. Se había puesto a pensar en Yakemaru, en qué había pasado con el, lo último que recuerda es que lo salvó de aquel tipo Peliblanco, solo pensar en el hacia que su sangre hierva, ese maldito iba a pagar, el junto a los posibles aliados que tuviera, quería matarlos con sus propias manos, hacerlos pagar.

Salió de las minas luego de un largo tiempo caminando, había salido por una de las muchas salidas de esta, ya que se encontraba en un lugar algo profundo de la mina tardó un poco más de tiempo, a parte de que no podía correr debido a su herida. A fuera había una tormenta de nieve, pero esto era normal, para el era como una simple lluvia.

Caminó en dirección a la aldea con pasó lento, cuando empezaba a visualizar a lo lejos, unas casas, pero estas tenían algo no muy usual, al acercarse pudo ver que esto que tenían, era señal de un incendio, no eran solo las casa, todo estaba quemado, algunas estaban hechas cenizas, había sangre manchando muchos lugares, cuerpos tirados sin vida.

Odio...

Muchas de estas personas eran conocidas de Naruto, lágrimas empezaron a salir de sus ojos, había intentado contenerlas, pero le fue simplemente imposible, odiaba está sensación, la venganza era el lugar más acogedor en su mente, no podía pensar en otra cosa más que en su venganza. Noto un cuerpo en particular con algo de nieve por encima, se acercó con lentamente para quitar la nieve de su rostro y ver de quién se trataba, más lágrimas salieron, sus labios se torcieron y empezaba a sollozar, era Keyser, el cuerpo de Keyser se encontraba tirado, sin vida, lo abrazó mientras lloraba, se culpaba a sí mismo, por ser tan débil, por no poder hacer nada, por estar dormido cuando todos hacían el esfuerzo para mantener su aldea en pie.

Odio...

Luego de unos 30 minutos, Naruto enterró el cuerpo de Keyser en el cementerio, mirando, con gran tristeza, aún lágrimas salían de el, sentía como si se fuese a deshidratar, pero eso a él no le importaba mucho, si no fuera por las ganas de vengarse, ya se habría quitado la vida, hace rato.

Muerte...

Entró a la que se suponía que era su casa, se encontraba su madre adoptiva, Honoka Carbonizada, a penas y se le podía ver parte de rostro, pero para Naruto, era inconfundible, indudablemente era Honoka, la tristeza era como una carga, una carga la cual no podía soportar, estas muertes, estos sentimientos, nunca se había sentido así, se preguntaba el porqué le tocaba a el, que había hecho para merecer esto, ¿Acaso había sido tan malo? ¿De verdad había hecho algo tan malo? No lo sabía, no podría saberlo, pero aquí estaba, sufriendo por las muertes de sus seres queridos.

Otro Sendero "Naruto"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora