Brettplay
~●~
Una hermosa luna llena iluminaba el pueblo de Karmaland, con hermosas luciérnagas danzando en los alrededores del lago que se ubica en frente de la casa de Auron, unos puntitos blancos infinitos decoran el oscuro cielo, con unas nubes que apenas se notaban a pesar de la gran cantidad, junto al sonido de los grillos que hacían de la vista un poco más agradable, se escuchaban con fuerza a pesar de estar muchos metros sobre el suelo. Y es que ambos sujetos apreciaban el bello paisaje en uno de los brazos de la casa del terrorista, específicamente en la habitación de su buen amigo, y ahora amante, Brett.
Ambos se encontraban abrazados, con el más bajo recostado sobre el ancho hombro del castaño producto de las rutinas de ejercicio que hacía. Auron se removió un poco, buscando más calor que pronto iba a perder, decidió sentarse en las piernas de Brett mientras agarraba los fuertes brazos para cubrirse, no sin antes tomar una de las manos para depositar un leve beso.
— ¿Seguro que debes de ir, Brett? — susurró mientras acariciaba una de las manos del contrario que se ubicaba en su pierna, dolía tener que dejarlo ir.
Brett besó la negra y suave cabellera del pequeño — debo de hacerlo, señor Auron —. Respondió desanimado, al igual que el contrario, no quería separarse.
El castaño miró la fría noche, estaban en comienzos de invierno y con la cantidad de nubes iban en aumento se podía deducir que faltaba poco para que comience a nevar, quizás un par de semanas más. Y esa sería, si el futuro era tan cruel y no tuviera misericordia, la última vez que vería una luna llena con la persona que más amaba en el mundo y quien más le tuvo respeto, cariño y compasión al verlo perdido en medio de la nada, reprimió una risa al recordar su primer encuentro, pues no era el momento adecuado, pero lo que no pudo evitar fue soltar una sonrisa cálida. Besó nuevamente la cabeza de Auron, podría hacer eso las veces que quisiera si pudiera.
— ¿Es urgente? — preguntó aún al saber más que bien la respuesta, sin embargo su corazón egoísta se negaba a aceptar aquello, se siente sumamente triste.
— Muy urgente — soltó —. Es sobre mi madre, cariño —, justificó mientras miraba la maravillosa escena de un cielo estrellado con pequeños puntitos amarillos, rosados y azules volando de un lugar a otro, las hadas suelen ser muy revoltosas de vez en cuando. Y en medio de aquel cielo, cayeron un par de estrellas — ¡Mire, señor Auron! — exclamó emocionado — ¡Son estrellas fugaces! Pida un deseo.
Auron cerró los ojos con dulzura, a pesar de ya llevar varios meses de pareja, el castaño seguía siendo educado tratándolo de usted algunas veces. Tomó la mano del contrario entrelazando sus dedos mientras pedía de todo corazón su deseo, rogando a los dioses de paso para que su anhelo pudiera cumplirse, su deseo de que Brett pudiera regresar a casa lo más rápido posible y que no salga herido. Era un egoísta, y su deseo era lo más egoísta posible, lo sabia de sobra y fingía no importarle, la pobre madre de su amado estaba gravemente enferma, ella le rogaba a su hijo que fuera a visitarla lo antes posible, quería compartir sus últimos momentos al lado de su hijo que hace tiempo no veía, pues sus médicos le avisaron de los pocos días de vida que le quedaban.
La luna era testigo de ambos enamorados que rogaban estar juntos, mientras se daban el abrazo más largo del mundo como símbolo de su más puro amor, suplicando a los dioses que el tiempo se detenga aunque sea un segundo para seguir disfrutando por más tiempo el calor corporal del contrario. Se podía ver cono la luna sonreía enternecida al ver la tierna escena de unas almas predestinadas durmiendo en un incómodo sofá, iluminando ambos rostros con su luz.
Tan rápido como sus ojos se cerraron fueron abiertos por la estruendosa alarma que marcaba las cinco de la madrugada, despertó primero el castaño, que sentía como su cuerpo hormigueaba al tener un peso encima durante aproximadamente siete horas, sonrió con ternura, pues el dueño del hogar seguía en los brazos de Morfeo soltando pequeños y suaves ronquidos de vez en cuando, beso repetidas veces la cabeza del pequeño mientras que lo abrazaba más fuerte, acercandolo más a su ancho y duro pecho, viendo como seguía sin abrir los ojos empezó a reír suavemente.
ESTÁS LEYENDO
¡Auron para el pueblo!
FanfictionAuron no puede evitar coquetear con alguien cada día.