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Una suave brisa entró a través de la ventana haciéndole ligeras cosquillas en la nariz. Estaba despierto, al menos su cuerpo y mente lo estaban, pero se designaba a abrir los ojos. Los recuerdos de la última puerta estaban frescos en su cabeza, y aunque era consciente de que había alguien apretado su mano ligeramente, tenía miedo de abrir los ojos y descubrir que realmente estaba muerto.

Pero eso no era una decisión válida que pudiese tomar, no iba a estar fingiendo dormir por lo que quedase de vida. 

Abrió los ojos lentamente y no le costó demasiado al notar la tenue luz que recorría la sala donde se encontraba, lo más seguro es que fuese de noche. Miró su mano izquierda e hizo una mueca al observar la vía atravesar su vena más notoria, lo último que quisiera ver en este momento era sangre. Observó las paredes a su alrededor blancas como la seda, lo que confirmaba su pequeña teoría del hospital; y por último miró hacia su derecha observando a la persona que le sujetaba con persistencia, como si fuese a huir del lugar.

Jackson.

Una ligera sonrisa escapó de sus labios y el calor volvió a su cuerpo sintiéndose cálido de nuevo. Acarició su pelo y de ahí pasó a rozar su perfil suavemente. Su cabeza empezó a llenarse de formulaciones rápidas y extrañas, ¿cómo debería de actuar con Jackson?, ¿Podría contarle lo que había pasado?, ¿Pensará que estoy loco?.

—¿Mark…?— Jackson levantó su cabeza con el pelo alborotado y tallándose un ojo, siendo terriblemente adorable.

—J-jackson…

El chico reaccionó abriendo sus ojos de golpe y analizando al menudo chico que tenía delante. Tocó su cara, brazos, piernas; haciendo que Mark se sonrojase notablemente sin saber qué hacer.

—Estás despierto. Mark, has vuelto— y con eso le envolvió entre sus brazos y lo estrechó en un cálido abrazo.

El aroma a canela y tierra mojada inundó las fosas nasales de Mark y acarició la espalda de Jackson haciendo aquello más real. Escondió la cara en su cuello aspirando su olor ligeramente y un ligero sollozo se hizo pasó en el momento.

—Mark, no llores, has vuelto. Vas a estar bien.

—L-lo siento Jackson— se separó para poder mirarle aunque fuese con los ojos llenos de lágrimas— Perdóname, por ser un capullo.

—No Mark, no tengo nada que perdonarte— le atrajo de nuevo a sus brazos meciéndolo en un tranquilo movimiento.

—No te alejes de mí, nunca. Por favor— las tibias y blancas manos de Mark se aferraron a la camiseta de Jackson mientras sus sollozos continuaban.

—No lo haré, me gustas Mark. Me gustas mucho.

Jackson no sabía muy bien que era todo aquello que sentía, pero de lo que sí que estaba seguro es de que no podía alejarse de Mark y eso estaba más que claro. Esos dos meses yendo y viniendo del hospital, lejos de esfumarse, los sentimientos por Mark ardían dentro de él haciéndose fuertes y perseverantes. Quería a Mark con todas sus fuerzas sin saber siquiera porqué.

Esa misma mañana cuando Mark despertó sobresaltado del coma, lo primero que oyeron tanto él como los médicos presentes en la habitación, fue su nombre. El resto fue tan rápido que no le dio tiempo a analizar que realmente el chico había despertado con él en su mente.

—También me gustas— se apagó más al pecho que le sostenía.— Te quiero Jackson, y ahora lo entiendo todo. Yo te haré sonreír día a día.

—¿M-me quieres? ¿A qué te refieres?

Mark sonrió entre lágrimas y le miró directamente a los ojos.— Tú y yo, tenemos que estar juntos Jackson.

— Tú y yo, tenemos que estar juntos Jackson

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Por culpa del destino》MarksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora