special ; hw x wh

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     Mirando con cuidado su reflejo frente al espejo, detallando cada una de las diminutas pecas que adornaban su rostro, Hyungwon no lo entendía.

Veía aquella pequeña marca de nacimiento sobre su ojo derecho. Veía ese raro lunar sobre su labio inferior. Veía sus ojos, algo tristes y apagados. Su nariz perfilada, que más de una vez le habían acusado de operar. Sus mejillas, casi inexistentes por su pésima dieta. Su cuello, sin nada en particular más que un par de aburridos lunares y una que otra mancha de dudosa procedencia. Su torso, plano y raquítico, con sus costillas saludándole en cuanto levantaba su camiseta. Examinaba también sus pálidos brazos, y sus piernas... sus infinitas piernas...

Veía cada rincón de su cuerpo desde todo ángulo posible, y no podía entender. No podía.

¿Y qué iba a entender, de cualquier forma?

No había absolutamente nada en su grácil y mesurada anatomía que pudiera hacerle ganar un concurso de belleza. Si bien podía parecer un modelo de alta costura con sus rasgos delicados y su mirada entre inexpresiva y somnolienta; la realidad es que él estaba lejos de poder cumplir las arduas expectativas de ese complejo y catastrófico mundo como lo es el de la moda.

Siendo de pies a cabeza todo su ser algo totalmente insignificante, no podía ver lo que su hyung veía en él. Aquella gracia, esa ansiada belleza tan rara que solo él tenía, según las tiernas palabras que Hoseok siempre le susurraba cuando hacían el amor.

Desde el momento en que lo había conocido, Hoseok siempre le había dicho todas las cosas hermosas que tenía. Y lo miraba intensa y fijamente, como si fuese la pintura más preciosa y enigmática de todas, y por ende siempre lo dibujaba. Usándolo como su modelo personal, sin pedir en ningún momento su consentimiento.

Pero, ¿por qué hacía eso?

Hoseok sabía a la perfección que a él no le gustaba que lo pintara ni que lo viera, pero jamás le hacía caso. Siempre hacía lo que quería (siendo gran parte cosas que le ocasionaban vergüenza a Hyungwon), pero, probablemente siendo la que más avergonzaba al pelirosa, el simple hecho de que el pelinegro gustaba de besarlo cada instante que podía; y al hacerlo le recalcaba con sumo convencimiento y con gran dulzura, que cada parte de su cuerpo era una fascinante obra creada en conjunto por la genética y los Dioses, a pesar de que él no le creía para nada.

(Y aunque eso no significaba que él le mintiera solo para conseguir que él sonriera...

... tantas palabras bonitas no podían entrarle en la cabeza).

Él era la musa de Hoseok, y eso equivalía a una gran presión, ya que no era capaz de comprender qué lo hacía diferente a otros diez mil chicos.

Eso lo tenía en constante desconsuelo, ya que cada vez que veía al pelinegro a los ojos y éste le sonreía con amor, temía que algún día pudiese perder eso que le hacía único a los ojos de su hyung. Y por ello, decidió buscar lo que le hacía especial.

Con ese motivo en mente, llevaba ya alrededor de media hora parado frente al espejo tratando de encontrar algún indicio (cualquier indicio) de que tuviera algo en su cuerpo que fuese trascendental... Algo digno de todos los halagos, poemas y dibujos que día tras día el mayor le dedicaba, pero no veía nada fuera de lo común.

Era el mismo rostro junto con el mismo cuerpo que había tenido desde siempre, por lo que se sentía frustrado.

Buscando y rebuscando lo único diferente que pudo notar es que estaba un poco más viejo que antes. (Un par de pequeñas arrugas ahora acompañaban a sus ojos, confirmando ese hecho).

¿Eso significaba que le decía que era bonito porque se veía más maduro que él, con su sonrisa de niño pequeño, y su risa tan escandalosa e infantil?

No, eso no podía ser.

Frunciendo el ceño levemente, bufó.

¿Por qué él era especial para Hoseok?

cosas que escribo después de bañarme ; mxWhere stories live. Discover now