yes, sir! ; hw x wh

9 4 0
                                    


    Durante semanas estuvo en penitencia, y en confinamiento solitario.

Durmiendo solo, comiendo mal, recibiendo golpes ocasionales, entrenando y trabajando horas extra; los músculos del menor más de una vez se atrofiaron.

Sobreviviendo cada día que despertaba, estar en medio de ese sitio era un total sufrimiento.

Desde el momento en el que entró, el general Shin había hecho la vida del joven cadete Chae Hyungwon totalmente miserable, y él solo lo aceptaba.

Y, a pesar de que el dolor en su cuerpo no era nada considerando el desastre mental que tenía todo el tiempo, él estaba perfectamente consciente de que su condición física no daba para hacer nada de lo que se le imponía cada día. Aun así, ignorando la opinión de su médico, él mismo se había ofrecido a ir antes de tiempo al servicio militar.

No se arrepentía, porque sabía que a la larga le traería beneficios en algún momento, aunque su cuerpo claramente no podía. Menos de cinco meses llevaba allí, pero ya sentía que su cuerpo y su alma habían envejecido, al menos, unos cinco años...

Respiró hondo, tratando de consolarse a sí mismo. Sentía la infernal mirada del general en su espalda hostigándole, sin embargo, ambos sabían que ya no podía seguir sobre esforzándose de aquel modo mientras limpiaba los baños del cuartel.

No había dormido correctamente en casi dos semanas, y solo había ingerido un viejo trozo de pan el día de anterior, porque en ningún momento tuvo tiempo para comer apropiadamente gracias al general. Sus brazos ardían en llamas en cuanto trataba de moverlos, le costaba como el demonio respirar, y en ese instante solo deseaba morir para no tener que moverse más, o simplemente, para dejar de estar en ese sitio.

Hyungwon sabía que debía ser honesto con el general, ya que en cualquier segundo se podía desmayar, y lo último que quería; lo último en su lista de las cosas que necesitaba, era eso.

Dejando de trabajar, se levantó del suelo con dificultad, y con algo de torpeza se paró frente al mayor lo más firme que pudo.

Hoseok alzó una ceja al verlo dejar de limpiar.

"Señor... yo... yo ya no puedo trabajar más." confesó, casi sin fuerza en la voz.

Entrecerrando los ojos, el mayor analizó el estado físico del otro con sumo escrutinio; como si no pudiera encontrar algo grave en el cuerpo del pelinegro, algo de tal magnitud que realmente le impidiese seguir lustrando aquellos retretes.

"¿Qué acabas de decir?" preguntó el otro, incrédulo.

"No... realmente yo no me... no me encuentro en condiciones para continuar t-trabajando, señor."

Los labios del mayor formaron una perfecta línea recta.

"Míreme a la cara." pidió.

El menor obedeció.

"Repita lo que dijo."

"No... y-yo... señor..."

"¡Repita lo que dijo!"

Ya cansado, con lágrimas queriendo salir de sus ojos producto del cansancio, repitió cuidadosamente una a una sus palabras.

"Dije que ya no puedo trabajar, señor."

Frunciendo el ceño, como si aquellas palabras le supieran a hiel, el mayor chasqueó la lengua.

"¡¿Usted cree que puede rendirse así de fácil en un sitio como este?!"

"Señor, yo..."

"¡No sea incompetente y vuelva a limpiar!" exigió el pelinegro, señalando el cubículo frente a él, impasible. Hyungwon, frustrado y nervioso, titubeó.

cosas que escribo después de bañarme ; mxWhere stories live. Discover now