911 ; ljh

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     Jooheon, notablemente aburrido de estar en aquella asquerosa discoteca de tercera, miró con fingido interés a las personas que bailaban con frenesí a unos cuantos metros de él. Detalló minuciosamente el rostro de cada una de ellas esperando encontrar a alguien que llamara su atención, para así, tal vez, encontrar algo con qué entretenerse mientras tanto, pero todo parecía indicarle que esa sería una velada sin nada memorable. La noche era larga, por supuesto que sí. No obstante, la única persona con la cual realmente le hubiera gustado estar en un lugar como ese, estaba totalmente seguro de que no la vería allí nunca más. Respiró profundo, inhalando una amplia variedad de olores de procedencia dudosa, y contempló, sintiéndose más solo que de costumbre, cada mínimo detalle de ese particular espectáculo en silencio, sin siquiera dirigirle la mirada al bartender, quien, más insistente de lo que hubiera esperado, le había preguntado ya unas seis veces si estaba seguro de su decisión de solo tomar un vaso de soda con hielo, que hacía rato estaba vacío, y el hielo en él se había derretido.

Miró de soslayo su reloj, brillante e imponente, descansando en su muñeca izquierda. Limpió con cuidado una pequeña mancha un tanto viscosa que logró notar por mera casualidad en el vidrio del mismo, y luego bostezó. Eran las dos de la mañana, y con las cosas tal como estaban, dudaba que la situación fuera a mejorar. ¿Por qué había ido a ese sitio, en primer lugar?

Ah, cierto.

¿Qué podía hacer, de todos modos?

Tenía que esperar un rato más. Solo un poco más.

Hundido en el profundo océano de sus pensamientos, ignoró por completo los ruidos a su alrededor. Ignoró las luces de colores que brillaban de manera intermitente, que intentaban, fallidamente, darle un aspecto más futurista y divertido al local. Ignoró todo lo que le rodeaba, impresionado por lo rápido que había logrado desperdiciar su juventud, y también perder su libertad. ¿Había valido la pena arruinarse de tal manera?

No lo sabía.

Sin embargo, había tomado una decisión, y ya la había llevado a cabo. Todo estaba hecho, y no podía remediarse de forma alguna.

Haciendo girar dentro del vaso los restos de su bebida, Jooheon se encogió de hombros, resignado. Había sido un estúpido e irresponsable, pero eso ya no era importante. Siguió reflexionando un rato mientras jugueteaba con su vaso, hasta que unos gritos bastante desagradables e histéricos le hicieron salir de sí mismo. Provenían del apestoso baño de la discoteca.

Sin sentir curiosidad o ganas de acercarse al creciente bullicio, le pagó en efectivo al bartender, y salió dando pequeños saltos del local, sintiéndose extrañamente pleno.

Sacó su teléfono, y sin muchas ganas marcó el número de emergencias.

"911, ¿cuál es su emergencia?"

Jooheon miró el cielo estrellado sobre su cabeza, y sonrió con tristeza.

"Buenas noches. Me gustaría reportar un asesinato sucedido dentro de la discoteca Rockspit en la prefectura de Kwangju. La víctima es un joven de aproximadamente veinticinco años, rubio."

"¿Dónde obtuvo esa información, señor? ¿Está usted cerca de la escena del crimen?"

"Yo soy el asesino"

cosas que escribo después de bañarme ; mxWhere stories live. Discover now