Unidos por el arte

Capítulo Cuatro

Aaroon

—Bueno, muchas gracias por estar aquí puntualmente, espero verlos el lunes; que tengan un feliz día —habla el profesor de Arte, concluyendo la clase junto con una sonrisa.
Todos los estudiantes se levantan de sus asientos, algunos se agrupan para ir a almorzar juntos, otros sólo se van rápidamente en silencio del aula; yo prefiero guardar mis materiales tranquilamente. Cuando la sala de arte y diseño está vacía a excepción de mi presencia y la de mi mejor amigo, sonrío con cansancio y satisfacción.

—Lo logramos —comenta cuando ya estamos solos, me mira con una sonrisa demasiado amplia en el rostro, diría que hasta falsa.

—Si... Gracias a Dios, me tenía muy estresado ésta presentación —le respondo levantándome de mi asiento.

—Andrew, ¿qué es lo que tienes con mi mejor amiga? —le pregunto directamente; él frunce las cejas y me mira extrañado.

—¿Con Madeline Bush? —me pregunta algo nervioso y tenso. Asiento.

Aquí hay algo... jamás a tenido censura o su privacidad en cuanto a mujeres, así que algo me esconde.

—Con ella no tengo nada —me responde, e inmediatamente se detiene frente a su casillero y tras colocar los dígitos abre la puerta. Yo me dedico a colocar mi mochila tras la espalda.

—¡Papacito! —saluda mi mejor amiga llegando hasta donde estoy, lanzándose hacia mí envolviendo mi torso con sus brazos morenos.

—Hola nena —contesto con una sonrisa en el rostro. Madeline se separa de mí y mira en dirección a Andrew.

Modo cotilla, activado.

—¡Hola Miller! —saluda ella con evidente entusiasmo; Andrew sólo se queda de pie a espaldas de nosotros, cierra su casillero de golpe y se voltea en su dirección.

—¿Qué hay de nuevo, Bush? —pregunta mirando fugazmente su cuerpo.

—No mucho, lo mismo de siempre —contesta ella, mientras juega con la pulsera que él mismo le regaló en su decimoséptimo cumpleaños.

Así que... con que te gusta Andrew, ¿eh?

Aaron, sólo está jugando con una pulsera, no te montes la película interminable en el cerebro.

No te metas ahora consciencia.

—Bueno, si me disculpas, debo irme —contesta fríamente mi gemelo de otro vientre, mientras empieza a caminar en dirección contraria a nosotros. Madeline sonríe con tristeza notoria y se dispone a guiar su cuerpo hacia la cafetería. Voy tras ella, pero al estar a su lado se detiene y me observa en silencio; baja la mirada e inconscientemente su labio inferior empieza a temblar.

Como Andrew le haya echo algo, lo mato.

—Ve tras Andrew, yo estoy bien —me contesta subiendo la vista, observo esos ojos color café empañados por un líquido cristalino.

—Madeline... No te dejaré sola —hablo con voz firme.

—Es tu mejor amigo desde el vientre, yo estoy bien —habla tranquilamente mientras la tristeza en ella se materializa y se desplaza por su pómulo. Con mi pulgar retiro la lágrima que abandonó sus globos oculares, mientras beso casta y tiernamente sus labios.

—Si me necesitas no dudes en decírmelo —hablo mirándola con preocupación.

—Lo haré, ve —me sonríe levemente. Me despido de ella y salgo disparado en la misma dirección que tomó Andrew, caminando a paso apresurado por los pasillos del inconmensurable instituto Rosemontt.